Aquisgrán (capital del reino de los francos), año 789. Hace 1.235 años. Carlomagno tenía la ambición de elevar el nivel cultural y moral del conjunto de pueblos que formaban su extenso reino, y su cancillería promulgó el Admonitio Generalis, una capitular legislativa que era el pistoletazo de salida de la Renovatio Carolingia; la reforma educativa, eclesiástica y artística más importante de la Europa medieval. Desde las reformas romanas del siglo IV, fruto de la adopción del cristianismo como confesión oficial del Imperio, no se había puesto en marcha ningún proyecto de tanto calado. Y hasta el derrumbe del régimen feudal a finales del siglo XV y que en nuestro imaginario ilustramos a través del Renacimiento italiano, no se produciría ningún movimiento de tanta repercusión. La celebración del Lunes de Pascua sería una de las consecuencias de esta reforma.

¿Qué era y dónde estaba Catalunya cuando se promulga el Admonitio Generalis?

En 789 el dominio carolingio sobre el territorio que, más adelante, sería denominado Catalunya, estaba limitado al tercio norte del actual país. La reina Berta (llamada del Pie Grande a causa de una malformación congénita), madre de Carlomagno y arquitecta de la expansión carolingia hacia el sur, había promovido la ocupación de la antigua Narbonense (actual Languedoc) y de la parte norte de la antigua Tarraconense (actual Catalunya vieja). Y había creado la Marca de Gotia, que era el distrito más meridional del reino carolingio y que se extendía de Usara y de Nimes (en el norte) hasta Girona y la Seu d'Urgell (en el sur). Durante las dos décadas posteriores (789-801), Carlomagno y su hijo y sucesor Luís el Piadoso empujarían la frontera hasta el río Llobregat e incorporarían Osona, el Vallès y Barcelona a sus dominios (801).

Mapa de la Marca de Gotia. Fuente Universidad de Barcelona
Mapa de la Marca de Gotia. Fuente: Universidad de Barcelona

Los sermones parroquiales al servicio del régimen carolingio

Carlomagno estableció una sólida alianza con la Iglesia (se podría decir que, algunos momentos, subordinó el poder eclesiástico a sus intereses) para extender aquella ambiciosa reforma. Carlomagno entendía el cristianismo (confesional y culturalmente) como un vehículo para recuperar el nivel de civilización perdido después del colapso del imperio romano de Occidente (siglo V). Y como un elemento de identidad común, absolutamente necesario para cohesionar aquella extraordinaria diversidad de pueblos que formaban su reino. Y confió en varios factores para extender la ideología de su proyecto. En primer lugar, se sirvió de la Iglesia y de su potente altavoz, formado por miles de sienes cristianas y de rectores parroquiales, que tendrían la misión de divulgar el mensaje que explicaba la ideología del poder.

La cultura de los monasterios al servicio del régimen carolingio

Pero Carlomagno no fio el éxito de su empresa a una única estrategia. En segundo lugar, promovió la apertura de escuelas en todos los monasterios de sus dominios, con la misión de universalizar el conocimiento de la lectura y de la escritura. Esta misión pedagógica se encomendó a los monjes que, en aquella época, eran el único corpus de la sociedad que tenía competencias en la lectura y en la escritura. El propósito era que, en un futuro no demasiado lejano, todo el mundo pudiera leer e interpretar la Biblia. Naturalmente, a conveniencia del poder que promovía aquella medida. Y que todo el mundo pudiera aplicar las enseñanzas de la Biblia a su vida personal. Unas enseñanzas que, oportunamente mediatizadas, tenían que justificar y enaltecer aquel nuevo paradigma de civilización cristiana y aquel nuevo régimen político y militar carolingio.

Mapa del Imperio carolingio. Font The Public Schools Historical Atlas. Nueva York, 1905
Mapa del Imperio carolingio. Font The Public Schools Historical Atlas. Nueva York, 1905

Las reuniones familiares por Navidad y por Pascua

Carlomagno pensó que todas aquellas medidas no serían efectivas si no se producía una verdadera difusión de aquel mensaje a través de la socialización de los actores que lo habían hecho suyo. Y promovió y universalizó una vieja tradición germánica que haría esta función: la reunión en la casa del patriarca para celebrar acontecimientos de una gran importancia para el universo familiar: el nacimiento y la muerte (bautizos y funerales). Y la Renovatio Carolingia impulsa la concentración y celebración familiar del nacimiento y de la muerte más importante para un cristiano: Navidad (el nacimiento de Jesús de Nazaret) y Pascua (la muerte... ¡¡¡y resurrección!!! —el segundo nacimiento— de Jesús de Nazaret). Aquellas manifestaciones, oportunamente vestidas con los elementos instituidos, tenían la misión de expandir el mensaje del poder hasta los rincones más insospechados.

¿Qué relación tienen la Renovatio Carolingia y el Lunes de Pascua?

A finales del siglo VIII y principios del siglo IX (la época de legislación y de promulgación de los diferentes capítulos que formarían la Renovatio Carolingia), los desplazamientos eran largos, pesados y, en muchas ocasiones, difíciles e inseguros. Por este motivo, la misma cancillería que promovió esta primigenia simbiosis entre fiesta y mensaje del poder institucionalizó las festividades de San Esteban y del Lunes de Pascua, porque consideraba necesario que aquellos que habían viajado para reunirse con sus parientes no recortaran su estancia a causa de la lejanía de su lugar de origen. Y que dispusieran de un día que se instituía para volver a casa y proseguir con las tareas productivas. San Esteban y el Lunes de Pascua se instituirían como las jornadas destinadas al retorno.

El filosof Alcuí de York, en el centro, uno de los principales ideolegs de la Renovatio Carolingia. Fuente Biblioteca Nacional de Austria
El filósofo Alcuino de York, en el centro, uno de los principales ideólogos de la Renovatio Carolingia. Fuente Biblioteca Nacional de Austria

¿Por qué los españoles no celebran el Lunes de Pascua?

El proyecto carolingio Marca Hispánica fracasó estrepitosamente. Pero el impulso renovador carolingio abarcó los extremos de aquel territorio. Bien sea efímeramente (Navarra) o definitivamente (Marca de Gotia). Eso explica por qué el Lunes de Pascua es festivo en Navarra y Euskadi; y en Catalunya, el País Valencià y Ses Illes (por la proyección catalana medieval). Y explica por qué no lo es en España. Aquellos pequeños dominios cristianos surgidos en la Cordillera Cantábrica (Asturias, León, Galicia, Castilla y Portugal), crecieron sobre una ideología propia, singular y periférica (la restauración de la monarquía visigótica hispánica); que el Estado medieval vasco, de influencia carolingia; o los condados catalanes, de fábrica y de tradición netamente carolingias, nunca compartieron. La celebración de San Esteban o del Lunes de Pascua nos lo recuerda cada año.