Hay dos planos casi idénticos en Selftape que sirven para explicar muy bien su discurso. En los dos vemos a las creadoras y protagonistas de la serie, Joana y Mireia Vilapuig, mientras se ponen un corsé en un rodaje. En uno, se hace el esfuerzo de atar bien los cordones; en el otro, se aflojan porque habrá que sacarlo. Esta es una de las muchas virtudes de esta serie de Filmin: elabora un relato muy desgarrador prestando mucha atención al detalle, favoreciendo que los matices expliquen los personajes y su contexto, y habla de cosas que demasiado a menudo quedan fuera de plano cuando se tratan temas como la presión a las actrices, el peso de la fama y la búsqueda de la identidad. Selftape es un lúcido ejercicio de autoficción a partir de la experiencia de dos intérpretes que conocieron la popularidad en plena adolescencia (en Pulseras rojas, concretamente) y que han tenido que sobrevivir a sus resonancias.

Selftape es un lúcido ejercicio de autoficción a partir de la experiencia de dos intérpretes que conocieron la popularidad en plena adolescencia

Las costuras de la realidad

Sus seis episodios son diferentes los unos de los otros, otro de sus hitos, porque tienen una estructura y una pulsión propias, y tan pronto apuestan por una narrativa lineal como juegan con inteligencia con los puntos de vista. Pero hay un denominador común, que es la evocación de las películas caseras y de los "selftapes" como contrapunto de un presente en que las hermanas Vilapuig se buscan a ellas mismas.

Foto Selftape 3
Selftape, mucho más que el retrato de dos actrices en busca de su lugar en el mundo

Vemos de dónde vienen y dónde han llegado para entender donde están ahora, en un viaje de autoconocimiento que atrapa porque la directora de la serie, Bàrbara Farré, saca mucha verdad de esta ficción que flirtea constantemente con las costuras de lo que entendemos como realidad. Es lo que decíamos de los detalles: en Selftape la dialéctica de los cuerpos, la posición del personaje al encuadre y el metalenguaje configuran un mundo que percibimos como propio. Por todo eso, la serie consigue que el viaje de Joana y Mireia sea un diagnóstico de nuestra misma mirada. Al final, estábamos allí cuando las protagonistas saltaron a la fama, pero nos tenemos que preguntar quiénes somos ahora cuando nos reencontramos con ellas.

Seltape es ficción que flirtea constantemente con las costuras de lo que entendemos como realidad

Selftape acaba siendo muchas más cosas que el retrato de dos actrices en busca de su lugar en el mundo. Es una fábula sobre infancias robadas, una reflexión sobre la intimidad y una emotiva historia de amor fraternal. Es una visión nada complaciente de una industria, una denuncia de su toxicidad y una reivindicación del derecho a ser más allá de cómo los otros te quieren ver.

Es una visión nada complaciente de una industria, una denuncia de su toxicidad y una reivindicación del derecho a ser más allá de cómo los otros te quieren ver

También es una crítica a la sexualización de las actrices (aterradora la entrevista real en la que le preguntan a una de ellas sobre el primer beso) y un clamor contra las etiquetas y los prejuicios. Alguna cosa has hecho muy bien en una serie cuando en seis episodios de 30 minutos dices más y mejor que la mayoría de ficciones que se han estrenado la misma semana. Aparte de contar con dos interpretaciones memorables: lo que hacen Joana y Mireia Vilapuig es especialmente valiente y meritorio porque no debe ser fácil (re)construirse a partir de los propios espejos.

Selftape - Trailer