Estábamos en Solsona. Sobre las 4 y media de la tarde, habiendo comido. Nos marchamos del Fargo y vamos al Jezz, que está justo en la calle de encima. El Jezz es el estudio de Eduard Gener, mi amigo de Solsona que aparte de músico tiene este espacio donde se graba sus discos (y de otros) y que dispone también de un flamante fichaje en forma de piano blanco de media cola. Me lo ofrece y me siento. Hace mucho tiempo que no toco un buen piano analógico y disfruto como un cabrón, mientras Eduard graba un par de videos cortos de rutina y seguidamente se va al sofá de la sala de control (donde tiene el ordenador y los aparatejos).

Volviendo a la Tierra

Hemos ido al estudio a hacer tiempo, pues faltan un par de horas para el concierto de Roger Mas en el Sputnik y yo tocando pierdo la noción del tiempo mientras él se duerme. Me inspiro y deliro y me reconcilio con mi instrumento original, que ha quedado un poco en segundo plano con respecto a muchas otras facetas. El sentimiento de tocar un buen instrumento en soledad y en harmonía es muy puro y tiene alguna cosa psicoanalítica. Toco hasta que deduzco que se acerca la hora y vuelvo a la tierra, desvelo a Edu y vamos al Sputnik.

Me inspiro y deliro y me reconcilio con mi instrumento original

Como ya dije en la crónica anterior, era la primera vez que visitaba el pub insignia de Solsona y también que vería a Roger Mas en directo. No lo he seguido mucho y sólo conozco su disco con la Cobla Sant Jordi: Roger Mas y la Cobla Sant Jordi - Ciudad de Barcelona (Produccions Sant Jordi, 2012) que compré al y-Tunes porque me enamoré de un temazo que conocí no-recuerdo-como nombrado 'L'home elefant' (fant!!), así que voy al concierto como un profano.

Un blues calentito

Sólo entrar me enamoro del local, que me recuerda en muchos sentidos al ya extinto Hot Blues (también conocido como "bar del Gès"), un pequeño bar igualadino que ofreció conciertos durante veinte años y por donde pasó lo mejor de Catalunya y parte del extranjero. El Sputnik es más grande pero al igual que el Hot es también confortable para el espíritu y para el público y el ambiente es respetuoso y acogedor para el músico, hecho que puede parecer habitual pero ya os digo yo que es más bien milagroso.

Es el primer concierto que pueden organizar en dos años debido al covid y además Roger Mas es el ídolo local número uno

La noche del domingo 19 de diciembre es especial por dos motivos más: es el primer concierto que pueden organizar en dos años debido a la covid y además Roger Mas es el ídolo local número uno. Y todo eso se nota, y tanto si se nota. La gente tiene ganas de juerga y hay una conexión inmediata.

Disfrutando como un mono

Lástima que me falte bagaje para estar al loro de todas las bromas internas que quieren entre el trío: Roger en la voz y guitarra, Xavier Guitó en el piano y Arcadi Marcet en el contrabajo; y la parroquia, pero la destreza tan musical como narrativa del astro comarcal me hace disfrutar como un mono.

Roger Mas se encuentra mucho más cerca del siglo XIX que del barroquismo naif de la estética actual urbana

Me es fácil entender el porqué de su prestigio: Roger Mas evoca la figura del juglar o del trovador y se encuentra mucho más cerca del siglo XIX que del barroquismo naif de la estética actual urbana. Y le da igual. Y la verdad es que aunque parezca contradictorio en aquel momento me parece una bocanada de aire fresco.

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Roger Mas, héroe local número uno de Solsona, en su concierto en la sala Sputnik. Foto. Red Pèrill

Hojas de menta y granadas

Entre canción y canción, de vez en cuando, se suelta y provoca sonoras risotadas con alguna anécdota o algún comentario socarrón, siempre con un ademán más bien serio y estoico, que es la mejor puesta en escena que puede tener un humorista, vive Eugenio.

Siempre con un ademán más bien serio y estoico, que es la mejor puesta en escena que puede tener un humorista

Mención especial a una anécdota en la cual un amigo y él se encontraban una noche en un rincón apartado de las afueras tocando la guitarra dentro del coche y se les acercó un jeep de la Guardia Civil derrapando, convencidos de poder requisar alguna sustancia ilegal. Pero sólo consiguieron encontrar el instrumento, unas hojas de menta y una granada (silvestre) y finalmente tuvo lugar un hilarante diálogo que me chivan a posteriori y que se puede encontrar en su libro El dolor de la bellesa.

Espacios y estados mentales

Supongo que en el 2022 ya se ha hablado bastante de la calidad vocal y musical del cantautor así que no me alargaré, pero decir que el concierto tuvo dos momentos estelares de éxtasis colectivo: el primero durante la interpretación de 'El dolor de la bellesa' (si, se titula igual que el libro), un himno que contiene un par de momentos en que el compás se vuelve sardanístico y se canta a coro (la cobla en el disco, el público en el día de hoy) mientras se hacen palmas siguiendo el latido de la pulsión de nuestro groove.

'El dolor de la bellesa' es un himno que contiene un par de momentos en que el compás se vuelve sardanístico y se canta a coro

Y el segundo durante la interpretación del tema 'Anem' del disco Les cançons tel·lúriques (Satélite K, 2008), en la que toda la sala acaba cantando a pleno pulmón. Y eso hace dos años que no pasa, ni en Solsona ni en tantos otros lugares. La música uniendo a las personas en un mismo lugar y espacio y estado mental. Que a menudo se nos olvida entre tanto merchandising, fotos promocionales, posts esponsorizados, listas de lo mejor del año, y pollas en vinagre.