Parece un gag de Monty Phyton pero no lo es. Rupert Louis Ferdinand Frederick Constantine Lofredo Leopold Herbert Maximilian Hubert John Henry zu Löwenstein-Wertheim-Freudenberg. A pesar de que interminable, este es el nombre del príncipe mallorquín descendiente de la nobleza germana-bávara, que durante años dirigió las cuentas de Sus Satánicas Majestades. Fue él que aconsejó a los Rolling Stones que se exiliaran en Francia para eludir la morterada que los reclamaba el gobierno británico en concepto de impuestos no tributados. El asesor fiscal del que Keith Richards dijo que "interpreta las finanzas como yo toco la guitarra. Francos suizos por la mañana, cambio a marcos alemanes por la tarde, un paseo por el yen y, al final del día, ¿cuántos dólares tienes?". Estratagema evasiva de la cual acabaría surgiendo uno de los mejores discos de la historia del rock, Exile on Main St. Álbum de qué hoy se celebra el 50 aniversario de su publicación.

Londres, París, Málaga

"Conocí a los Rolling Stones a finales de 1968... No había oído hablar de ellos, excepto en un artículo en The Times sobre el arresto de Mick Jagger en Sussex". Todo había pasado a inicios de febrero de 1967. Mick Jagger y Keith Richards fueron arrestados en la casa que el guitarrista había comprado meses antes a Redlands, al contado de Sussex, y donde desde entonces vivía con su perro Ratbag. Mick Jagger y el resto del séquito stoniano solían acercarse al chalet. Las fiestas que montaban rápidamente suscitaron la aparición de todo tipo de mitos y leyendas urbanas. No pasó mucho hasta que la policía se dejó caer por la mansión. Hacía tiempo que los perseguían y aquella noche se llevaron esposados a los Glimmer Twins (el mote con el que se conocía al tándem Jagger-Richards). Los acusaron de posesión de drogas. Al día siguiente eran potada de todos los tabloides ingleses. Para huir de la presión y persecución de la prensa, la banda se refugió en Marruecos. Un viaje que iniciaron a Londres, haciendo escala en París y Málaga, donde estuvieron a punto de acabar en el calabozo detenidos por la Guardia Civil. Los Stones querían pagar con su tarjeta Diners Club la comida que habían disfrutado, pero los propietarios del local sólo aceptaban efectivo.

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Exile on Main St, cima|cumbre creativa de los Rolling Stones, celebra 50 años - Dominique Tarlé

El juicio se celebró a inicios de aquel verano. Se dictó sentencia el 29 de junio de 1967. Jagger fue condenado a una multa de 200 libras y tres meses de prisión por tenencia de cuatro pastillas de anfetaminas. Richards fue declarado culpable de permitir que se fumara cannabis en su propiedad y condenado a un año de prisión y una multa de 500 libras. Jagger fue llevado a la prisión de Brixton, en el sur de Londres. Richards, en la prisión de Wormwood Scrubs, en el oeste de Londres. Los dos salieron al día siguiente. "Cuando nos arrestaron en Redlands nos dimos cuenta de que el juego ya no era divertido", rememoró Richards en una entrevista del año 2003. "Hasta entonces, había sido como si Londres existiera en un espacio precioso donde podías hacer cualquier cosa que quisieras". No sería el único problema legal que los perseguiría en aquella época.

Fantasmas, explosiones, amigos y ladrones

Nacido en Palma de Mallorca el 24 de agosto de 1933, Rupert zu Lowenstein-Wertheim-Freudenberg se educó en las más exclusivas escuelas y universidades británicas. Figura habitual de los círculos aristocráticos ingleses, no le costó encontrar socios para comprar el banco Leopold Joseph & Co. Tiempo más tarde, Loewenstein emprendería el vuelo por libre como asesor fiscal de grandes fortunas. Entre su bolsa de clientes se encontraba aquel grupo de rock del cual había oído hablar por primera vez en un artículo de The Times. Él fue el responsable de rescatar las finanzas de los Stones de una hasta entonces pésima gestión económica. Fue su mánager financiero durante décadas, experiencia y vivencia que descubrió en su autobiografía de 2013, A prince among stones: That Business With Rolling Stones and Other Adventures. Un relato fascinante en que, evidentemente, hablaba de la huida fiscal a Francia de Jagger, Richards y resto de majestades satánicas.

Fue la primavera de 1971, los Rolling Stones habían publicado uno de sus álbumes más aclamados, Sticky Fingers, pero no pudieron disfrutar del éxito. Perseguidos por el fisco británico que los acusaba de deudas millonarias con la hucha pública en concepto de impuestos no pagados, el príncipe les aconsejó que se mudaran dos años a Francia. ¡Dos años! No se lo pensaron mucho. El 5 de abril ya habían hecho todos las maletas. Mick Jagger y su esposa Bianca decidieron vivir a caballo entre París y Saint-Tropez. Charlie Watts se decantó por Aviñón. El guitarrista Keith Richards, su mujer Anita Pallenberg y su hijo Marlon se instalaron en la ciudad de Villefranche-sur-Mer, cerca de Niza y Cannes. Richards alquiló un château, Villa Nellcôte, que había sido usada como cuartel de la Gestapo durante la Segunda Guerra Mundial. Una mansión que tiempo después compró un viejo militar reconvertido en traficante de armas. Un palacete rodeado por palmeras y cipreses con acceso directo en una playa privada. Dicen, sin embargo, que Richards se decantó por esta localización para estar cerca del puerto de Marsella, punto de llegada de la más pura heroína tailandesa. Unos años más tarde, Nellcôte haría crecer su leyenda negra (Richards aseguraba que en su grandioso, oscuro y húmedo sótano se podían escuchar psicofonías de fantasmas) cuando su propietario se quitó la vida colgándose de uno de los cipreses. El resto de la banda: el bajista Bill Wyman y el guitarrista Mick Taylor, alquilaron una villa en Grasse, también en la Provenza. El contingente se completó con los amigos y camellos de confianza.

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Medio siglo del caótico verano de los Rolling Stones en Villa Nellcôte - Dominique Tarlé

Aunque acababan de publicar un disco referencial, los Stones viajaron a Francia con una buena bolsa de canciones inéditas y el proyecto de empezar a grabar material nuevo cuanto antes mejor. La idea original era instalar el estudio en una granja en las colinas de Villefranche-sur-Mer, pero ante la imposibilidad de encontrar una ubicación adecuada, Keith Richards propuso dar vida a su nuevo álbum en Nellcôte. Lo que allí se vivió a partir de aquel tórrido mes de julio fue una espiral caótica: drogas (los Stones se acabaron marchando de Francia en octubre de 1971 rumbo a los Estados Unidos, donde acabaron de producir el disco en que estaban trabajando, a causa de la presencia constante de la policía en la casa persiguiendo narcotraficantes), robos (una noche un ladrón entró en la mansión y se llevó buena parte de las guitarras de Richards), explosiones de gas (el cocinero particular de la banda se dejó los fogones encendidos y casi no lo explican), nacimientos (durante aquellos meses llegó al mundo la hija de Mick y Bianca Jagger, Jade Jagger), constantes visitas de amigos de la dimensión de William Burroughs, Terry Southern, John Lennon o Gram Parsons y sesiones de grabación maratonianas. Por imposible que parezca, de todo aquello acabó surgiendo uno de los mejores álbumes de la historia del rock: Exile on Main St. "Cuando era un yonqui aprendí a esquiar, grabé Exile on Main St y gané a Mick Jagger jugando al tenis", evocaría Richards.

Publicado el 12 de mayo de 1972, hoy hace exactamente 50 años, Exile on Main St es un trabajo referencial, desde su portada, un collage fascinante diseñado por John Van Hamersveld y Norman Seef, al último segundo de 'Soul Survivor', el tema que cierra el disco. Una obra, escaparate de sencillos como 'Rocks Off', 'Tumbling Dice', 'Sweet Virginia', 'Sweet Black Angel', 'Let It Loose', 'Shine a Light'..., que es el compendio perfecto, conjunción sublime de los vocablos del rock and roll, el country, el blues y el rhythm and blues, el bugui-bugui, el jazz y el góspel. La culminación de la gran era creativa de los Rolling Stones, etapa iniciada con Beggars Banquet en 1968. Póquer que completarían con Let It Bleed (1969), Sticky Fingers (1971) y este Exile on Main St. Sus Satánicas Majestades acabarían volviendo en el Reino Unido. Y si hubieran decidido separarse entonces habrían sido la banda más importante de todos los tiempos. Si es que no lo son ya.