Fuego Fuego es el nuevo espectáculo de Manuela Infante (Santiago de Chile, 1980) que podemos ver en la Sala Tallers del Teatre Nacional de Catalunya hasta el día 6 de febrero. Un montaje fruto del convenio de colaboración con el Festival Internacional Santiago en Mil, de Santiago de Chile, y que busca establecer y estrechar vínculos culturales entre los dos países.

La obra parte de un fuego devastador que el año 2017 acabó con el pueblo de Santa Olga, ubicado en el centro sur de Chile, a 240 km de Santiago. Una zona dedicada a la explotación forestal donde casi todos sus habitantes trabajaban en este sector. Con el fuego lo perdieron todo. Algunos incluso su vida.

Foto 4 del espectáculo Fuego FuegoLa obra está en cartelera en la Sala Tallers del TNC hasta el día 6 de febrero. / David Ruano

Todos nuestros sentidos, en juego

La obra empieza desde este incendio asolador. La oscuridad y el humo llenan la escena y dos personajes calcinados tratan de restablecerse. Uno de ellos intenta ponerse en pie, ha caído de la silla donde se sentaba, un sonido que es el inicio del espectáculo, y el otro juega con el eco de unos objetos que ya no son lo que eran porque ahora están totalmente carbonizados. Un pasado que resuena en cada objeto y que pone de relieve un espacio sonoro brillantemente desarrollado por Diego Noguera. Porque en Fuego Fuego se ponen en juego todos nuestros sentidos. Como el del olfato con el mismo humo o el de pino de una montaña de virutas para hacer fuego y que se fabricaban en la zona. Porque esta es una de las grandes paradojas de la historia: los pinos que sostenían el pueblo fueron los causantes de su tragedia. Y es desde aquí donde arranca una de las grandes tesis del espectáculo: la capacidad destructora y al mismo tiempo transformadora del fuego.

Un pasado que resuena en cada objeto y que pone de relieve un espacio sonoro brillantemente desarrollado por Diego Noguera

No haré spoiler ni explicaré cómo evoluciona el montaje porque sus lecturas son muchas, desde la necesidad del fuego para iluminarnos hasta la capacidad justiciera de este elemento. Pero sí que os diré que incluso lo hace con humor y que hay un relato donde todo encaja; todo se renueva. ¿Quizás también el concepto que teníamos del teatro? En todo caso, un espectáculo muy recomendable para todo tipo de público. Especialmente para aquel que quiera conocer más sobre las capacidades expresivas y sensoriales del teatro.

Héctor Morales y Núria Lloansó transitan de la mano por diferentes registros interpretativos modificando voz y cuerpo en todo el desarrollo de la pieza. Una pareja que sobre todo en el texto se complementa perfectamente con la vehemencia de él y una cierta extrañeza y reflexividad de ella. Como la chispa y el aire que necesita cualquier incendio.

Este espectáculo arranca desde la búsqueda de Manuela Infante por un teatro no humano: Realismo (2016), Estado Vegetal (2017) y Cómo convertirse en piedra (2020). La creadora cuestiona el antropocentrismo en el teatro con la finalidad de dar paso a otras fuerzas sobre el escenario. Pero quizás no es más que otra de sus paradojas. Alejándonos del humano nos acercamos todavía más. Quién sabe si incluso podemos quemarnos.