Como actor, Ralph Fiennes tiene mil caras, es un ser camaleónico. Basta con repasar su filmografía: todos sus papeles son distintos, y la variedad de temáticas es innumerable e indescifrable. Le hemos visto en La lista de Schindler, El Gran Hotel Budapest, Skyfall, El jardinero fiel o Cegados por el sol (maravilloso remake de La piscine). También ha interpretado ese rol tan icónico y popular: Lord Voldemort en la saga de Harry Potter. Pero su papel más reciente y destacado es el de Conclave, donde interpreta al cardenal Lawrence (la muerte del Papa Francisco ha impulsado nuevamente su visionado y su presencia en salas). Ahí está sublime. “Cuando hice la película, viví ese mundo, y claro, me interesa mucho saber qué pasará. Cuando veo a todos los cardenales en las fotos, me pregunto: ¿por qué no salgo yo ahí?”, dice el actor entre risas.

El actor nacido en Ipswich hace 62 años no hace películas con la intención de ganar galardones. Tiene, ante todo, vocación de actor

Esa interpretación le valió una candidatura al Óscar como actor principal. Un premio que se le resiste tras tres nominaciones. Sin embargo, el actor nacido en Ipswich hace 62 años no hace películas con la intención de ganar galardones. Tiene, ante todo, vocación de actor. Para cada nuevo papel, se prepara a conciencia. En The Return, la cinta que ha venido a presentar en Barcelona (el BCN Film Fest también le ha otorgado el Premio de Honor de esta edición), se ha esforzado por ser fiel a la mitología de Ulises que arrastra esta historia. Dos años de duro entrenamiento y una dieta estricta. Nada que objetar; lo importante aquí es el resultado. Pero no solo en lo físico, también influye lo emocional. “En esta película Ulises no tiene muchas certezas, está desnudo ante el mundo. Pero cuando sana y recupera fuerzas, no sabe qué hacer ni qué intenciones tiene, y entonces dice: ‘fuera, fuera’. Insisto, él no tiene ninguna certeza, por eso esta odisea es tan distinta a otras. Y esta creo que era la propuesta de Uberto. Es un espacio psicológico muy interesante. Y sí, se pregunta: ¿qué hago yo aquí? ¿Mi mujer está con alguien diferente? Él está agotado y sin propósitos en la vida. Entonces sabes que te tienes que levantar e ir a trabajar. Pero para él, eso ha desaparecido, ya no existe ese mundo interior. Por eso, el reto que me presentó Uberto, y que me gustó tanto, es que es un personaje que poco a poco se va rehaciendo”, admite Fiennes.

¿Puede una película evitar una guerra?

Un logro que alcanza junto al director italiano Uberto Pasolini, sobrino de Luchino Visconti, conocido por producir The Full Monty y por la surrealista aventura que retrató en Machan, sobre el equipo de balonmano de Sri Lanka. En The Return hay acción, pero a su manera: la ambientación es austera, y el efecto se basa en el silencio y una profundidad algo lánguida. Hasta que, en un momento dado, la batalla estalla. Una película que, seguramente, invita a otras reflexiones. “Hemos tenido muchos años de una paz relativa en Europa, aunque sí, hubo la Guerra de los Balcanes, que fue terrible. Sí, había conflictos en otros sitios, pero como los veíamos como algo ajeno, no nos fijábamos tanto en ello. Así que en esta película, sobre todo, contemplábamos el trayecto de estos individuos. Y aunque se sitúe ya en un entorno de paz, con un vestuario y una ambientación fantástica, lo importante era observar el recorrido emocional de una familia rota por la guerra que intenta reconectarse”, explica Pasolini.

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Ralph Fiennes en el BCN Film Fest / Foto: Carlos Baglietto

Para esta cuestión, Fiennes también tiene su propia visión. “Probablemente puedes hacer toda una película sin diálogo, y creo que, cuando ahora estoy con actores jóvenes que se enfrentan a la cámara, con el ejemplo en los sesenta de alguien como Carl Jung, y sin saber qué tenían que hacer, se preguntaban sobre esos rostros y esos cambios. Así que una de las cosas que aprenden es que hay que escuchar. Por eso, cuando hago estos talleres, provoco que hablen entre sí. Y ellos reaccionan sobre preguntas personales, sobre cómo se llevan con sus madres, y aunque no sepan qué responder, les digo: ‘tu cara está llena de sentimientos’. Por tanto, si conectas esa emoción con una herida de hace veinte años, estás consiguiendo cosas, y eso ya te lo dice todo”, comenta. Con el conflicto entre Rusia y Ucrania aún vigente, la pregunta sobrevuela: ¿puede una película como esta ayudar a evitar una guerra? “No sé hasta qué punto una película como esta puede ayudar a paliar las guerras. Eso sí, me encantaría que la viese Putin para recordarle que en esa guerra está su gente. ¿Para qué? No estaría mal que, en algún momento, pensara cómo se siente la madre de un soldado ruso. O una esposa, o un padre. Y este, de algún modo, es uno de los objetivos de la película: que la gente piense en ello”, resuelve Pasolini.

No sé hasta qué punto una película como esta puede ayudar a paliar las guerras. Eso sí, me encantaría que la viese Putin para recordarle que en esa guerra está su gente

En este film, Fiennes vuelve a coincidir con Juliette Binoche. En 1996 protagonizaron El paciente inglés, aquel romance ambientado a finales de la Segunda Guerra Mundial. Ha llovido mucho desde entonces y, aunque el actor británico mire con agrado al pasado, se centra más en el presente. Además, airea pocas cosas sobre su vida personal; todo se mantiene en secreto. Lo que tenga que decir, mejor en la gran pantalla. “Una vez más, esta es la historia de un retorno. El retorno de alguien. El de unas personas que, por circunstancias extrañas, no se ven desde hace tiempo. Es el recorrido de estas dos personas que necesitan unidad donde hay complejidad. Y aquí, es la reina quien decide esperar. Tiene que decidir cómo actuar ante una probable vuelta de su marido. Así que la pregunta es: ¿ella ha hecho lo correcto esperando a este hombre? Y cuando este aparece, es incapaz de abrirse. Y también de pedir perdón o aceptación. ¿Cómo asumes entonces esa debilidad? Además, no son capaces de expresar su amor. El personaje de Penélope es muy complejo. A pesar de su generosidad, todo en esta relación continuará siendo complicado”, concreta Fiennes.

La evolución física de Fiennes y sus derivadas son evidentes. No obstante, eso es lo más visible. Es más difícil cuantificar el esfuerzo emocional de hacer una película tan exigente como esta. “Si hubiese hecho la película en el momento que me dictaba por edad —la de Ulises— quizá tendría unos 46 años, pero resulta que la he hecho con más de 60. Nunca quise entrar en ese aspecto, así que no podíamos decir con precisión qué edad tenía. Es un hombre que ha vivido, que ha viajado, que ha sufrido, y creo que lo que más destaca de él es su bravura. No son quizá las mismas experiencias que las de Ulises, pero creo que, en la película, tanto Juliette (Binoche) como yo, sabemos o creemos saber qué hacer con nuestras vidas, y, lógicamente, estas ya son distintas a cómo eran hace veinte años”, concluye Fiennes.