Rebecca J. Scott es una de las grandes especialistas, a nivel mundial, en temas de historia de la esclavitud, y actualmente da clases en la Universidad de Michigan. Ha sido invitada, con la colaboración del grupo de investigación GRIMSE, de la UPF, al 50º congreso anual de la Asociación de Estudios Históricos de España y Portugal, que tiene lugar estos días en el Campus Ciutadella de la Universitat Pompeu Fabra, con la presencia de centenares de especialistas. Aprovechando su estancia en Barcelona ha sido entrevistada por ElNacional.cat.

Vivir en un pueblo del sur de Estados Unidos con una presencia fuerte del Ku Klux Klan me marcó mucho

¿Cómo se interesó por la historia de la esclavitud?

Nací en el sur de Estados Unidos y me crie en el estado de Carolina del Norte. Y llegué a la adolescencia en el momento de auge de los movimientos civiles. Vivía en un pueblo del sur de Estados Unidos donde había un movimiento fuerte por los derechos civiles y también un contramovimiento potente, con el Ku Kux Klan muy activo. Esto me marcó mucho, ya en una edad temprana. Fue la primera impresión que recibí de una lucha política, con un fuerte fundamento ético.

¿Y cómo se interesó por el tema en América Latina? Podía haber estudiado la esclavitud en Estados Unidos...

Tras pasar un tiempo en Europa, terminé mis estudios de licenciatura en 1971, en un momento en qué la relación entre Estados Unidos y América Latina era muy polémica, y representaba otra lucha con un elemento moral muy fuerte. Empecé mis estudios de doctorado en 1975, y entonces me interesaba la idea de trabajar simultáneamente sobre América Latina, por una parte, y sobre la segregación racial, la esclavitud y la supremacía blanca en Estados Unidos por la otra. Quería trabajar sobre estas dos preocupaciones y terminé por interesarme por la historia de Cuba, porque estaba interesada en la esclavitud, pero también en la revolución cubana.

Terminé por interesarme por la historia de Cuba, porque estaba interesada en la esclavitud, pero también en la revolución cubana

Decidió dedicarse a estudiar el paso del trabajo esclavo al trabajo libre, ¿por qué?

Antes, en los años 1940, había la tendencia a explicar las diferencias entre el racismo de los diferentes países en base a los diferentes tipos de esclavitud que cada uno de ellos había sufrido. Eso se tomaba por una teoría progresista… Se decía que Estados Unidos tenían segregación racial porque habían tenido una esclavitud muy dura, y se pensaba que todo el problema tenía que derivarse de una única raíz. Para mí, este era un concepto demasiado rígido. Pensé que no todo podía partir de allí y decidí que era importante estudiar el paso de la esclavitud al trabajo libre y ver qué transformación social significó. Creía que entender ese momento del fin de la esclavitud podía servir para explicar el siglo XX.

¿Y cómo llega a Cuba?

Empecé a trabajar el tema del fin de la esclavitud en Barcelona y, sobre todo, en el Archivo Nacional de Madrid. En 1977 llegué a Cuba por primera vez, con un visado de dos semanas, porque no me daban permiso para hacer una estancia más larga. Como no pude pasar mucho tiempo allí, trabajé mucho las fuentes españolas, y más tarde busqué fuentes en Cuba, más relacionadas con la historia íntima de los esclavos. Finalmente, los cubanos comprobaron que en Cuba me pasaba el día tomando notas en el archivo, que no era peligrosa, y decidieron que podía quedarme un tiempo más largo. A partir de ese momento, empecé a buscar otros documentos en Cuba. Eran fuentes más próximas, que permitían dar carne y hueso a la historia que estaba explicando.

No parece un fácil…

En absoluto… El trabajo esclavo es fácil de documentar. Mientras duró la esclavitud y la ficción legal de la propiedad legal sobre las personas, la huella de cada persona esclavizada podía ser bastante bien documentada, porque se hipotecaba, se vendía, se registraba, se embargaba… Mediante los libros notariales o los pleitos judiciales encontramos muchas huellas de las personas. Pero una vez abolida la esclavitud y establecida la ciudadanía (aunque mínima) de los que habían sido esclavos, la huella documental cambia completamente… Muchas veces en los documentos ni se menciona si alguien es ex esclavo o no (aunque en las comunidades es obvio que se sabía quién lo era y se le trataba en función de ese hecho). Por ello, para hacer un estudio de la exclusión de los antiguos esclavos, debes identificarlos uno por uno, porque no llevan etiquetas.

Ha realizado numerosos estudios de microhistoria de los esclavos…

En los años 1980 y 1990 cambié mi objeto de estudio. Empecé a trabajar sólo una pequeña región cubana, haciendo historia oral, resiguiendo historias familiares, buscando documentación en profundidad de individuos y familias… Me interesaba hacer algo microhistórico sobre Louisiana y Cuba. Y hacer microhistoria comparativa es algo muy difícil y lleva mucho tiempo.

El debate público sobre la memoria de la esclavitud permite a los historiadores ir más allá del escándalo puntual y a estudiar y revelar todo un fenómeno

La memoria de la esclavitud vuelve a estar de actualidad, por ejemplo, en el sur de Estados Unidos. ¿Cómo afecta esto a los historiadores que trabajan el tema?

Me parece que nos ha afectado de forma positiva. Por una parte, se ha trabajado desde la genealogía, con el objetivo de entender las relaciones entre individuos y familias y trabajar sus trayectorias. Y se ha empezado a discutir la posesión de personas como propiedad por parte de universidades, instituciones, grandes familias… Esto ha despertado el interés de los medios y del público en general, que ahora identifica una fortuna con orígenes poco claros. Pero, a la vez, esto ha ayudado a los historiadores a ir más allá del escándalo puntual y a estudiar y revelar todo un fenómeno.

Las instituciones y las familias enriquecidas con la esclavitud, ¿ocultaron su implicación en estos hechos?

Sí, de forma sistemática tendieron a ocultar o a minimizar este fenómeno. Y el movimiento por la memoria de la esclavitud nos ha servido para criticar los silencios impuestos. Esto pasó, por ejemplo, en Estados Unidos, con los descendientes de Thomas Jefferson. Siempre habían tratado de negar que los esclavos tuvieran una gran importancia para la economía de la familia, y habían tratado de ocultar la relación de Jefferson con una esclava, con la que tuvo seis hijos. Pero cuando se rompió el silencio apareció mucha documentación sobre ello….

El debate en los medios, ¿va más allá del simple interés morboso? ¿Es positivo para los historiadores?

El interés periodístico ha estimulado muchas cosas… Ha sido muy positivo y en algunos casos muy fructífero. Como, por ejemplo, en la universidad jesuita de Georgetown, en Washington D.C., fundada en una zona donde había mucho trabajo esclavo. Hace unos 5 años salió a la luz que esta universidad, en un momento en qué necesitaba efectivo, vendió a Luisiana buena parte de las personas esclavizadas en la institución con el objetivo de obtener metálico. Esto rompía con la visión tradicional de un trato paternal de la universidad y de la Iglesia a sus esclavos. Cuando esto se dio a conocer, la universidad impulsó las investigaciones sobre sus esclavos, hizo un programa de becas para sus descendientes…

La polémica sobre si se deben retirar los monumentos a esclavistas ha generado muchas polémicas, también ha generado muchas reflexiones importantes

¿Y qué impacto tiene la cuestión del debate sobre los monumentos a esclavistas, que los movimientos afroamericanos quieren retirar?

La cuestión de revisar los monumentos ha sido muy importante y ha dado pie a los historiadores a opinar… A pesar de que ha generado muchas polémicas, también ha generado muchas reflexiones importantes… Creo que todo esto ha sido positivo, porque da pie a descubrir cosas.

En la Barcelona del XIX parece que eran mucho más populares los esclavistas y proesclavistas que los abolicionistas. ¿Hubo un abolicionismo español?

No soy especialista en el movimiento abolicionista español, aunque lo he tenido que analizar, a veces, en mis estudios, en relación con lo que pasa en Cuba. Hace tiempo se consideraba que la abolición de la esclavitud había sido provocada por un discurso liberal abolicionista. Y si hablabas de la guerra en Cuba como un factor que impulsó la necesidad de abolir la esclavitud, ofendías a algunos, que creían que cuestionabas al movimiento abolicionista. Yo también caí en la trampa de hablar de esto, y algunos se mostraron molestos, pero esto hace tiempo. Ahora, desde la historiografía española (como la francesa o la norteamericana) se reconoce que la abolición es siempre el resultado de una interacción entre movimientos políticos metropolitanos y lo que sucede en la región donde existe la esclavitud. Es evidente. Es necesario ver qué en los territorios donde hay esclavitud, hay resistencias y movimientos sociales. Y la Guerra Chiquita de 1879-1880, en que los nacionalistas cubanos se enfrentaron a España, fue decisiva para la abolición de la esclavitud. Tras el fin de la guerra se vio que mantener la esclavitud era dar la razón de forma permanente a los movimientos separatistas (al identificar colonia y esclavitud). Para mantener el colonialismo, vieron que debían desmontar la esclavitud. Pero tampoco lograron que sobreviviera mucho tiempo…

Los esclavos, pese a la esclavitud, siguen siendo personas, con sus vidas, con sus valores, con sus prioridades, con sus decisiones

Los esclavos habían sido descritos como simples víctimas: sus estudios, en cambio, dan una visión más matizada de ellos. ¿Los esclavos se resistían a su dominación?

La palabra víctima es una palabra que puede usarse en un doble sentido. Por una parte, “víctima” implica que uno sufre algo malo que viene de afuera. En este sentido, es una palabra perfectamente apropiada para la esclavitud. El esclavo es víctima de un abuso. Pero al mismo tiempo, cuando pensamos en una víctima pensamos, de forma implícita, en alguien que se define por lo que acaba de sufrir… Y la persona no se define sólo por el abuso sufrido: los esclavos siguen siendo personas, con sus vidas, con sus valores, con sus prioridades, con sus decisiones… Para entender la esclavitud has de ser consciente de todas estas dimensiones de la persona, y no sólo de su condición de esclavo.

El estudio que ha presentado esta semana en el congreso de historiadores de la UPF, ¿va en esa línea?

He presentado mi último estudio, que hice junto al historiador cubano Carlos Venegas, sobre Mª Coleta, una mujer que era libre y que fue tratada durante 20 años como esclava por la mujer para la que trabaja… La mujer esclavizada, en su lecho de muerte, pidió a un fraile confesor que hiciera gestiones para demostrar que era libre, afirmando que se habían apropiado ilegítimamente de ella. Se negó recibir la extremaunción si el fraile no prometía hacer estas gestiones, que creía que permitirían la libertad de sus hijas. Y el confesor hizo las gestiones, y seis años después de la muerte de Mª Coleta, logró la liberación de sus descendientes. A veces, cuando explico este trabajo, me preguntan porque esta mujer resistió 20 años sometida y no luchó por la liberación. Pero cuando conoces bien la historia, ves que es difícil pensar cómo podría haberlo hecho. Ella afirmaba que era libre, pero cuando llegó a Cuba fue encarcelada en el Morro de La Habana, con un niño de meses… En el Morro era muy fácil que los niños murieran, y en esta situación crítica, Mª Coleta aceptó salir de la prisión como esclava. No tenía más opción que aceptarlo… Esta mujer se definía, sobre todo, como una madre que debía proteger a sus hijos, y siempre trató de hacerlo, como pudo. Mª Coleta no tenía un papel de libertad que presentar ante el juez. Y no podía defenderse de otra forma. No podía correr más riesgos…

La gente puede ponerse un tiempo de rodillas para después morir de pie

Así pues, ¿los esclavos resistían, pero a veces también se sometían ante la fuerza del sistema esclavista?

Uno de mis profesores nos aseguraba que estaba harto de oír tantas veces la frase “Más vale morir de pie que vivir de rodillas”. Decía que a veces la gente puede ponerse un tiempo de rodillas para después morir de pie. Y Mª Coleta, como muchos esclavos, se puso de rodillas para sobrevivir… Pero al fina, hizo su gesto de resistencia. No debemos ni minimizar la capacidad de resistencia de los dominados ni exigir gestos de resistencia de ellos cada mañana, porque nosotros tampoco los hacemos cada mañana. Debemos estudiar lo que hicieron, y a partir de esto intentar entenderlos, más que imaginar figuras con grandes gestos.

¿Qué proyectos de futuro tiene ahora?

Tengo diferentes vías abiertas. Últimamente me interesa mucho una rama de investigación que abrí hace 6 o 7 años: la esclavitud contemporánea. Hay un problema en la definición de la esclavitud actual, tanto a nivel nacional como internacional, que se deriva de un mal entendimiento de la esclavitud histórica. Los defensores de las compañías e individuos que hoy en día mantienen bajo control feroz a otras personas argumentan con frecuencia que esto no es esclavitud, porque no hay derechos de propiedad, no tienen a los trabajadores encerrados y no usan látigos… Esto se basa en una imagen estereotipada de la esclavitud histórica. Yo trabajé en el debate legislativo, en Brasil, para argumentar que lo esencial de la esclavitud, históricamente, era el ejercicio de una serie de poderes sobre unas personas, y que esto se legitimaba mediante la ficción de la propiedad de estas personas. La definición de esclavitud nos habla del ejercicio sobre las personas de los poderes vinculados a los derechos de propiedad. Por tanto, la esclavitud no es la propiedad de una persona en sí, sino los derechos que se atribuye el dueño para dominar a las personas. En la situación actual hemos de analizar los derechos de los esclavizados, y no obsesionarnos en si los poderes están basados o no en el derecho de propiedad. Para ello son útiles los estudios sobre la esclavitud ilegal del siglo XIX. Coleta sufrió durante 20 años la esclavización, pero esta esclavitud no estaba basada en un derecho, sino que fue el simple ejercicio de los poderes de dominación sobre una persona. Y esto se parece mucho a la situación de un emigrante boliviano sin documentos en una fábrica textil de São Paulo que duerme junto a las máquinas… Este trabajo que hice en Brasil fue apasionante para mí porque me permitió debatir con legisladores y magistrados. Pero todo esto lo echó por tierra Bolsonaro, que quiere limitar los procesos contra la gente y las empresas que continúan esclavizando…