Ricardo Cavolo publica su álbum Periferias (Lundwerg) que se presenta como un homenaje a los "otros", a aquellos que por motivos geográficos, físics, de orientación sexual o por el motivo que sea se salen de las pautas de la normalidad. Por sus páginas pasan tomados, siameses, albinos, gitanos, guerrilleras kurdas... Pero no sólo hay individuos y colectivos, también incluye territorios, como las islas Feroe, o Tristan d'Acunha; y animales poco conocidos, como el tapir, el pangolín o la hiena. O incluso añade lo que denomina "periferias vegetales", plantas y setas que tienen formas insospechadas, como los musgos, las setas fosforescentes o las rosas de Jericó (unas pequeñas plantas que se conservan durante años secas y que reviven cuando se las moja)... Y el libro se cierra con un homenaje a artistas y literatos fuera de los circuitos habituales, como Lovecraft, William Blake o Sam Doyle. Todo un canto a la diversidad del mundo, de sus seres, de sus hombres y de sus creadores.

Declaración de intenciones

En el prólogo, Santi Balmes afirma que la "verdadera reserva espiritual del humano" está en las periferias y no en el "deteriorado, enfermizo y decadente hombre occidental" que "dejó languidecer la llama inmemorial del instinto". Hace una apología de "lo mágico" frente a "la dictadura de la razón". Y asegura que "De la periferia del universo vendrán aquellos a los que estamos esperando", porque "el Centro no es creativo". El mismo Ricardo Cavolo, en la clausura del libro, asegura que retrata estas periferias porque "la mayoría de las veces no somos capaces de verlas como algo bueno, interesante y bello". Y pide a los lectores: "Dad valor a lo diferente, honradlo y abrazadlo", para concluir "Seamos lo otro". De hecho, el ilustrador afirma: "No sé si soy de la periferia o no, pero sí quiero ser embajador de ella".

Exceso de estereotipos

Con este intento de buscar un mundo ideal y alternativo, el libro de Cavolo cae a veces en la reproducción de estereotipos. Los indios serían, sistemáticamente, sociedades con un profundo respeto por la naturaleza; aunque los arqueólogos han demostrado que no sólo los occidentales son poco respetuosos con la naturaleza: muchas sociedades del pasado desaparecieron porque van esquilmar sus recursos naturales. En el apartado dedicado a los homosexuales en África, Cavolo afirma que en África hay "una cacería del homosexual. No les basta cono matarlos; además, usan parte de sus cuerpos para ceremonias rituales". Si bien es cierto que en buena parte del continente los homosexuales son discriminados, el término "cacería" se podría aplicar sólo en algunos casos muy concretos, y el uso de parte de sus cuerpos para ceremonias rituales es absolutamente excepcional. Al querer elogiar a los homosexuales africanos, se acaba reproduciendo una visión estereotipada del continente africano y se reduce sus habitantes al salvajismo. Las generalizaciones y los estereotipos positivos pueden ser tan erróneos y peligrosos, finalmente, como los estereotipos negativos.

Enfrentados

Cuando Cavolo habla de los yanomani, indios amazónicos, afirma que "han luchado ferozmente cuando su libertad y su modo de vida se han visto amenazados". En realidad, el modo de vida de los yanomani incluye la guerra como una parte esencial de su cultura. Y eso refleja el principal problema del libro de Cavolo. Apuesta por propuestas sociales que a veces son absolutamente incompatibles entre ellas: aplaude grupos homófobos y los homosexuales, muestra su admiración por Moldavia y por Tradnístria, dos territorios en guerra...

Tono naïf

Ricardo Cavolo pinta sus historias con muchos colores, con un tono marcadamente naïf, que expresa una visión optimista del planeta. Sus personajes periféricos generalmente tienen varios pares de ojo. Él afirma que tienen más de un par de ojos porque pueden ver dónde los otros no ven. Pero el estilo naïf va más allá de la estética de las imágenes e impregna todo el contenido: muchas de las historias acaban con una especie de evocación mítica, en qué dioses, magos o fuerzas telúricas convierten a los marginados en privilegiados. La gran virtud de Cavolo es ponernos de manifiesto mundos olvidados o marginados: desde los trabajadores asiáticos en Dubái, hasta los territorios que aspiran a su independencia, como Somalilandia... Y, evidentemente, Cavolo es magistral como ilustrador. Ahora bien, el mensaje de este cómic, que pretende elevar las periferias a modelo político, es bastante más discutible.