El Salón del Manga de Barcelona se ha abierto con un lleno absoluto y con las entradas agotadas para los dos primeros días. A pesar de que este año el Salón ha aumentado su capacidad, la Fira de Montjuïc ha vuelto a quedar pequeña ante la gran afluencia de gente. A la una del mediodía, había gente haciendo cola que había llegado a plaza de España a las diez. La mayoría de los asistentes eran jóvenes, de entre quince y veinte años, aunque no faltaban algunos grupos de individuos en la cuarentena o unas pocas familias con niños. Entre los que despertaban más interés y más curiosidad figuraban los cosplayers, los aficionados a vestirse como sus héroes de manga favoritos. Para los que no han podido conseguir entradas para visitar el Salón, los organizadores han preparado una televisión que durante los cuatro días del acontecimiento emite en streaming.

Repertorio de actividades

El Salón tiene previstas actividades muy diversas: conciertos, talleres gastronómicos, venta de objetos de temática manga, talleres de cultura japonesa, food trucks, exposiciones, proyecciones de cine de animación, talleres de manga y animación, venta de mangas, concursos de cosplay, luchas de monstruos, firmas de autores, espacio para videojuegos, estands de las asociaciones de fans de Star Wars, presentaciones de cómics... Una gran variedad de espectáculos pensados para público muy amplio. Entre los asistentes hay un reducto de seguidores fanáticos del manga: individuos de más de treinta años que llevan uniformes elaboradísimos confeccionados a mano, coleccionistas que buscan su manga favorito en las librerías especializadas que tienen ejemplares antiguos, seguidores de dibujantes que quieren hacerse firmar su álbum favorito, aficionados a algunas series que buscan camisetas y zapatillas de sus héroes favoritos... Pero la gran mayoría de los asistentes no son fans obsesivos del manga, sino jóvenes que han encontrado en el Salón un espacio de socialización.

En grupo

El Salón del Manga es, sobre todo, un gran lugar de encuentro para los jóvenes, que acuden en grupos: de dos, de cuatro, de diez, de quince...  En realidad, el piso dedicado a la cultura japonesa está medio vacío; ni siquiera el espacio dedicado a las artes marciales causa furor. Poca gente contempla las exposiciones repartidas por todo el recinto; en realidad, muchas no estan muy elaboradas y resultan poco atractivas (ni siquiera las dedicadas a temas muy impactantes, como los monstruos cinematográficos, consiguen atraer visitantes). Los talleres de cosplay, de manga y de animación tampoco tienen mucha gente, aunque aquí se ve el público más enfervorizado. Las librerías son los establecimientos menos frecuentados: parece ser que los que acuden aquí están más interesados en comprar llaveros que mangas. Poca gente se queda mucho rato viendo los espectáculos de lucha estilo pressing catch. El cine, donde se estrenan películas que no se han visto todavía en las salas catalanas, tiene bastante público, pero ni siquiera se llena...

Salón del Manga. Foto: Roberto Lázaro

La comunión

El principal atractivo del Salón del Manga, es, justamente, los propios asistentes. Los cosplayers, que se exhiben por todos los pabellones con gruesos disfraces de Pikachu o con provocativos uniformes de escolar japonesa, son los principales animadores del Salón. La gente se detiene a hacerse fotografías con los que van mejor disfrazados. Y estos, encantados, se dejan fotografiar con sus admiradores. Los grupos se encuentran entre ellos, y la gente se saluda, se presenta, charla y continúa el paseo. Algunos asistentes, especialmente chicas adolescentes, llevan letreros de "Free hugs" ('abrazos gratis'), y reparten abrazos a quien quiere. La gente se reúne también para comer: el pabellón 1 se convierte en el lugar de encuentro favorito al mediodía. La máxima emoción de los asistentes es darse cuenta de que son muchos los que comparten un mismo imaginario y unos mismos héroes.

El espacio que se necesita

Es sintomático que el espacio reservado a los videojuegos figure entre los más vacíos del Salón. Al Salón del Manga no se va para encerrarse en uno mismo, sino para abrirse, para relacionarse. El manga es el pretexto para recrear un universo propio de los jóvenes, con sus mitos, sus héroes, sus rituales, su subcultura... Unos jóvenes que disfrutan charlando, jugando, disfrazándose y abrazándose, y que no tienen acceso a muchos espacios donde encontrarse. El éxito del Salón del Manga tiene que obligar a replantear la necesidad de ofrecer espacios de ocio para la juventud, más allá de los que les ofrece la iniciativa privada y que no siempre es accesible a todo el mundo.