Dicen que las segundas partes nunca son buenas. Contradiciendo la sabiduría popular, el verano de 1991, ahora hace justo 30 años, llegaba a las salas de cine de Estados Unidos Terminator 2, película que acabaría convirtiéndose uno de los grandes clásicos del cine de acción. Y es que como dijo su director James Cameron antes de empezar el rodaje: "Si Arnold y su T-800 son un tanque de la Segunda Guerra Mundial, el T-1000 tiene que ser un Porsche. Un asesino más astuto, una auténtica amenaza que no utilizaría la fuerza bruta como su principal arma sino la intimidación". Cameron acabó teniendo un monoplaza Ferrari de competición.

Génesis

Año 2029. El universo está regido por Skynet, inteligencia artificial al frente de un ejército de máquinas que se ha marcado el propósito de devastar la Tierra y acabar con la humanidad. Una guerra, sin embargo, que los androides van perdiendo ante las tropas de la resistencia humana, milicia liderada por John Connor. En este escenario, Skynet decide enviar en el tiempo al Terminator T-800 modelo Cyberdyne 101 para poner fin a la vida de la madre de Connor antes de que este nazca.


El viaje temporal llevará al ciborg exterminador (interpretado por Arnold Schwarzenegger en uno de los papeles de su vida) al año 1984, cuando Sarah Connor (Linda Hamilton), madre de John, queda embarazada.

Este es el argumento de Terminator, la primera entrega de una de las sagas más icónicas en la historia del séptimo, arte, prólogo de la mejor entrega de la serie: Terminator 2: juicio final, película que James Cameron, su realizador, tardó siete años en poder materializar.

Juicio final

Como niño crecido en los años más difíciles de la Guerra Fría, la época de la crisis de los misiles de Cuba en que parecía que la Tierra podría volar por los aires en cualquier momento, James Cameron siempre ha estado obsesionado con la Guerra Nuclear y el Juicio Final. Temas que el cineasta, uno de los realizadores más taquilleros de todos los tiempos, ha tratado en varios momentos de su filmografía, como The Abyss, True Lies y, de forma mucho más evidente, Terminator 2.

Año 1995, una década después de la llegada del T-800 a la Tierra. John Connor (Edward Furlong) tiene diez años y vive en Los Ángeles con sus padres adoptivos. Su madre, Sarah Connor (Linda Hamilton), está ingresada en un hospital psiquiátrico después de haber intentado bombardear una fábrica de ordenadores, la futura inteligencia artificial que querrá eliminar la vida humana. Después de su primer intento fallido, Skynet envía un nuevo Terminator para intentar poner fin a la vida de John. Se trata del T-1000 (Robert Patrick), un modelo evolucionado del exterminador original. Paralelamente, el mismo John Connor envía desde el futuro el T-800 (Arnold Schwarzenegger), ahora reprogramado, para proteger su yo adolescente.

Problemas y más problemas

James Cameron ya tenía la idea sobre la que levantar la segunda entrega de Terminator desde el mismo día en que finalizó el rodaje de la primera parte. Tuvo que esperar siete años a poder hacerla realidad.

El primer problema que se encontró fue con la productora. La propiedad intelectual de Terminator estaba en manos de Hemdale, una productora en aquellos momentos en el precipicio financiero, que no se quería desprender de los derechos de la franquicia pero tampoco se quería arriesgar, ni disponía de los activos, para producir la segunda entrega. La solución al problema llegó de la mano de Mario Kassar, un magnate qué convencido por James Cameron se hizo con los derechos de la saga. La apuesta acabaría siendo ganadora.

Terminator 2

El otro dolor de cabeza que persiguió a James Cameron durante años fue el de la tecnología. Terminator 2 requería de unos avances técnicos que la industria de los efectos especiales todavía no le podía ofrecer, muy especialmente en el modelado del T-1000, un Terminator que a través de un proceso de metamorfosis liquida alcanzaba el aspecto que deseaba. El genio de los efectos especiales Stan Winston fue el responsable de que aquel androide compuesto por una "polialeación mimética" de metal líquido junto con nanochips que le permitían autorregenerarse, resultara creíble. Para conseguirlo, él y su equipo de la empresa especializada Industrial Light & Magic escanearon el cuerpo del actor Robert Patrick con el fin de crear un modelo en malla 3D, al cual después dotaban de movimiento y alteraban mediante la técnica del morphing. Todo un prodigio de tecnología exgtremadamente innovador en aquel 1991.

Winston, con un currículum que incluía películas como Jurassic Park, Alien, Predator o Edward Scissorhands, siempre se refirió a Terminator 2 como el trabajo más complicado de su carrera.

Los protas de siempre

Había un hecho de que era incuestionable e innegociable, Arnold Schwarzenegger tenía que volver a dar vida a T-800 en este segundo capítulo de Terminator. No fue muy difícil convencerlo. Desde el momento en que supo del proyecto se mostró predispuesto a participar. Seguramente, un sueldo de 19 millones de euros y el avión Gulfstream III que le regaló el productor Mario Kassar ayudaron a desvanecer cualquier duda que pudiera surgir.

Tampoco fue difícil reclutar de nuevo a Linda Hamilton, actriz que acabaría siendo la mujer de James Cameron. En su caso, el reto era más importante, ya que su personaje requería una importante transformación física en forma de músculo. Para conseguirlo, Hamilton se sometió a intensísimas sesiones de entrenamiento tuteladas por Uzi Gal, un antiguo experto en artes marciales del ejército israelí. Con todo, son diversas las escenas de la película en que Hamilton hace servir a una doble: Leslie Hamilton, una réplica perfecta de la protagonista, ya que se trata de su hermana gemela idéntica.

Los nuevos protagonistas

El reparto de Terminator 2 necesitaba a dos personajes centrales más: el adolescente John Connor y el Terminator T-1000. Para el primero, y después de centenares de castings, Cameron se decidió por un joven desconocido llamado Edward Furlong, actor que acabaría viviendo su momento culminante con el estreno en 1998 de American History X. Pero entonces, durante el rodaje de Terminator 2, Furlong era un adolescente con las hormonas alteradas, hecho que causó varios problemas de racord: durante los meses de filmación creció varios centímetros y le cambió la voz, discordancias que se tuvieron que resolver en la posproducción.

Terminator 2 patrick

Para el personaje de T-1000, la primera opción de Cameron era el cantante cyberpunk Billy Idol, pero pocas semanas antes del rodaje sufrió un accidente de moto en el que casi pierde una pierna y se tuvo que buscar a contrarreloj un sustituto. El elegido fue Robert Patrick, un actor de trayectoria discreta que había tenido cinco minutos de media fama como secundario de Die Hard 2. Ahora es imposible imaginar un T-1000 que no tenga la gélida y amenazante mirada de Patrick.

Hasta la vista

Rodada entre el 9 de octubre de 1990 y el 28 de marzo de 1991, 171 días que transcurrieron, principalmente, en el desierto de Mojave, Terminator 2 disfrutó de un presupuesto de 102 millones de dólares, más de triple de lo que había costado la primera entrega. En aquel momento fue la película más cara de la historia. Acabó recaudando más de 520 millones de dólares, siendo en un año en que se estrenaron películas como Robin Hood: príncipe de los ladrones, Solo en casa, El silencio de los corderos, Bailando con lobos o JFK, entre otras, la cinta de más éxito de aquella temporada.


Dos últimas curiosidades, Brad Fiedel fue el encargado de componer la banda sonora de la película, pero la canción que para siempre se asociará a Terminator 2 es el 'You Could Be Mine' de Guns N Roses. Un capricho de Arnold Schwarzenegger. De hecho, fue el quien negoció directamente con la banda de Axl Roses la cesión de los derechos del tema.

Igual que la canción de Guns N' Roses, es imposible evocar Terminator 2 y no recordar a Arnold Schwarzenegger diciendo aquello de "Sayonara, baby," en voz de su doblador al castellano Constantino Romero. La ironía es que en la versión original el futuro 'Governator' dice: "Hasta la vista, baby," frase, per cert, que el American Film Institute destacó entre las 100 más famosas de la historia del cine (y que se puede oir en el vídeoclip del tema rodado por Guns N'Roses).