Pep Guardiola es lo peor que le ha pasado al fútbol, lo saben todos los amantes de darle patadas a la pelota, integristas del jogo bonito y los que se levantan muy temprano muy temprano, incluidos. Paul Auster, lo peor que le ha pasado a la literatura. Una certeza incuestionable que el escritor norteamericano volvería a evidenciar en Baumgartner, su maravillosa novela póstuma, publicada en catalán pocas semanas antes de su muerte.

Pep Guardiola es lo peor que le ha pasado al fútbol, decíamos. Un genio que nos hizo creer que aquello que sostenía su filosofía de juego, el "take the ball, pass the bail", estaba al alcance de cualquiera que saltara a un rectángulo delimitado por dos porterías. Parecía sencillo. Tan solo se trataba de tener la pelota y hacerla circular entre los unos y los otros hasta llegar a la portería rival, rematando el trabajo haciendo entrar el esférico en la zona de gol. El tiki-taka era una engañifa cruel: todo el mundo sabe (o cree que sabe) pasarla, pero hacerlo con sentido y criterio, al pie, rápidamente, requiere unas cualidades y capacidades que solo poseen a unos pocos elegidos. ¿Cuántos equipos del infrafutbol se han estrellado intentando practicar un juego vistosamente ofensivo? En sus mentes parecía una gran idea. La realidad era mucho más puñetera y siempre acababan sucumbiendo contra los chapuceros mourinhos de tercera regional.

Paul Auster es el peor que le ha pasado a la literatura, decíamos también. Cuántos de nosotros hemos creído que lo podíamos emular. Que lo que hacía no era tan complicado. Poco más que escribir novelas reviviendo nuestras memorias añadiendo unas pocas dosis de imaginación y azar. Ignorábamos que no todo el mundo ha tenido una vida interesante. Y, peor todavía, que muy pocos, casi nadie tiene la genialidad narrativa del autor de la Trilogía de Nueva York. Y, sin embargo, las estanterías de las librerías están llenas de títulos que encajan en aquello que se ha denominado autoficción o literatura del yo firmadas por autores que piensan que pueden saltar al campo y jugar al primer toque.

Paul Auster 3 (Europa Press)
Baumgartner es la novela póstuma de Paul Auster

La vida acaba, la buena literatura es eterna

"¿Un acontecimiento tiene que ser cierto con el fin de ser aceptado como cierto, o la fe en la verdad de un acontecimiento ya lo convierte en verdadero, aunque la cosa que supuestamente pasó, de hecho, no pasó?", se pregunta Baumgartner, protagonista (y título) de la última novela de Paul Auster, resumiendo en una sola frase buena parte de la esencia de la literatura del escritor amante de los Nietos, encapsulando en una única sentencia lo vive de este relato póstumo. No cuesta mucho imaginarse a un socarrón Austero desgraciadamente ya enfermo riéndose con nosotros (que no de nosotros) narrando la vida de este Baumgartner, uno, como él, escritor; que, como él, nació en Newark, Nueva Jersey; que, como él, acabados sus estudios universitarios fue a vivir en París; que, como él, vive en una casa de varias plantas; que, como él, su mujer también es escritora; que, como él, él tiene su estudio en la planta superior, ella en la inferior...

Quizás porque el hombre que hizo de Brooklyn el epicentro del universo era consciente de que era su última oportunidad para explicarse, el capítulo final de su bibliografía es una emotiva reflexión sobre envejecer, perder seres amados y marcharse

No todo son trazas biográficas, en Baumgartner (sin querer sonar frívolo) quien muere es su mujer Anna. De hecho, traductora, poeta, escritora..., Anna muere en un accidente en el mar una década antes. Narrado en una tercera persona que otorga cierta visión cinematográfica de la historia, el amor por su compañera de vida, la añoranza que todavía siente por su ausencia diez años después, es lo que empuja a Baumgartner (un escritor ficticio que tiene una madre ficticia con Auster como apellido de soltera) a revivir su vida. Aparentemente nada excepcional, formalmente todo maravilloso. En la sencillez de Baumgartner está su genialidad. Quizás porque el hombre que hizo de Brooklyn el epicentro del universo era consciente de que era su última oportunidad para explicarse, el capítulo final de su bibliografía es una emotiva reflexión sobre envejecer, perder seres amados y marcharse. Pau Auster, sin embargo, deja un final abierto, seguramente porque él mejor que nadie entendió que la vida se acaba, pero la literatura es eterna. Aunque para llegar a esta conclusión tienes que saber jugar al primer toque.