“Son dos, era una o la otra. Es el 50 %”. Una situación en la que alguien con cierto mando entra en una sala buscando reunirse con una inspectora. En la misma hay dos personas esperando: una chica blanca y otra negra. El señor en cuestión se dirige primero a la blanca, dando por hecho que la otra presente no podía ser quien se ocupase del caso. Un claro ejemplo de cómo aún hay clichés acerca de qué clase de personas pueden desempeñar según qué trabajos, delimitándolo todo al género y la raza. Y es ahí, en ese punto de partida con la inspectora (que tampoco cuenta con un despacho y recibe las miradas de total desconfianza de sus compañeros), donde se marca el tono de La Inspectora Ellis, un drama policíaco más que notable que ha suscitado un gran interés en el Reino Unido y que ahora Filmin ha sumado a su catálogo.

Es necesario que la inspectora Ellis exista

El carácter de la inspectora Ellis (interpretada por Sharon D. Clarke, conocida en Inglaterra en el mundo del teatro y la televisión), es el de una mujer estoica, fría y calculadora, que somete la trama al ritmo que ella impone (y a esos pasos tan convincentes cuando camina), por su sobriedad y la tranquilidad con la que toma cada decisión. Es todo lo contrario a cómo suelen funcionar este tipo de ficciones, casi siempre aceleradas y con un punto frenético (y con una fotografía que juega con los reflejos). A ella poco le importa el entorno, aunque se trate de lugares en principio apacibles, con paisajes bonitos en campiñas inglesas donde no debería pasar nada turbio. Ni siquiera entre adolescentes que viven su existencia con las hormonas a mil. Con un formato inusual en las series actuales —solo tres episodios en su primera temporada, y cada uno con una duración de largometraje (aproximadamente hora y media)—, el misterio está en un lago, en un coche que se sumerge, y en el abandono de una chica que aparece a los cinco días. Las pistas iniciales están en una competición en la piscina con un chico con aura de ganador. Y la dificultad principal para la inspectora es la resistencia de los policías locales (a ella la envían desde Londres por la incapacidad de los lugareños: esto sí, un tópico de las series policiales), tan poco dados a colaborar, cada cual con sus filias y fobias. Ellis es hermética (casi nunca sonríe, solo al final, con su terrón de azúcar, aunque tiene un humor particular), pero hay un pasado que nadie adivina: la problemática con su hija, tan evidente como preocupante (siempre está alerta por si hay una llamada suya).

El primero de los tres episodios peca de confuso. No es hasta que se descubre que Maggie está viva cuando se puede empezar a desentrañar el misterio. Aunque puede que para entonces ya hayas desconectado. Si tienes noventa minutos por delante, ¿por qué desaprovechar tanto tiempo? Es una tónica que se repite en los dos siguientes, aunque estos son más claros, también porque ya le has cogido el pulso a la inspectora y sus circunstancias (las propias y las ajenas). En el segundo episodio, la resolución se centra en la desaparición de una agente (¿tendrá algo que ver el hijastro?), y en el tercero, en un matrimonio recién casado que, tras el abrazo de una hija a un padre que se huele lo peor, llega hasta un río demoníaco. La serie aborda la dicotomía y división entre norte y sur del país, y también reflexiona sobre para qué cosas o acciones está preparada una sociedad aún en las antípodas de la normalización. Todavía hoy, al entrar en una sala, nos fijamos más en la apariencia que en quién lleva la acreditación. Solo así, y a fuerza de costumbre, lidia la inspectora con casos que la obligan a demostrar su valía. Esa es, a grandes rasgos, la gran lección de la serie. Ella, en apariencia tan fuerte y tan convencida de su capacidad para resolver, también tiene sus debilidades e inseguridades (¿se le romperá el cable del cargador del teléfono, que se aguanta con una cinta adhesiva?). Luego, puedes conectar más o menos con las historias, pero el imán para seguir la serie es ella. Más allá de ser pionera (¿cómo no habíamos tenido antes a una inspectora negra?), que Ellis exista es necesario. Es una señal de cierto desarrollo (si no, que le pregunten a Ken Loach). Y en el Reino Unido, lugar con tradición de buenos dramas policíacos (aunque este no sea precisamente sobresaliente).