"El hip hop no ha pedido nunca permiso para nada. Como expresión cultural, impone sus códigos visuales como muestra de identidad y declaración de poder, dominio y riqueza en un entorno que nunca ha escapado al racismo, especialmente cuando hablamos del pop. Y la joyería, históricamente, siempre ha estado unida a este tipo de manifestación. Incluso si la cadena de oro es poca cosa". Son palabras de Vikki Tobak, autora de Ice Cold: A Hip Hop Jelwery History, libro, monumental (como casi todos los que publica la editorial alemana Taschen), que ilustra el vínculo entre el rap (y por extensión toda la cultura hip hop, corriente alterna surgida en los barrios deprimidos de la ciudad de Nueva York: Bronx, Queens, Harlem... durante la década de los setenta y que engloba expresiones como el grafiti, el break dance...) y los metales nobles y las piedras preciosas.

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Notorious B.I.G. con su colgante de 10.000 dólares

Forjando identidades

"Como hija de inmigrante en Detroit, desde la primera vez que escuché hip hop a finales de los 80, rápidamente me sentí atraída por esta música. Recuerdo haber escuchado It Takes a Nation of Millions to Hold Us Back de Public Enemy en el instituto y que de repente el mundo tuviera sentido para mí". Aquel torrente de rimas con aroma de asfalto y presencia desafiante, se convirtió en la banda sonora vital de Vikki Tobak, periodista de origen kazako. Más cuando con 19 años se mudó a la meca del género, Nueva York. Más todavía cuando se convirtió en la relaciones públicas de Payday Records, sello discográfico con un catálogo que contenía referencias de artistas referenciales del movimiento como Jay Z (prohombre del hip hop que ilustra la foto de portada de este artículo), Gang Starr, Mos Def (figura de culto del rap con casa des de hace tiempo en Barcelona: no os sorprendáis si algún día os lo encontráis haciendo un café en el Three Marks Coffee de la calle Ausias March) o Jeru The Damaja.

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Tupac: rimas, oro y diamantes / Foto: Taschen

"Por la noche era portera en un club llamado Nell's, muy frecuentado por raperos, así que entre los dos trabajos quedé atrapada por la música. Como directora de marketing me ocupaba además de las relaciones con la prensa, y así descubrí cómo forjaban las identidades los artistas de hip hop y el papel primordial del estilo en la construcción de sus imágenes". Simbiosis que esta periodista, firma habitual de publicaciones como Rolling Stone, The FADER, Mass Appeal, Papel, Vibe, iD..., ya exploró en el libro Contact High: En Visual History Of Hip-Hop y ahora desarrolla con más concreción en Ice Cold: A Hip Hop Jelwery History, obra, como decíamos monumental, que amplifica su acometida al estar ilustrada con instantáneas de artistas esenciales como Run-DMC, Eric B. & Rakim, MC Lyte, Public Enemy, Salt-N-Pepa, Tupac, Jay-Z, Notorius B.I.G., A$AP Rocky, Carde B,Tyler, The Creator... firmadas por fotógrafos de la magnitud de Wolfgang Tillmans, Janette Beckman, Jamel Shabazz, Timothy White, Gillian Laub, David LaChapelle, Danny Clinch, Phil Knott, Raven B. Varona, Al Pereira y Albert Watson.

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Ice Cold, una historia de orfebrería y hiphop

Un Francis Bacon en el cuello

Todo empezó en 1980 con la publicación del homónimo álbum de debut de Kurtis Blow, uno de los primeros discos de la historia del rap, uno de los primeros elepés con un rapero en la portada luciendo cadenas de oro. En realidad no era nada nuevo. Los primeros homínidos ya decoraban sus cuerpos con piedras y conchas para amplificar su atractivo y así evocar admiración (y envidia). Tendencia que la especie siguió cultivando a lo largo de siglos, muy especialmente entre sus clases más nobles y acomodadas. En las últimas décadas, en un estrato social oprimido, para los afroamericanos, vomitar rimas sulfurosas y lucir joyas, como más grandes mejor, ha sido una manera de subvertir la orden imperante.

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Slick Rick, el rey del bling bling

Primero fue arrancando las placas de los Mercedes de gama alta aparcados en el barrio financiero de Manhattan para colgárselas en el cuello. Finalmente, luciendo verdaderas obras de arte confeccionadas por algunos de los más prestigiosos orfebres del planeta

Primero fue arrancando las placas de los Mercedes de gama alta aparcados en el barrio financiero de Manhattan para colgárselas en el cuello. Finalmente, luciendo verdaderas obras de arte confeccionadas por algunos de los más prestigiosos orfebres del planeta, como el colgante de oro y diamantes con la cara de Jesucristo que Notorious B.I.G. encargó al reputado joyero Tito Caicedo y por el cual pagó 10.000 dólars. O bling bling (onomatopeya con que se ha pasado a conocer la tendencia más ostentosa de amor a las joyas) elevada a la máxima expresión, los más 400.000 dólares que T-Pain se gastó por una cadena con 200 quilates de diamantes culminada por una placa donde se puede leer "Big Ass Chain". Y es que, como dice el MC A$AP Ferg, cuando va bien cargado de joyas "me veo como si comprara un cuadro de Damien Hirst y llevara un Francis Bacon en el cuello".