Una buena serie, sea del género que sea, es aquella que combina una estructura que justifique su narrativa episódica y consiga que los personajes tengan una evolución sólida y creíble. En el caso de las crónicas negras, el reto es conseguir que las convenciones de género no dinamiten estos mismos méritos, es decir, que la necesidad de crear tensión y suspense| no vayan en detrimento de la descripción del contexto histórico y social, ni de la construcción de unos personajes bien definidos. En este, y en muchos otros sentidos, Sherwood es absolutamente modélica.

Una buena serie, sea del género que sea, es aquella que combina una estructura que justifique su narrativa episódica y consiga que los personajes tengan una evolución sólida y creíble

Esta serie estrenada en Filmin es seguramente una de las mejores producciones británicas de los últimos años por su capacidad de explicar una historia (real) que funciona a todos los niveles posibles, sin que falte ni sobre nada, y dejando un verdadero poso emocional al espectador. La trama se sitúa en Nottinghamshire, en una comunidad fracturada por unos hechos traumáticos ocurridos durante las protestas mineras de los años 80. En aquel momento, la Policía Metropolitana de Londres irrumpió en el pueblo para sofocar las manifestaciones, enfrentando vecinos y encarcelando inocentes. Las viejas heridas se reabren cuando aparece un hombre muerto en medio de la calle y todo apunta que el motivo tiene que ver con aquellos acontecimientos del pasado. La policía identifica a un sospechoso, pero este se refugia en los frondosos bosques de la zona. Hay otro crimen, pero este parece que no tenga nada que ver con el anterior. Y en medio de todo eso, una sospecha: que en su día, uno de los policías desplegados en el pueblo para parar las protestas se quedó a vivir como infiltrado.

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Sherwood, una serie imprescindible

Una genialidad

Sherwood es una genialidad. De entrada podría parecer uno de los muchos thrillers británicos rodados con oficio y conciencia de género, pero va mucho más allá porque pocas veces se ha visto una serie tan efectiva a la hora de hacer verosímiles las tensiones dramática entre sus protagonistas. Lo consigue gracias a que todos y cada uno de ellos transpiran verdad, son vecinos perfectamente factibles de una comunidad que sentimos como próxima. Hay muchos personajes y muy diferentes, pero el guion de James Graham crea un calidoscopio tan robusto que siempre entiendes cuál es su vínculo y, más importante todavía, la brecha que los separa.

De entrada podría parecer uno de los muchos thrillers británicos rodados con oficio y conciencia de género, pero va mucho más allá porque pocas veces se ha visto una serie tan efectiva a la hora de hacer verosímiles las tensiones dramática entre sus protagonistas

Mención especial, en este sentido, para la interpretación de la inmensa Lesley Manville, en un papel que hace de síntesis de lo que se está explicando. Por otra parte, la serie juega hábilmente con sus giros, con las resonancias del pasado y con las grandes consecuencias de decisiones aparentemente pequeñas. Es un retrato social devastador, pero también engancha mucho como intriga criminal y es un ejemplo de cómo crear un buen misterio.

Mientras la miras, juegas a hacer de detective y a la vez te das cuenta de que vas entrando de manera irreversible en la esfera íntima de seres rotos por su origen y clase

Mientras la miras, juegas a hacer de detective y a la vez te das cuenta de que vas entrando de manera irreversible en la esfera íntima de seres rotos por su origen y clase. Incluso cuando entra en terrenos propensos en el cliché (la relación entre la pareja de policías) la historia nunca coge el camino fácil y crea momentos de una impagable incomodidad. Sherwood recoge la herencia de la mejor ficción británica y la eleva a su máximo esplendor.