Está la tentación, a menudo muy paternalista, de negar la capacidad de las redes sociales para ser el origen de nuevas narrativas. Recuerda un poco a lo que pasó en los años 80, cuándo la popularización del videoclip influenció en los montajes cinematográficos y todos los puristas se llevaron las manos a la cabeza. Y de la misma manera que se han acabado revalorizando cineastas como Tony Scott, Kathryn Bigelow o Russell Mulcahy, sería bueno que empezáramos a ver lo que pasa en los reels de Instagram o en TikTok como lo que realmente es: el nacimiento de nuevas maneras de explicar una historia.

Es un debate muy vivo que enfrenta, una vez más, los gustos populares con los guardianes de las esencias, unos personajes, por cierto, que en la mayoría de casos acaban adorando aquello mismo que despreciaban. Putos modernos es la perfecta síntesis de la armonización entre los dos mundos, ya que se trata de un fenómeno nacido en Instagram que encuentra su aplicación serial gracias a una plataforma de streaming: Filmin. Y no una cualquiera, sino seguramente la que más ha contribuido a prestigiar el medio. Pero es que más temprano que tarde se tendrá que sopesar como estos formatos han acabando siendo primordiales para entender lo que estamos mirando.

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Un capítulo de serie con duración de videoclip

Está, pues, el debate de la fuente, y también está el de los objetivos. Putos modernos ha estrenado cuatro episodios con duraciones que no superan los tres minutos. Otra tentación, la de reducirlos a una anécdota, a un esquema, a una ocurrencia. Pero también aquí hay unos cuantos matices que hacer. ¿La medida hace la cosa? No necesariamente, aparte que en tiempo de dilaciones innecesarias, ver un microrrelato es casi emocionante. Pero lo más importante es que saben qué quieren explicar y que hacerlo comporta decir muchas cosas en muy poco tiempo. Aquí cada plano, cada frase y cada detalle cuentan, y cuando acabas cada capítulo sabes dónde dispara y contra quien.

Putos modernos va de recrear situaciones en que el postureo, el esnobismo, la incoherencia y la imbecilidad en general se manifiestan durante nuestra cotidianidad

Putos modernos va de recrear situaciones en que el postureo, el esnobismo, la incoherencia y la imbecilidad en general se manifiestan durante nuestra cotidianidad. Encontramos la búsqueda de un producto cien por cien natural, pedir comida por Internet, la pasión por las experiencias gastronómicas más absurdas y aquello tan recurrente de desconectar y hacer muchas fotos. Cuatro segmentos llenos de apuntes corrosivos (algunos evidentes, otros de más sutiles) que nos ponen delante de la tontería colectiva, que no siempre emana de los que tienen los bolsillos llenos. Tienen gracia como ejercicio creativo, pero sobre todo por su misma existencia, que también es un mensaje. El único reproche a hacer es que cuatro son pocos. Eso es porque, al final, hay tantas cosas en el "moderno" que merecerían un episodio que esta serie podría acabar siendo más larga que Anatomía de Grey.