Cada vez que a Íria le preguntan de dónde es, ella contesta resignada, intuyendo cuál será la contrarrespuesta de su interrogador.

-Soy de Riba-roja d'Ebre, dice ella.

-¡Ah! ¿Allí bajo, en el Delta, no?, responde el interrogador llevado por esta asociación de ideas que realiza quien se saltó las clases de Geografía y vincula con el Delta todo aquello que tiene el Ebro como apellido.

Y entonces la cara de resignación de Iría, y la explicación que no, que Riba-Roja es un pueblo de la Ribera d'Ebre, cerca de Flix, cerca de Ascó, el pueblo de la nuclear. Y entonces la cara de desconcierto del interrogador, que sigue sin entender por qué un pueblo que tiene el sufijo Ebro no está en el Delta.

Mi amigo Jordi era de Flix, por eso, cuando nos conocimos con Íria yo sabía ubicar Riba-roja en el mapa. Fue jugar con ventaja. El hecho, sin embargo, es que a pesar de saber que Riba-roja d'Ebre no es Baix Ebre ni Montsià, sino Ribera d'Ebre, más cerca de Lleida que de Tarragona, mucho más cerca de Aragón que de Barcelona, cada vez que oigo o leo la palabra Delta, no puedo evitar pensar en ella. Por eso, cuando días atrás recibimos en la redacción el libro Totes les narracions del Delta de Sebastià Juan Arbó, a pesar de no saber, lo admito, quién era el autor de esta recopilación de cuentos y artículos, me lo llevé a casa. Lo he devorado este puente de Sant Joan. Una maravilla.

Su país

"Aquí, en este pueblo –me dicen— el escritor Sebastià Juan Arbó es muy conocido", describía Josep Pla en el capítulo dedicado al Delta de l'Ebre de su libro de 1961 Catalunya. "Arbó ha descrito maravillosamente el paisaje del Baix Ebre —que es su país", proseguía. "En algunos aspectos, su descripción es tan perfecta, tan admirable, que me ha parecido que llegaba a un lugar conocido. Comprenderéis muy bien, por otra parte, que esta tierra tenga una fascinación para todas las personas de sensibilidad que la contemplan. Contemplarla es admirarla. Todo parece nuevo, primigenio y vital. Desde Tortosa, la carretera de Valencia coge de nuevo la dirección del mar y va al puerto de Sant Carles de la Ràpita y Alcanar, que es el último pueblo geográficamente hablando, de esta parte, de Catalunya. Así como el Gangal está en la base de levante del delta del Ebro, Sant Carles está en la base de poniente".

Sebastià Juan Arbó nació, justamente, en la base de poniente del Delta, en Sant Carles de la Ràpita, el 27 de octubre de 1902. Hijo de una familia de campesinos jornaleros, a los 12 años, ya viviendo en Amposta, empezó a trabajar como escribiente en una oficina. La casa donde vivían en la capital del Montsià pertenecía a los Carvallo, una familia adinerada con una gran sensibilidad por la cultura. Intuyendo la vocación del joven Sebastià, los Carvallo abrieron las puertas de su majestuosa biblioteca al futuro escritor. Fue allí donde Juan Arbó descubrió su amor irrenunciable por las letras.

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Sebastià Juan Arbó, el escritor que descubrió la vida al Delta del Ebro

Un meteorito

Sebastià Juan Arbó se estableció en Barcelona acabado el servicio militar. El impacto que la gran ciudad causó en él fue como el de un meteorito gigante chocando contra la corteza terrestre. En la capital empezó su carrera como periodista, primero, escribiendo para diarios como La Vanguardia y l'ABC, después como novelista, oficio en que se inició el año 1931 con la publicación de L’inútil combat. Más tarde vendrían obras referenciales como Terres de l’EbreCamins de nitNausica Hores en blanc, de entre otros.

Y entonces estalló la Guerra Civil, conflicto que silenció a Juan Arbó durante más de una década. Exilio novelístico a que puso fin en 1948 con Tino Costa, su primera obra en castellano. Después vendrían Sobre las piedras grises (1948), con el cual ganó el Premi Nadal de novela, y, especialmente, la muy aclamada Martín Caretas (1959). Posteriormente, recuperaría el catalán. Último periodo de su trayectoria en qué daría vida a Narracions del Delta (1965), L'espera (1968) o La masia (1975).

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Portada de Totes les narracions del Delta de Sebastià Juan Arbó

'Lo' río

La narrativa de Sebastià Juan Arbó es la mejor guía literaria para adentrarnos en un territorio siempre, todavía ahora, olvidado, el de las Terres de l'Ebre. Una prosa costumbrista, pero con cierta dimensión de aquel realismo mágico que décadas después cultivaron con tanto éxito los referentes del boom latinoamericano.

Sus obras son un gran lienzo trazado a partir de los parajes que vivió en su infancia y primera juventud en Amposta: la casa familiar, la casa Carvallo, el castillo, el puente colgado, el canal, la plaza de santa Susanna, la plaza de Àuber, la torre de la Carrova, el puente de piedra, y el río, siempre LO río... "Vieja, de escasas dimensiones y sobrada de incomodidades", así nos descubría a Los hombres de la tierra y el mar, la primera casa familiar en Amposta, el hogar de los Juan antes de mudarse a la casa Carvallo. "Tenía, para mí, aquello que la compensaba del todo: porque desde ella, a través de su ventana, se veía el Ebro, en toda su amplitud, sin obstáculos ni limitaciones. Para mí la mayor fortuna". El río, siempre LO río. Y sobre este catálogo de lugares y parajes, un fascinante grupo de personajes. De 'lo tonto' Manuel a la viuda 'Pigada', de los campesinos a los pescadores, de los menestrales y burgueses a los crápulas y delincuentes de taberna.

Antihéroes locales marcados por un destino del cual les es imposible escapar y un catalán que en boca suya toma una de sus formas más preciosas. Habla que huyendo de los centralismos, Sebastià Juan Arbó adopta en muchos de sus textos. No tanto cuando la tercera persona es la voz narrativa, pero sí cuando transcribe los diálogos que mantienen a sus personajes. Y es entonces cuando su literatura, conjugando todas sus particularidades, se convierte en un regalo para los sentidos. Lo comprobaréis leyendo Totes les narracions del Delta, antología de cuentos y artículos que acaba de publicar la editorial Proa. Y es que como decíamos que decía Josep Pla, nadie ha descrito como el Arbó el paisaje del Baix Ebre, su país. Un país, por cierto, del que, no os olvidéis, no forma parte Riba-roja d'Ebre. (Y si no, preguntadle a Íria).