La Fundación Mapfre presenta, en la Casa Garriga i Nogués de la calle Diputación, Renoir entre mujeres, del ideal moderno al ideal clásico, una exposición que aspira a ser uno de los platos fuertes de la temporada de otoño en la vida artística barcelonesa. A través de 60 obras, procedentes en buena parte de los museos de Orsay y de la Orangerie, se nos muestra la evolución del pintor: desde sus primeras pinceladas hasta las realizaciones de madurez. Entre las obras expuestas figura todo un clásico, una obra maestra del impresionismo que hace casi un siglo ya se había expuesto a Barcelona, Bal du Moulin de la Galette. Tal como estaba previsto, la exposición ha sido un éxito: el público enseguida ha acudido a la sala. La exposición de Barcelona estará abierta hasta el 8 de enero de 2017. Paralelamente, el Museo Thyssen de Madrid en los próximos días inaugurará otra exposición sobre este pintor francés: Renoir, intimidad.

La mujer en el centro

La exposición explora la relación de Pierre-Auguste Renoir con las mujeres, que fueron siempre su principal fuente de inspiración. Las imágenes femeninas de Renoir están llenas de alegría, de sensualidad, de delicadeza... En la Garriga i Nogués hay imágenes de sus modelos más típicas: su mujer, sus amantes, sus amigas... Hay muchas que representan escenas familiares (como El niño en el pecho, que representa a su mujer con su hijo), escenas de mujeres ubicadas en paisajes (como El prado) o incluso muchas imágenes íntimas. Se muestran, también, imágenes colectivas, con un fuerte protagonismo femenino, como las del Moulin de la Galette. Y en la exposición se pueden ver también las típicas obras de madurez de Renoir, las célebres Bagneuses, tan denostadas por algunos críticos de su época.

El impresionista

Con poco más de 20 años, Renoir conoció a Monet y a otros grandes pintores impresionistas. En aquel tiempo se aficionó a pintar parisinas elegantes, fueran dependientas o burguesas. Durante aquellos años pintaba cuadros similares a los de los otros impresionistas, aunque él se inclinaba más por los personajes que por los paisajes. Era muy aficionado, en aquel tiempo, a retratar la vida popular de París: cafés, fiestas populares, encuentros bohemios... A menudo retrataba a las mujeres que conocía en la calle, en vez de recurrir a artistas profesionales. En este tiempo pintó las célebres escenas del Moulin de la Galette.

El postimpresionista

Renoir (1841-1899) es conocido, sobre todo, por sus obras impresionistas, muchas de las cuales en realidad fueron poco valoradas en la época en que las hizo. Pero tras un largo viaje por Argelia y después de casarse, Renoir renunció al impresionismo. Algunos críticos aseguran que lo hizo porque el impresionismo no le permitía pintar de forma lo bastante definida el cuerpo femenino, que era su principal objeto de interés. Dejó de enviar sus cuadros a las exposiciones impresionistas, aunque siempre estuvo presente en ellas, porque les llegaban obras de coleccionistas privados. A partir de 1883, la técnica de Renoir volvió a líneas más clásicas, por influencia de Rafael. Dejó de trabajar con puntos y volvió a dar a la línea un papel central en sus creaciones. Sus figuras adquirieron un tono cada vez más alejado del impresionismo, pero fue este rechazo a las nuevas técnicas lo que lo convirtió en un artista muy influyente para pintores posteriores como Henri Matisse o Pierre Bonard.

Renoir y los nuestros

Un pequeño espacio de la exposición está reservado a los pintores catalanes que coincidieron con Renoir, porque en aquella la época vivían en París, el gran centro de la pintura mundial. Y uno de los centros de distracción de estos artistas bohemios era, justamente, el Moulin de la Galette, que Renoir pintaría magistralmente. En los mismos espacios que Renoir tomó como escenario de sus pinturas, paseaban Ramon Casas, Santiago Rusiñol y Manuel Feliu de Lemus. La exposición incorpora algunas obras de los pintores catalanes, que dialogan con las del maestro francés. Y también presenta algunas esculturas de Renoir, que en los últimos años de su vida decidió dedicarse a este arte: lo hizo con la colaboración del escultor catalán instalado en París Ricard Guinó y Boix, que firmaba como Richard Guino. La exposición también incorpora cuadros de autores de diferentes países que de cierta manera que compartían la visión del mundo de Renoir o que se vieron influenciados por sus creaciones, desde el impresionista Stanislas Lepine hasta Picasso, pasando por Van Gogh.

Popular

Renoir es sin duda, un artista de éxito, muy popular. Este impresionista decora comedores y salas de estar de todo el mundo. No hay ninguna tienda de postales y láminas artísticas que no disponga de una amplia colección de reproducciones del pintor francés; muchos países tienen colecciones de sellos con imágenes de los cuadros de Renoir (incluso la tienen Estados tan alejados de París como Burundi o Guinea Ecuatorial); se han editado miles de calendarios con sus imágenes parisinas; por Ebay se pueden encontrar décimas de miles de reproducciones de obras de Renoir... Muchos críticos han criticado Renoir, especialmente por los cuadros de su última época: lo han considerado kitsch, afectado, estridente... Lo han tildado incluso de maestro "del buen gusto pequeño-burgués". Mientras tanto, el público sigue llenando la Casa Garriga y Nogués y disfrutando de la pintura de Renoir.