Vielha. Iglesia de Sant Miquèu, 25 de julio de 1313. Hace 711 años. Los cónsules araneses (los representantes de las comunidades locales de Aran) se reunían en este templo parroquial y elegían una diputación (una representación) que se reuniría con el rey Jaime II, le presentaría la Querimònia y le prestaría juramento. El país de Aran, que un siglo y medio antes se había incorporado al edificio político catalano-aragonés (1150) como parte integrante del condado de Ribagorça, había estado, posteriormente, ocupado por la corona francesa (1238-1298) y retenido por la corona de Mallorca-Rosselló (1298-1313). Con la firma del Tratado de Poissy (26 de abril de 1313), Aran volvía a la soberanía de los Belónidas de Barcelona, y la sociedad aranesa entendía que era el momento propicio para pactar la promulgación de la Querimònia. ¿Pero qué era, exactamente, la Querimònia aranesa?

Mapa de los pueblos pre romanos. Fuente Universidad de Lisboa
Mapa de los pueblos prerromanos / Fuente: Universidad de Lisboa

La raíz protovasca de Aran

La Querimònia era una recopilación de usos y costumbres que se aplicaban de forma consuetudinaria (con carácter general y con conciencia de obligatoriedad) desde tiempos inmemoriales. La profesora Maria Àngels Sanllehy, de la Universitat de Barcelona, una de las investigadoras que más ha estudiado este texto, sitúa el inicio de su compilación (la unificación de la tradición, incluso el oral, y su plasmación sobre un documento) en el transcurso de la centuria de 1200 (un siglo antes que el rey Jaime II lo aprobara), coincidiendo con la promulgación de otros usos y costumbres locales (Barcelona, Lleida o Tortosa, por ejemplo). Pero destaca que los usos que se recogen en la Querimònia, por su naturaleza, se remontan a las sociedades que ya poblaban el territorio antes de la irrupción romana del territorio (los protovascos del primer milenio antes de Cristo).

La originalidad aranesa

¿En qué se fundamenta la afirmación de la profesora Sanllehy? Pues en una serie de diferencias. Los Usatges barceloneses o los Costums leridanos o tortosinos son otorgados (son de nueva constitución, en un paisaje social dominado por la recuperación del fenómeno urbano) y están plenamente inspirados en los derechos gótico y romano. Y, en consecuencia, tienen una naturaleza que prioriza el derecho individual al interés del colectivo. En cambio, la Querimònia aranesa es confirmada; es la recopilación de usos y costumbres propias y ancestrales que se remontan a una época antiquísima, de la cual no se tiene ningún referente documental, pero que se han conservado y transmitido gracias a unos paisajes socialmente estáticos y geográficamente aislados. Y, en consecuencia, tiene una naturaleza que, al revés de las leyes de inspiración romana, prioriza los intereses colectivos al derecho individual.

Grabado de Bossost (finales del siglo XVIII). Fuente Cartoteca de Catalunya
Grabado de Bossòst (finales del siglo XVIII) / Fuente: Cartoteca de Catalunya

La propiedad y la Querimònia

En los capítulos referidos en la propiedad, la Querimònia aranesa consagraba un doble modelo, formado por la pequeña propiedad privada (que, a diferencia del mundo feudal catalán o francés, estaba plenamente garantizada) y la propiedad comunal, de innegable origen neolítico (que, también a diferencia del mundo feudal catalán o francés, quedaba blindada). Los cónsules estaban autorizados a destruir las construcciones edificadas o los cultivos plantados en terrenos comunales. Además, la Querimònia protegía los lotes patrimoniales familiares. Más allá de la existencia del heredero, instituido para impedir la fragmentación del patrimonio familiar (también en Catalunya), la Querimònia había compilado la figura de la Torneria (derecho de retracto de los parientes sobre las casas o fincas vendidas que tenían origen en la misma línea familiar), para impedir que los bienes de un linaje se disgregaran.

La explotación de recursos y la Querimònia

En la cuestión de la explotación de los recursos naturales es donde se manifestaba, con más fuerza, la ideología comunitaria de tradición neolítica que conservaba la sociedad aranesa medieval. Los capítulos referidos al uso de las aguas, de los bosques y de los pastos —la tríada representativa de la propiedad comunal— consagraban el libre uso de las aguas para pescar, para regar y para construir molinos, la libre actividad de la caza y del aprovechamiento de la madera de los bosques, y el libre pasturaje en los prados comunales. Estos usos eran extensivos a todos los cabeza de casa del país, la figura representativa de cada una de las unidades familiares y de producción de aquella sociedad. Los cónsules, en nombre del común (el gobierno de la comunidad local), cobraban un importe a los forasteros que querían hacer uso de estos bienes comunales, que se ingresaba en la caja comunal.

Fragmento de un mapa de Catalunya (1608). Cuadrante norte occidental. Arán. Fuente Cartoteca de Catalunya
Fragmento de un mapa de Catalunya (1608). Cuadrante noroccidental. Aran / Fuente: Cartoteca de Catalunya

El servicio militar y la Querimònia

En este paquete de capítulos la Querimònia se inspiraba en el derecho catalán, pero las servidumbres no eran tan onerosas. En el servicio militar obligatorio (llamado host i cavalcada), tanto los araneses como los catalanes estaban sujetos a esta servidumbre a través del capítulo llamado Princep Namque. Con todo, si bien los catalanes no estaban obligados a seguir al rey fuera de las fronteras de Catalunya, los araneses no podían ser forzados a salir a combatir fuera del país de Aran, a menos que el enemigo del rey catalano-aragonés fuera un barón territorial de la Gascuña (del valle medio o bajo del Garona) o el mismo rey de Francia. Y mientras la manutención de la leva catalana siempre era motivo de debate entre los poderes, la manutención de la leva aranesa era, a partir del segundo día, a cargo de la corona. La Querimònia no admitía debates al respecto.

La justicia y la Querimònia

En el apartado de la justicia era donde se ponía más de manifiesto el grado de autonomía política de Aran. La justicia real era prácticamente inexistente. Los cónsules araneses hacían las funciones de los alcaldes reales catalanes (poner paz en los conflictos entre vecinos). Los vecinos, a diferencia del Principat, tenían reconocido el derecho de conciliación en cualquier tipo de conflicto (establecer paz y concordia sin la participación del cónsul y, todavía menos, de un juez). Y el Conselh Generau, la institución de gobierno del país, tenía reconocida la facultad de negociar acuerdos de paz con los barones feudales de los territorios vecinos (tanto catalanes como occitano-franceses). Esta figura, denominada Patzeria, fue utilizada, principalmente, en tiempo de guerra entre los tronos de Barcelona y de París, con el objetivo de garantizar el paso de los rebaños de un lado a otro de la muga.

Representación de Bossost (inicios del siglo XIX). Fuente Blog Cuál la hacemos
Representación de Bossòst (inicios del siglo XIX) / Fuente: Blog Quina la fem

La Querimònia más allá de la Nueva Planta

La Querimònia fue confirmada por todos los reyes del trono de Barcelona (1313-1516) y por todos los monarcas hispánicos (1518-1700). Y después del conflicto sucesorio español (1701-1715), aunque la sociedad aranesa había sido austriacista (destaca el caso de la familia de Portolà, el explorador de California), la Querimònia sobreviviría a la Nueva Planta (1717), y durante el siglo XVIII las provincias forales vasco-navarras y Aran serían los únicos territorios de aquella España borbónica y centralista que conservarían cierto grado de autonomía política. Sin embargo, durante el siglo XIX (con gobiernos absolutistas o liberales) los Borbones de turno (Fernando VII, 1827, e Isabel II, 1845) se esforzarían en destruir uno de los sistemas constitucionales más antiguos y más complejos de Europa. En nombre de una España borbónica eternamente invertebrada y atávicamente disfuncional.

Grabado de Lleida (siglo XVI), la ciudad donde Jaime II confirmó la Querimònia. Fuente Instituto de Estudios Ilerdenses
Grabado de Lleida (siglo XVI), la ciudad donde Jaime II confirmó la Querimònia / Fuente: Institut d'Estudis Ilerdencs