Donna Leon vuelve al ataque con una novela negra, La tentación del perdón, protagonizada por su personaje favorito, el comisario Brunetti, y con la acción situada en su ciudad favorita: Venecia (se ha publicado en castellano en Seix Barral y en catalán en Edicions 62). Un hombre aparece gravemente herido al pie de un puente de la ciudad de los canales y Brunetti se pone a investigar un caso que lo llevará por las entrañas del tráfico de drogas y del narcotráfico y también de la corrupción. Lo tendrá muy difícil porque el hombre está inconsciente y sus familiares no parecen dispuestos a explicarle toda la verdad a la policía.

Brunetti pierde la moral

Brunetti, como policía, está decidido a encontrar toda la verdad del caso. Pero a medida que la investigación avanza se va complicando y van apareciendo nuevos factores que abren nuevas vías hacia nuevos problemas. Brunetti se verá inmerso en problemáticas que le conducen hacia las cloacas de la sociedad moderna, una sociedad en qué las mafias no sólo trafican con drogas o con asesinatos a sueldo, sino que se dedican a asuntos mucho más prosaicos que pueden afectar a muchas personas corrientes. Pero Brunetti, a la vez que conoce a las víctimas de los crímenes, conoce a los criminales. Y los criminales de Leon no son seres despiadados que no tienen principios, sino individuos normales y corrientes, con vidas complicadas que les pueden llevar hacia el camino del mal. Y Brunetti, en este caso, ya no es un joven idealista, sino un individuo que duda sobre su función. Ser comisario es ser agente del orden, y el orden no siempre es justo. Y Brunetti lo sabe, eso.

Los miedos de Brunetti

Brunetti vive el caso de La tentación del perdón de una forma muy personal, porque toca temas que pueden afectar a su familia. No observa, pues, la investigación de una forma fría, sino que se involucra de forma contundente, incluso con algunos errores notables que obligarán a reorientar la tarea policial una vez y otra. En esta novela negra, la verdad se abre paso lentamente, algunas veces casi por casualidad. Y retrata un mundo, el contemporáneo, en que el mal acaba afectando a quien menos se lo espera. La Venecia de Donna Leon, como la real, con frecuencia apesta a alcantarilla.