Madrid, 19 de abril de 1924. Hace 100 años. Un grupo de inversores muy próximos al régimen dictatorial de Primo de Rivera creaban la Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE). La creación de esta compañía impulsaría, acto seguido, la publicación de un decreto de concesión del monopolio de la explotación de las comunicaciones telefónicas a su favor, que entraría en vigor cuatro meses más tarde (25/08/1924). Pero el mercado ya estaba podado, porque, desde finales de 1923 (semanas después del golpe de Estado que había conducido Primo de Rivera al poder) una empresa norteamericana había urdido una maniobra de expulsión del mercado de las empresas competidoras, la mayoría catalanas.

Primo de Rivera, capitán general de Catalunya antes del golpe de estado, en Barcelona. Fuente Museo de Historia de Barcelona
Primo de Rivera, capitán general de Catalunya antes del golpe de Estado, en Barcelona. Fuente: Museo de Historia de Barcelona

¿Cuál era el paisaje de la telefonía antes del monopolio?

Según el profesor Àngel Calvo, de la Universidad de Barcelona, en 1921 (tres años antes del decreto del monopolio a favor de la CTNE) en el conjunto del Estado español había 60.350 abonados, que representaban 3,7 líneas por cada 1.000 habitantes (una tasa muy alejada de la horquilla de 30 a 50 líneas por cada 1.000 habitantes que presentaban los países escandinavos, Suiza, Alemania o Gran Bretaña). Pero la telefonía, en el Estado español, era un negocio en expansión con una gran expectativa de crecimiento: se había pasado de los 1.000 abonados en 1886, a los 12.000 a finales del siglo XIX, a los 23.000 en 1910 y a los 60.350 en 1921. Un negocio que se multiplicaba cada década que pasaba.

¿Cómo estaba distribuida geográficamente la telefonía?

Pero la implantación del teléfono no se había producido de forma uniforme. Según el estudio del profesor Calvo, Catalunya, con más de 20.863 abonados y una tasa de 8,8 líneas por cada 1.000 habitantes, concentraba el 30% del volumen telefónico del Estado español. Madrid, con 11.024 líneas, y Euskal Herria, con 9.931 abonados, se enfilaban hasta un 15%, respectivamente. Eso quería decir que el 50% de los abonados del Estado español se concentraban en estos tres territorios, que, por otra parte, eran los que presentaban las tasas más elevadas de los sectores secundario y terciario de la economía. Por lo tanto, la implantación del teléfono había corrido paralelamente al desarrollo económico.

Los ingenieros catalanes Dalmau (padre e hijo), pioneros de la telefonía en la península ibérica. Font Pinterest
Los ingenieros catalanes Dalmau (padre e hijo), pioneros de la telefonía en la península Ibérica. Fuente: Pinterest

¿Cómo se había desarrollado la telefonía en el Estado español?

Las primeras líneas telefónicas peninsulares se habían instalado en Catalunya. Tan solo un año después de la patente del invento (Graham Bell, 1876), los ingenieros Dalmau (padre e hijo) probaban con éxito las primeras comunicaciones telefónicas urbana (que unía la Ciutadella y Montjuïc) e interurbana (que unía Barcelona y Girona). El éxito de aquella iniciativa condujo a la creación de las primeras sociedades de telefonía peninsulares (1881): las compañías de capital catalán Sociedad Española de Electricidad (SEE) y Telefonía, Fuerza y Luz Electrica. Según el profesor Calvo, en aquellos años iniciáticos, Barcelona era el único epicentro peninsular de telefonía.

La primera expansión

Poco después (1883), el Gobierno creaba una pequeña red urbana para conectar varios centros oficiales de la capital, que no tendría recorrido. En 1886, el liberal Sagasta, presidente del gobierno, autorizaba la venta y la ampliación de la red (hacia el conjunto de la sociedad) al ingeniero catalán Pau Bosch i Barrau (hijastro del economista Laureà Figuerola, creador de la peseta). Bosch i Barrau, con capital catalán, creó la Sociedad de Telefonos de Madrid. Simultáneamente, las diputaciones de Guipúzcoa y de Vizcaya, aprestos por el vertiginoso proceso de industrialización que vivían sus territorios, promovían la creación y expansión de sus respectivas redes telefónicas territoriales.

Mapa de las comunicaciones telefónicas en Catalunya (1922). Fuente Museo de la Ciencia de Terrassa
Mapa de las comunicaciones telefónicas en Catalunya (1922). Fuente: Museo de la Ciencia de Terrassa

¿Cómo funcionaba el mercado antes del monopolio?

Durante las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del siglo XX, aparecieron y desaparecieron varias empresas privadas de telefonía. Las desapariciones serían causadas, en algunos casos, por la inviabilidad de su proyecto y en otros, engullidas por las que exhibían más músculo comercial y financiero. El profesor Calvo afirma que la vacilante legislación española, que nunca tuvo claro si aquel negocio tenía que ser de titularidad pública, privada o mixta, que a menudo modificaba la ley de concesión, y que, a menudo, autorizaba o retiraba el derecho de explotación a compañías privadas únicamente por criterios políticos; no ayudó a consolidar muchas empresas que habrían tenido un largo recorrido.

¿Qué empresas operaban antes del monopolio?

A finales de 1923, el paisaje económico de la telefonía española estaba dominado por varias compañías, pero las más importantes eran las cuatro de capital catalán que ya habían expandido sus líneas fuera de Catalunya: la Compañia Penínsular de Telefonos (CPT), heredera de la Sociedad Española de Electricidad (resulta curiosa y reveladora, a la vez, la sustitución del gentilicio "española" por "peninsular"); la Sociedad General de Telefonía (SGT), heredera de Telefonía, Fuerza y Luz); la Compañia Telefónica de Madrid, heredera de la STM de Bosch y Barrau y controlada por la CPT catalana; y Telefonia del Vallès (que había engullido la pionera Compañía Balet y Graells).

El dictador Primo de Rivera y Sousthenes Behn. Fuente Ministerio de Defensa español y Wikimedia Commons
El dictador Primo de Rivera y Sousthenes Behn. Fuente: Ministerio de Defensa español y Wikimedia Commons

¿Qué pasó después del golpe de Estado de Primo de Rivera?

El profesor Calvo explica que pocas semanas después del golpe de Estado, llegaba a Madrid un personaje norteamericano, llamado Sousthenes Behn y directivo de la ITT (International Telegraph and Telephone); que había recibido un encargo del gobierno de Primo de Rivera: unificar la oferta telefónica del mercado en una sola emprendida que sería la adjudicataria del monopolio de las comunicaciones telefónicas en el Estado español. Behn, obtuvo un crédito multimillonario de los bancos Urquijo e Hispano Americano (sus directivos habían dado apoyo entusiástico al golpe de Estado de Primo de Rivera), que le permitió iniciar el encargo.

¿Qué más pasó después del golpe de Estado de Primo de Rivera?

Con aquella privilegiada financiación, Behn compró grandes paquetes de acciones de las compañías privadas que obstaculizaban su proyecto. Es decir, las sometió a una práctica que contemporáneamente conocemos como OPA hostil. Una vez tuvo el control de aquellas sociedades, inició la maniobra de desguace y absorción, que se precipitaría cuando, unos meses después de iniciar el encargo, los "amigos" de Primo de Rivera ponían en circulación el vehículo para completar la maniobra: la CTNE (19/04/1924). Cinco meses más tarde (25/08/1924), el gobierno de Primo de Rivera promulgaba la ley del monopolio y cerraba definitivamente el círculo.

Cartel publicitario de la Compañia Penínsular, de capital catalán. Font Pinterest
Cartel publicitario de la Compañía Peninsular, de capital catalán. Fuente: Pinterest

El monopolio de la CTNE

Entre 1924 (creación) y 1945 (nacionalización decretada por el régimen franquista), la CTNE, fue un monopolio privado concebido para ser explotado por empresarios muy próximos al poder. En esta historia, sorprende que Primo de Rivera, que en su particular viaje al poder había recibido el apoyo de una parte importante de la burguesía catalana, confiara su proyecto a un directivo y a una empresa norteamericana (no olvidemos que la humillación española en la Guerra de Cuba,1898, todavía levantaba polvareda). Cuando menos, esta historia explica la tradicional hostilidad del poder español hacia el empresariado catalán. Tanto si este le baila el agua como si le canta las cuarenta. Antes americanos, alemanes o lo que sea, que catalanes.