Richard Gere fijó su residencia en Madrid hace unos meses junto a su mujer, la publicista y activista coruñesa Alejandra Silva. Un cambio de vida y también de costumbres. La pareja, concienciada e involucrada en un gran número de causas, lo mismo viaja a Nueva York para asistir a la City Harvest Foundation, en la que también participó el chef José Andrés, como llegan a México para defender el medio ambiente en otro evento con tintes benéficos. No en vano, él aprovecha esa fama para actuar como portavoz, aunque no olvida que su trabajo es el de actor. Otra de sus defensas es que todos somos iguales, no hay nadie más tonto ni más especial. A algunos de estos actos les acompaña Homer, uno de los hijos de Gere, quien tiene intención de meterse en el mundo del cine, ya sea como intérprete o dirigiendo cortometrajes. Asimismo, el actor que se dio a conocer a nivel mundial con Oficial y caballero, cosechando unos años después un súper taquillazo con Pretty Woman, mantiene intacta esa capacidad de atracción; hace poco recitó un poema del escritor palestino Mahmoud Darwish que se hizo viral. En su discurso trataba de aliviar el sufrimiento en una región tan castigada. Es también una denuncia ante los que callan por el genocidio. Por tanto, aunque ahora actúe menos (su última película remarcable es Oh, Canada de Paul Schrader), él no cesa en su actividad.

A pesar de vivir cerca (la familia de Alejandra es gallega y allí también pasan temporadas), no es fácil cazarle. Su agenda echa humo. Como si no, sigue atesorando premios, como el Goya Internacional de este año o el reciente y honorífico en los Premis Sant Jordi. Eso sí, lo que más luce es su sonrisa. Y esa cabellera blanca tan impoluta. Acaparan toda la atención, siendo el foco de las cámaras y los curiosos. Por donde él pasa se detiene el tiempo. En todo caso, Gere ha producido Sabiduria y felicidad, un documental sobre la figura del Dalai Lama. Alguien que, visto el modo de vida actual del actor, parece hasta normal que le rinda pleitesía, tanto como para producir una cinta como esta. Y es que, para el Dalai Lama, la ira y la compasión no deben ir juntas. Son términos antagónicos. Si bien, entiende que a veces es inevitable sentir ese malestar, así como los celos o sentimientos semejantes poco aconsejables. El fin, en este caso, es la compasión. Y el camino para conseguirla es el entrenamiento de la mente y el optimismo. A partir de ahí, consejos y vías que ayuden a vivir en un mundo mejor y más pacífico. Algo que, visto lo removida que está la tierra, parece algo bastante utópico. Sin embargo, se agradece que haya líderes que todavía crean en eso.

Una mirada limpia y moderna del Dalai Lama

Consciente de que es difícil combatir el estrés, el consumismo y el deseo de tener más y más cosas, el Dalai Lama no cesa en su empeño. Gracias a su buen humor, se le puede ver con unos cascos de urbanita en un avión o subido a una cinta de correr para hacer ejercicio, imágenes que no imaginábamos del decimocuarto Dalai Lama (Tenzin Gyatso, es su nombre original) de 90 años de edad. Ahora el Dalai reside en una comunidad de la India y, mientras, sigue defendiendo el valor de la cultura tibetana. De hecho, insiste en que no buscan independizarse de la China, sino preservar su cultura y su lengua. El documental dirigido por Philip DelaquisBarbara Miller, y producida por Richard Gere, es una mirada limpia y moderna del Dalai. Potente en sus imágenes y en la fotografía, es un ejercicio valiente y muy dinámico, con ideas como la de que, los hombres son esclavos de sus emociones destructivas (si hubiese más mujeres en el poder el mundo sería más pacífico), y que sin contradicción no hay progreso.  “Estas son las dos palabras del documental, sabiduría y felicidad, y no son palabras que funcionen separadas, van juntas. Sabiduría en el simbolismo tibetano es la energía de la mujer, la inteligencia de la mujer, pero la compasión, ¿cómo lo combinas con esto? Pues con un buen corazón y un buen espíritu. Eso se expresa a través de la amabilidad, algo que en el fondo, es una manera de ser. Y eso va emanando, ya que yo quiero que tú estés contento. Y después vas hacía un universo de compasión más profundo. Hay que separarse de ese sufrimiento que estás experimentando, y eso por eso que él, el Dalai, y nosotros, estamos aquí”. admite Gere. Sobre la idea de que todos somos iguales, planean alguna duda y puede que hasta contradicciones que él aclara. “Todos somos iguales, claro que sí. Como dice la Santidad, todos queremos la felicidad y alejarnos del sufrimiento, es algo que vemos en los insectos, en los animales y en nosotros también. A todos nos motiva lo mismo. Todo lo demás, el poder, la fama, el dinero o lo que sea, es algo totalmente efímero. Un día eres rico y al otro eres pobre, un día eres famoso y al otro no lo eres, y sí, tienes todo lo que quieres. Así son las cosas, la continuidad de quiénes somos y los valores básicos a los que todos respondemos, se pueden reducir. Lo importante es esa amabilidad tan básica y responder a esta. Si todos al entrar en una sala, tuvieran esa actitud, cambiarían las cosas. Esto es muy sencillo, hay que sonreír y reconocer al otro. Es esa especie de conexión profunda y psicológica-metafísica. Todo se basa en lo mismo, en la empatía. Número uno, la amabilidad. Y eso luego se convierte en amor y compasión, algo que aún se puede desarrollar más. Esto no responde solo a lo tuyo, también a los otros. No hay un día que no sueñe en ayudar a los demás”, concluye el actor.  

Richard Gere al BCN Film Festival / Foto: Irene Vilà Capafons
Richard Gere al BCN Film Festival / Foto: Irene Vilà Capafons

El poder, la fama y el dinero son efímeros, lo único que perdura es la bondad

Obviamente, en una conversación con Richard Gere, hay que citar a Donald Trump y cómo sus decisiones condicionan a todo el mundo. Aunque también hay quien a la sombra y en silencio, se está beneficiando. “Es una relación muy poco profunda la que tiene con cualquier cosa, es muy superficial.  Teníamos relaciones con otros países de las que estamos muy orgullosos, derechos humanos, democracia, y la buena voluntad de los pueblos y de los gobiernos, pero ahora no. La motivación ahora es meramente económica, estamos en una transición, nadie sabe lo qué hace y lo que piensa este hombre. En cuanto a China, ha permanecido muy silenciosa, saben que el mundo está cambiando de manera radical, y ellos se están beneficiando. En cierto modo, están muy contentos con este mundo que se está creando. Las próximas generaciones tendrán petróleo barato de Rusia y también ven el declive de estos, su plan es quedarse con Siberia. Por tanto, esperan bolsas vacías si los Estados Unidos se retiran. Los chinos van a ocupar ese espacio. Es un momento fantástico para ellos”. A Hollywood se le ve como una burbuja y como un lugar especial en el que solo caben divos y mucho lujo. Él se ocupa de desmitificarlo. “Hollywood lo vemos como un lugar especial, y ahí solo hay gente trabajando. Hay mucha presión, mucho estrés, pero también es divertido. Es lógico que haya gente que lo vea como un trabajo, un buen trabajo eso sí, pero también tiene que cuidar de sus hijos, de sus esposos o esposas, tienen una hipoteca, y bueno, cosas que pasan como en todas partes. Siempre pensamos en que aquello es muy distinto, pero en realidad no es tan especial la cosa”, dice Gere. “Lo primero que se me ocurre es con mi profesora en la Universidad de Massachusets, hace sesenta años más o menos. Quizá ella fue la primera persona que me inspiró y me hizo pensar, ¿quizá hay algo en mí?”.

Richard Gere al BCN Film Festival / Foto: Irene Vilà Capafons
Richard Gere al BCN Film Festival / Foto: Irene Vilà Capafons

Hacer una película es una experiencia colaborativa: los mejores directores saben escuchar

A vueltas con el apoyo que obtuvo Trump de compañeros suyos en Hollywood, el neoyorquino va más allá en sus teorías, le frustra que nadie vea lo evidente. “A mí lo que me horroriza es que hayan tantos republicanos que no vean lo que está pasando, y que cambian de opinión simplemente porque están en el poder. Algunos de ellos apoyaban los programas de ayuda, como los de la comida, y ahora no lo hacen. Solo ha habido un caso que yo conozca de una republicana que ha dado un paso atrás y no ha apoyado a esos idiotas. De alguna manera, todos han sido humillados”, sentencia un Gere que reconoce que estamos aquí para jugar, para hacer cosas buenas, malas y neutrales. Y es que, según él, nadie es mejor es nadie. Yendo a sus recuerdos, a los primeros como actor, se tiene que transportar hasta sus años de estudiante. “Lo primero que se me ocurre es con mi profesora en la Universidad de Massachusetts, hace sesenta años más o menos. Quizá ella fue la primera persona que me inspiró y me hizo pensar, ¿quizá si hay algo en mí? Aunque la primera escena fue con 7 años vestido de Santa Claus”, recuerda el ahora productor. Una cuestión recurrente con el actor de Pretty woman, es con qué directores que no ha trabajado aún, le gustaría hacerlo, y que películas son las que ha disfrutado más. “Eso es algo que me han preguntado muchas veces, pero es normal, llevo 50 años dando entrevistas. Quizá la película en que mejor me lo he pasado es en Chicago, fue súper divertida hacerla. Sinceramente, ha habido muy pocas películas que no disfrutara o no me gustara hacer. Tengo mucha suerte en ese sentido. Mi carrera ha sido afortunada, con buenos actores, buenos guiones y mejores personas. Y luego, que nunca he dado nada por hecho”, repite Richard. Acerca de si alguna vez se imaginó dirigiendo, no rehúye el compromiso. “Se me ha pasado por la cabeza, pero no lo he hecho. A ver, producir no es muy divertido. Actuar si que es divertido. Hay un nivel, cuando hacemos una película hoy en día, en que he tenido suerte, pues no se me ha tratado solo como a actor. Y en ese sentido el director te dice tú te pones aquí, tú haces esto, tú haces lo otro. Así se hacen las películas, es una experiencia colaborativa. Y los mejores directores escuchan. Claro, un director toma decisiones. Es algo que hacemos juntos. Para hacer una película, como director, te vuelcas, dedicas un año o dos a un proyecto, y no sé si soy capaz de hacerlo”, remata Gere.