El conseller de Cultura, Santi Vila, y el comisario del Any Llull, Joan Santanach, han presentado hoy la programación del Any Llull, que conmemora el séptimo centenario de la muerte del filósofo mallorquín. Aunque oficialmente el Any Llull había empezado en noviembre, hasta ahora había quedado inactivo por falta de dotación presupuestaria, por el hecho de que el gobierno catalán estaba en funciones. Finalmente, se ha dotado a los actos del Any Llull de un presupuesto de 718.000 euros, con fondo de las conselleries de Cultura, Economia i Presidència. Son unos presupuestos "austeros", según Vila, que ha resaltado que Llull fue una "figura clave" de la filosofía europea y que en otros países hubiera recibido homenajes mayores.

Publicaciones, exposiciones...

Durante el Año Llull aparecerán 45 nuevas publicaciones sobre el pensador: doce son textos originales, diez son adaptaciones al catalán moderno de sus obras, quince son estudios sobre el escritor y ocho son traducciones a otras lenguas. Además la Biblioteca de Cataluña ha previsto la publicación de un libro electrónico dedicado al pensador. También se han programado varias exposiciones, entre las cuales una de Miquel Barceló en París, sobre el Vidre de meravelles y una, ya realizada, en el CCCB de Barcelona.

Un pensador excepcional

Ramon Llull (Mallorca, 1232 - Túnez, 1316) fue un religioso que se destacó como filósofo, como teólogo y como literato. Su obra es impresionante: escribió aproximadamente 240 libros. Una parte importante de éstos fueron escritos en catalán y por eso se le considera el primer autor relevante de las letras catalanas (además de ser uno de los primeros intelectuales en usar una lengua románica para tratar temas científicos). Uno de los elementos más destacados de su pensamiento es la ambición de unificar en un único sistema filosófico la religión, la filosofía, la ciencia y la moral. Entre sus libros habría que destacar el Llibre de contemplació en Déu, El Romanç d’Evast i Blanquerna y El llibre de les bèsties.

De la perdición a la religión

Cuando era joven, Ramon Llull se dedicó a la vida mundana, pero a los 30 años sufrió una transformación repentina cuando tuvo una visión de Cristo crucificado. A partir de ese momento se dedicó a la religión y se concentró, de forma obsesiva, en el proselitismo del cristianismo hacia los judíos y los musulmanes, e intentó movilizar a las instituciones de su época para que se sumaran a las campañas de destrucción de los infieles. Abandonó todos sus bienes y estudió teología y árabe, con el fin de convertir a los musulmanes. De vez en cuando se desplazaba al norte del África para discutir con sabios árabes, pero también se encargaba de campañas para convertir a los musulmanes y judíos de Europa. Dicen que murió en Túnez, donde había ido a convertir a los árabes.

El debate pendiente

Se ha admirado mucho a Llull, pero no todo el mundo hace una valoración tan positiva de su pensamiento. El arabista Miquel Barceló, en un artículo, puso de manifiesto su profunda islamofobia, que acabó derivando en voluntad de exterminio de los musulmanes. "Aquí tenemos a Llull, aparente abanderado del diálogo, pero finalmente cruzado". Barceló acusaba a Llull de haber hecho "una espesa teología de la colonización".