El Salón del Cómic se ha inaugurado este jueves y estará abierto hasta el domingo. En esta edición, consagrada a la aviación, se ha ampliado el espacio disponible y el número de expositores. Esta ampliación del Salón responde al creciente interés que despierta el cómic entre el público catalán. Un género que había sido considerado hasta hace algunos años una cosa marginal, propia de niños o de adultos inmaduros, ha ido ganando públicos, y en cierta medida ya se ha consolidado como objeto de culto. El Salón, pues, se abre a todo el mundo y se convierte en un espacio de cultura, abierto a escuelas, familias, grupos de amigos... Una muestra de la normalización progresiva del cómic en la cultura catalana.

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El público del Salón del Cómic es muy heterogéneo. No hay mucha gente disfrazada, como en el Salón del Manga. El Salón es, sobre todo, un gran escaparate, donde se pueden encontrar los cómics menos habituales y todo aquello relacionado con el mundo del cómic. Aquello que despierta más interés son los stands de los expositores: librerías, editoriales, tiendas de merchandising, de camisetas, de juegos... Aunque algunos visitantes cargan bolsas con sus álbumes favoritos, muchos otros tan sólo vienen a mirar. Y mucha gente no compra cómics, sino objetos relacionados con el mundo del cómic: camisetas, relojes, máscaras, tazas... El espacio de las exposiciones es poco visitado. La mayoría de ellas no congregan mucho público. En cambio, despierta mucha expectación la actuación de Kim Jung Gi, un dibujante de cómics coreano que realiza sus dibujos en directo. En una hora llena un papel de grandes dimensiones, con sus fantásticos personajes de formas animales. Lo más extraordinario es que el ilustrador no realiza ningún esbozo ni ningún croquis: realiza su dibujo sin dejar ninguna marca previamente. El público lo observa boquiabierto.

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Ganan los de siempre

En realidad, los protagonistas del Salón del Cómic no han variado mucho en los últimos años. Los grandes protagonistas son los clásicos de siempre, especialmente aquellos que han disfrutado de presencia en las televisiones y en las pantallas del cine: Star Wars sigue acaparando estanterías enteras de las librerías, y los objetos de Bola de Drac monopolizan muchas tiendas de regalos. One Piece, el cómic de Eiichiro Oda, no se ha olvidado: los fans de este personaje compran cómics, camisetas y objetos de lo más diverso. Evidentemente, Marvel tiene un gran protagonismo, tanto en los álbumes como en el merchandising (con todas sus variantes de superhéroes). Y hay presencia menos intensa de las producciones de Disney y de varios mangas japoneses, como Sailor Moon...

Espacio para los clásicos

Los grandes del cómic de todos los tiempos están presentes en el Salón: aunque el cómic erótico pasa por momentos bajos, hay presencia de clásicos como Robert Crumb o Raff König. Evidentemente, en el salón se puede encontrar todos los volúmenes de las historias de Marvel, pero también las aventuras de los aviadores Tanguy y Laverdure, las conspiraciones del visir Iznogud, aquél que quería ser califa en lugar del califa, y no falta, evidentemente, la cruda historia de Maus... Entre los españoles, se encuentran los clásicos, como los Paracuellos de Carlos Giménez, o los eternos Superlópez, Mortadelo, la familia Ulises... Ni siquiera falta algún Capitán Trueno.

Nueva creación

Aunque las clásicas revistas infantiles ilustradas han desaparecido, prácticamente, la edición de cómic en formato álbum no pasa por mal momento. En el Salón hay muchos títulos de nueva edición, de géneros diversos. Y muchos de ellos, de producción española. Hay numerosos dibujantes y autores de cómics catalanes y españoles que se están ganando su puesto en el mercado. Incluso hay muchos que publican en el extranjero y han conseguido trabajar con las mejores editoriales o colaborar con los más potentes nombres del cómic actual. Pero aunque tienen un gran prestigio, la cuota de mercado que consiguen es muy pequeña, porque las producciones que controlan el mercado son las de licencias norteamericanas y japonesas.

Con más presencia femenina

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Hace unas décadas los cómics eran mayoritariamente masculinos: ni en los Hazañas bélicas, ni en el Capitán Trueno ni en las historias de la Marvel aparecían muchas mujeres (generalmente, tan sólo hacían acto de presencia en las páginas cuando tenían que ser salvadas por el héroe). Y los lectores eran muy mayoritariamente masculinos (a excepción de los de unas pocas publicaciones específicamente para mujeres como el Sissí). Desde hace algunos años, a la vez que se multiplica la literatura femenina, aumenta el número de cómics escritos por mujeres que explican, sobre todo, vivencias femeninas cotidianas. En esta edición del Salón del Cómic tiene un papel relevante la presentación del libro Que alguien se acueste conmigo, por favor de la norteamericana Gina Wynbrandt, una visión desenfadada de la sexualidad femenina. Pero hay muchos otros títulos orientados hacia el público femenino, La historia de mis tetas de Jennifer Hayden (Reservoirs Books), Yo gorda, de Meritxell Bosch (ediciones La Cúpula), Una Tal Martina y su monstruo de Sara Fratini (Lumen)... Incluso hay colecciones dedicadas a temas cotidianos que han acabado convirtiéndose en espacios básicamente femeninos, como Zigzag, de Planeta, donde se publican obras como Las chicas siempre tienen pipí, de María Perineo Orwal. A pesar de todo, la presencia femenina sigue siendo muy escasa en el cómic no específicamente reservado por mujeres. El universo de los superhéroes continua siendo dibujado por hombres.

Trump triunfa

En la plaza del Universo, en la entrada del Salón, se exhiben algunos aviones que han servido de referentes míticos en algunos cómics. En primer lugar, hay que destacar un MIG 15, usado por los comunistas durante la guerra de Corea, y también un espectacular helicóptero médico del ejército de los Estados Unidos, utilizado durante la guerra de Vietnam. Son una magnífica introducción al Salón. La otra exposición que causa furor es la dedicada a Trump: una muestra de pequeño formato y ubicada en un rincón, pero que despierta el interés de todo el mundo que se acerca en la zona: Trump, a buen seguro, dará mucho que hablar y también dará mucho que dibujar. El Salón incorpora muchas otras exposiciones, como la dedicada al TBO, que este año cumple su centenario, u otra que plantea, a partir del cómic El fantasma de Gaudí, la relación entre el modernismo y el cómic. Pero no todo el público llega hasta aquí, la parte más retirada del Salón. Los talleres de youtube, de animación y de dibujo de cómic también tienen un público poco cuantioso. En cambio, las masas se acumulan en las zonas donde se pueden probar las consolas donde se hacen actividades juveniles. Porque el Salón es, sobre todo, la gran fiesta del cómic.