"La apuesta es la siguiente: si gano vendré a tu casa con una mochila. Llevaré unas cuerdas para practicar shibari. Te ataré hasta que no te puedas mover y haré todo lo que quiera contigo y con todos los agujeros de tu cuerpo hasta que quede satisfecho". Esta nota de voz, supuestamente enviada por Armie Hammer a una mujer con la cual mantenía una relación, inicia el primero de los tres episodios de La saga de los Hammer: Escándalo y perversión, docuserie producida por Discovery que aquí ha estrenado la plataforma HBOMax. Un audio que abre la puerta al horror, a un relato escalofriante que incluye violaciones y acosos, fantasías de canibalismo, abusos de poder, algún asesinato y la teoría de que la maldad pasa de padres a hijos. Y más si un apellido y un estatus aseguran la impunidad más absoluta.

Un relato escalofriante que incluye violaciones y acosos, fantasías de canibalismo, abusos de poder, algún asesinato y la teoría de que la maldad pasa de padres a hijos

 La saga de los Hammer está muy lejos de lo que tendríamos que exigirle a una investigación periodística. No porque los testigos no tengan veracidad: la tienen, y mucha. Más bien por una apuesta formal heredera del true crime que llena nuestras pantallas con tanto éxito: entre el respeto a las víctimas y el sensacionalismo barato, la tendencia acostumbra a ser la de dejar los escrúpulos en un cajón para mojar pan. Y, claro está, utilizando recursos propios de la ficción para contribuir al espectáculo: llenando los agujeros narrativos con vulgares dramatizaciones y músicas tétricas, o acabando cada episodio con un cebo propio de cualquier culebrón de baja estofa. Una vez más, ponemos el foco en el supuesto autor del delito y toda la parafernalia que lo rodea, y no en el cuidado a las personas que lo han sufrido y siguen traumatizadas. En este sentido, los últimos días hemos podido leer como Effie, la mujer que había detrás de la cuenta de twitter House of Effie que destapó el escándalo (ahora vamos), hablando de su escalofriante experiencia con el protagonista de Call Me By Your Name, ha criticado el trabajo y el enfoque de los directores de La saga de los Hammer. Antes, ya había decidido rehusar aparecer en una serie que, obviamente, tampoco cuenta con el testigo del protagonista de los hechos.

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Armie Hammer en una escena de la película Call Me By Your Name

Una apuesta formal heredera del true crime que llena nuestras pantallas con tanto éxito: entre el respeto a las víctimas y el sensacionalismo barato

Con un título nada casual que activa nuestra memoria cinéfila, conectando el apellido de los protagonistas con aquella productora británica que levantó fabulosas películas de terror entre los años 50 y 70 (los Dráculas de Christopher Lee y Peter Cushing, muy especialmente), la tesis del documental tiene que ver con el legado, con los genes, con el ADN, con un comportamiento tan perturbado como delictivo que pasa de padres a hijos. Si Armie Hammer ha dejado una retahíla de mujeres abusadas que cayeron en su telaraña, quizás tiene que ver con que su padre, Michael, y su abuelo, Julian, tuvieron comportamientos similares, siempre debajo el paraguas del bisabuelo, Armand Hammer, influyente y poderoso magnate del petróleo que puso los cimientos para un repugnante, e impune, sálvese quien pueda.

Si Armie Hammer ha dejado una retahíla de mujeres abusadas que cayeron en su telaraña, quizás tiene que ver con el comportamiento de su padre, Michael, y su abuelo, Julian

Vamos por partes: dos mujeres vehiculan la trama de la serie con sus testimonios delante de la cámara. Por un lado, Casey Hammer, tía de Armie, hermana de Michael, autora de un libro catártico, Surviving my Birthright, donde entre otras cosas denunciaba haber sufrido abusos sexuales de su padre. Ella pone las bases a la transmisión familiar de la maldad. Por el otro, Courtney Vucekovich, víctima del actor, la primera que habla públicamente para dar veracidad a los mensajes de texto filtrados en las redes sociales. Sus testimonios, pero también los de la artista Julia Morrison o el de Paige Lorenze, parejas ocasionales del intérprete, permiten dibujar una personalidad que va mucho más allá de las aficiones sexuales extremas.

Traielr de La saga de los Hammer

Como el audio que abre el documental, el escándalo alrededor de Armie Hammer se apoya en imágenes y vídeos publicados por el propio actor (en uno, por ejemplo, se le ve tomando drogas mientras conduce su automóvil) y en las decenas de whatsapps que la estrella de Hollywood enviaba a sus parejas y amantes, mostrando abiertamente su obsesión por violentas prácticas que van más allá del sadomasoquismo, y sus fantasías con el canibalismo. "Ha sido mi mejor experiencia: violarte con un cuchillo en el cuello. Ahora todo me parece aburrido. Tú gritando y llorando conmigo encima, me he sentido como dios. Nunca me he sentido tan poderoso", dice uno de los mensajes. Otra cadena de whatsapps: "Soy 100% caníbal. Te quiero comer. No lo había dicho nunca. Le arranqué el corazón a un animal vivo (un ciervo) y me lo comí todavía caliente. (...) Me quiero comer tu sangre, tus órganos, cada parte de ti. (...) Te follaría hasta dejarte en estado vegetativo, y te seguiría alimentando, limpiando y follando".

Ha sido mi mejor experiencia: violarte con un cuchillo en el cuello. Ahora todo me parece aburrido. Tú gritando y llorando conmigo encima, me he sentido como dios. Nunca me he sentido tan poderoso

La filtración de estos mensajes se leyó, primero, como una excentricidad sexual, y las redes hirvieron. Algunos medios sensacionalistas vieron campo de chismes para correr, y se pegaron al descubrimiento del libro de Casey Hammer (que hasta entonces había pasado desapercibido) por parte de algunas tuiteres y tiktokeres: la investigación periodística de otras épocas es hoy una carrera para conseguir likes y ser viral. Sea como sea, algunas víctimas del actor perdieron el miedo y explicaron su experiencia, que seguía un patrón escalofriante, que empezaba como un cuento de hadas en el que el príncipe se tornaba rana, o más bien demonio psicópata, consiguiendo que participaran de un oscuro juego que traspasaba todas las líneas de las prácticas BDSM.

Algunas víctimas del actor perdieron el miedo y explicaron su experiencia, que seguía un patrón escalofriante, que empezaba como un cuento de hadas en el que el príncipe se tornaba rana

En un contexto marcado por los movimientos #metoo y #time'sup, Armie Hammer vio cómo algunos proyectos desaparecían (no ha vuelto a hacer una película desde Muerte en el Nilo, el año 2021), cómo su agencia de representación rompía su contrato y cómo pasaba a ser un apestado en la industria. Hay una idea interesante en este sentido: cómo los departamentos de relaciones públicas de estas celebridades intentan cerrar las acusaciones con una terapia de rehabilitación que públicamente limpie la imagen del interfecto. De hecho, Disney se acogió a ella para poder estrenar Muerte en el Nilo cuando parecía que quedaría para siempre en un cajón.

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Los Hammer, una saga marcada por el escándalo y la perversión / Foto: Discovery

Los departamentos de relaciones públicas de estas celebridades intentan cerrar las acusaciones con una terapia de rehabilitación que públicamente limpie la imagen del interfecto

A partir de aquí, la serie viaja en el tiempo, hacia atrás y hacia adelante, para hablar de cuatro generaciones de hombres de una familia que Casey Hammer compara con la de la popular serie Succession: "Vi tres episodios y no pude continuar", dice. "Mi familia era como la de Succession pero multiplicada por un millón". Refleja cómo el inmenso poder del bisabuelo Armand Hammer (a quién el documental muestra relacionándose con presidentes, empresarios y representantes de la monarquía, como el Príncipe de Gales y Lady Di) y su obsesión por no ensuciar su apellido y su legado consiguieron, por ejemplo, que su hijo Julian saliera indemne de una acusación de homicidio. Habla del gusto por las orgías y las drogas de Julian y de su hijo Michael (padre de Armie). De las violaciones cometidas con una escandalosa impunidad. El protagonista de La Red Social, que fantaseaba con una barbacoa donde el plato estrella fueran las costillas de sus amantes, era solo la punta de un terrible iceberg.

El protagonista de La Red Social fantaseaba con una barbacoa donde el plato estrella fueran las costillas de sus amantes

Más allá del interés que ha despertado la crónica negra dentro de la Meca del Cine desde que el mundo es mundo (aquel Hollywood Babylonia de Kenneth Anger), La saga de los Hammer es un evidente nuevo ejemplo de tantos true crime que se pasean por las pantallas de las plataformas (o de las televisiones en abierto, incluso las públicas) apostando por una cierta espectacularización del sufrimiento ajeno, convertido pesadillas reales en material para alimentar el morbo. Todo vale para poner luz a la oscuridad.