Mucha gente conoce la biografía de Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano. La historia de los descubrimientos constituye uno de los grandes mitos de Occidente. Es una historia donde se combina aventura, epopeya, ciencia, arrogancia, codicia, e incluso fuertes dosis de racismo. Los hombres que dirigieron la primera expedición que dio la vuelta al mundo, evidentemente, son el eje central de toda esta gran epopeya. Pero es obvio que no fueron solos. Bertolt Brecht escribía en "Preguntas de un trabajador que lee":

"¿Quién construyó Tebas, la de las siete Puertas?

En los libros aparecen los nombres de los reyes.

¿Arrastraron los reyes los bloques de piedra?

Y Babilonia, destruida tantas veces,

¿quién la volvió siempre a construir? ¿En qué casas

de la dorada Lima vivían los constructores?

¿A dónde fueron los albañiles la noche en que fue ter-

minada la Muralla China? La gran Roma

está llena de arcos de triunfo. ¿Quién los erigió?"

Los ignorados

Siguiendo la lógica de Brecht, Harry Kelsey, en El viajero accidental. Los primeros circunnavegadores en la era de los descubrimientos (Pasado & Presente), analiza el papel de los otros navegantes en la epopeya de las primeras vueltas al mundo: la de aquellos que no comandaron ninguna nave, ni son recordados en los libros de historia. De hecho, muchos de ellos dieron la vuelta al mundo de forma involuntaria, para que hubieran preferido dar la vuelta a media expedición y fueron obligados a continuar, incluso cuando su vida corría peligro. Muchos de ellos pasaron hambre, miseria, violencia, accidentes, maltratas... Muchos murieron: de hambre, de enfermedades, en enfrentamientos con las poblaciones de otros continentes, por enfrentamientos con militares de otras potencias europeas... Incluso algunos fueron ejecutados por desobedecer a sus |jefes. No es extraño que muchos intentaran amotinarse o decidieran desertar. De hecho lo más extraño es que alguno no tuviera bastante con un viaje y se apuntara a un segundo como lo hizo Hernando de Bustamante, barbero en el viaje de Magalhaes y contable en el segundo viaje de Elcano.

Desembarque de Pedro Álvares Cabral en Porto Seguro en 1500. Oscar Pereira da Silva (1865–1939).

Miserias humanas

Las historias de los viajeros que dieron la primera vuelta al mundo son terroríficas. Antonio Salomón, un oficial de Magallanes, fue descubierto cuando practicaba la sodomía con un joven marinero, Antonio Ginovés. Solomón fue ejecutado por estrangulamiento. Ginovés fue considerado una víctima, y no se le castigó. Pero acabó tan estigmatizado, que acabó por suicidarse lanzándose al mar. Algunos marineros fueron vendidos como esclavos, en las islas del Pacífico, por sus compañeros amotinados cuando se negaron a sumarse a su revuelta. La goleta Trinidad quedó parada en Tidoro, en las Molucas, con 54 hombres a bordo, porque necesitaba reparaciones. Ante las dificultades para repararla, decidieron retornar a América, pensando que sería un viaje muy sencillo, pero no encontraron ninguna corriente que les permitiera volver: no consiguieron llegar a América, muchos tripulantes murieron de hambre y los que sobrevivieron fueron capturados en Asia por los portugueses, que los detuvieron durante años.

La cara más perversa de la historia

Tras la muerte del capitán general Magallanes, en la primera vuelta al mundo, se nombró jefe de la flota a Juan López de Carvalho. Este, antes de la expedición de Magalhaes, ya había estado en Brasil, en un viaje con una flota portuguesa. Había mantenido relaciones con una india y había tenido un hijo con ella. Cuando pasó por Brasil con la flota española recogió a su amante y su hijo y los incorporó a la expedición. Cuando llegaron a Brunéi, Carvalho tomó tres mujeres locales como rehenes. En represalia, los habitantes de la zona capturaron a varios tripulantes que habían bajado al suelo, entre ellos el hijo y la amante de Carvalho. Pero este no negoció su liberación. Prefirió quedarse a las tres rehenes como concubinas y dejar a su amante, a su hijo y a los otros tripulantes en manos de los autóctonos de Borneo. Continuó viaje como si nada.

Theodor de Bry. Colón desembarcando en La Española. 1594.

La diversidad de una empresa

Kelsey pone al descubierto que los viajes de circunvalación del mundo fueron mucho más plurales de lo que parece. No sólo había españoles y portugueses. Recupera la historia de otros miembros de las tripulaciones: esclavos de las Molucas, indígenas brasileños, intérpretes malayos... Además, nos habla de mujeres incorporadas a los barcos. Y nos ayuda a analizar las contradicciones internas de los colonizadores. Un esclavo malayo colaboró estrechamente con los exploradores porque le habían prometido la liberación, pero cuando le negaron la libertad conspiró contra ellos con el rey de Cebú. Entre los colonizadores había muchos portugueses que se hacían pasar por españoles: algunos fueron descubiertos y al volver a España se les negó la paga... El escribano Martín Méndez sobrevivió a la expedición de Magallanes y a un largo encarcelamiento en Cabo Verde. Se apuntó a una nueva expedición, dirigida por Caboto, pero cuando enfermó, a la altura de Brasil, fue abandonado en una isla desierta; parece ser que murió ahogado cuando trataba de huir de ella...

Nueva ojeada a viejos materiales

En realidad, Kelsey no descubre ninguna fuente esencialmente nueva. Buena parte de los documentos que utiliza habían sido usados con frecuencia por los historiadores especialistas en Magallanes y Elcano, pero lo que hace Kelsey es mirar la documentación desde otra perspectiva, fijándose en los datos que se da sobre los olvidados: los marineros, esclavos y militares reclutados, aquellos que tan sólo aparecen como sombras en las biografías de Magallanes y Elcano. Además, Kelsey no sólo analiza las expediciones más conocidas, sino también otras menos conocidas: Loaísa y Saavedra, Villalobos, Legazpi, Drake, Cavendish... Un libro perfecto para revisar el fenómeno colonial a partir de la pluralidad de voces occidentales. Un libro que se debería cruzar con las biografías canónicas de Magallanes y Elcano pero, también, con todas las obras que analizan la visión del "descubrimiento" por parte de los colonizados (con libros como el ya clásico Islas de historia de Marshall Sahlins). Es muy positivo entender la pluralidad de universos existente en las naves occidentales que fueron a explorar el mundo. Pero no hay que olvidar que actuaban sobre unos territorios que eran poblados, y que tenían ga ente viviendo allí. Y que a menudo fueron las reales víctimas del contacto entre Occidente y las otras sociedades. Y, pese a todo, este es un libro divulgativo, de lectura muy agradable, que nos ayuda a entender las mecánicas internas de las exploraciones coloniales y, a la vez, ilumina los aspectos más ocultos del alma humana.

 

Imagen de portada: Roque Gameiro, La llegada de Vasco da Gama a Calicute en 1498. Biblioteca Nacional de Portugal.