Pat fue la oveja negra de la familia Millet. La hermana pequeña de Fèlix Millet cometió adulterio con el primo de su aristocrático marido y se separó en 1967. Eso desencadenó un gran escándalo, al romper con todas las expectativas que la familia había depositado en ella. Muchos años más tarde, cuando Pat ya había rehecho su vida, el escándalo del Palau acabó de hundirla. Poco antes de morir, Pat Millet se sinceró con el periodista Jordi Panyella, y escribieron un libro autobiográfico que ahora publica Angle Editorial: La vida amarga de les flors. Viatge al cor de la família Millet.

Burguesía catalana en estado puro

"Para mí el lujo es una realidad consustancial a la vida misma y no me ha impresionado nunca". Esta es una de las perlas que explica, con una cierta ingenuidad, Pat Millet. Y no lo hace en un lugar destacado del prólogo, si no en medio de un párrafo, en un rincón de la página 269 de su obra. La obra nos explica la vida de una mujer que ha tenido acceso a todo: coches, mansiones, viajes, piscinas, joyas, ropas caras... De pequeña, en casa de Pat Millet había cocinero, sirvienta, chófer, camarero y, un día por semana, costurera. Y ella fue criada, de hecho, por una niñera (cuando era pequeña, la hija del prohombre catalanista sólo hablaba castellano porque había aprendido a hablar con el servicio). Una vida en que las complicaciones más terribles pueden encontrar una solución gracias al inmenso salvavidas familiar, que contaba con poderosas conexiones con el poder político e incluso con el poder judicial. Pat Millet lo pasó muy mal en su vida, y en más de una ocasión su familia la rescató en situaciones extremas. Quizá por eso su obra no destila ninguna empatía por la vida del común de los mortales. En su testimonio siempre deja vislumbrar que es una injusticia cósmica que una persona como ella haya podido caer en una situación que, por nacimiento, no le correspondía.

Fèlix Millet de cerca

Fèlix Millet no es el centro de esta obra, básicamente autobiográfica. Pero Pat Millet explica algunas anécdotas que son memorables sobre todo, en "La peste", el capítulo que dedica al caso Palau. Pat habla de un hermano que le había sido muy próximo cuando ella era joven, pero que con el tiempo adquirió "maneras de millonario" y que se transformó en "un ser altivo, cada vez más distante". Incluso marcó distancias con los hermanos, haciéndose muy inaccesible y situándose en una posición de predominio sobre ellos (hizo un viaje con su hermana, él y Montull en primera clase y su hermana en segunda). Pat argumenta que la mujer de Fèlix, Marta Vallès, que venía también de una familia muy rica, contribuyó a su aislamiento, ya que era tan ambiciosa como él. En una ocasión le lanzó a su cuñada: "Pat, tú eres muy ingenua. Todo el mundo tiene un precio". La familia Millet se sintió muy irritada por el escándalo del Palau, que manchó el nombre de la familia. Pero Pat, a pesar de todo, mantuvo la relación con su hermano y le dio apoyo, aunque estaba segura de que había hecho "muchos pecados". Confesaba, pese a todo, que "Tener trato con él no es fácil".

Sin arrepentimiento

Pat, en su libro, explica que los Millet de vez en cuando tenían consejos de familia, donde todos se encontraban, básicamente, para tratar temas económicos que les afectaban a todos. El último se produjo poco después de que se destapara el caso Palau y se convirtió en una especie de "juicio a la oveja negra de la familia" (una "oveja negra" que ya no era Pat). Pat afirma que en aquella ocasión Fèlix Millet tuvo un comportamiento "falso y sinuoso" que irritó a todos los familiares. Más adelante, Millet se sinceraría ante su hermana pequeña: "Sé que he hecho cosas mal hechas, pero no soy yo solo. Hay mucha gente implicada, porque he ayudado a mucha gente". Confiaba en que esta "gente" le ayudaría a salvarse. Y, en realidad, su paso por la prisión fue bastante breve. Curiosamente, en una entrevista, cuando Millet entró en la prisión, su hermana afirmaba que lo habían ingresado por "motivos políticos"; en el libro, no dice nada de todo eso. Más bien deja entender el contrario: que había mucha gente influyente que trataba de tapar el caso.

Una damnificada

Pat Millet fue uno de los daños colaterales del escándalo del Palau. Como no pasaba por un buen momento económico, unos años antes decidió vender la casa a su hermano a cambio de una renta vitalicia. Pero el hermano dejó de pagarle la renta por el caso Palau. Además, el tercer marido de Pat, de origen humilde, había sido colocado como conserje del Palau por su cuñado y fue despedido tras los hechos. En esos momentos Pat y su marido tuvieron que vender sus joyas y conseguir comida en Cáritas. Pero Fèlix Millet no les ayudó. Curiosamente, Pat Millet se más severa con Jordi Montull que con su hermano, y concluye, con un cierto clasismo que "ojalá [su hermano] no hubiera confiado nunca en este hombre".

Ser mujer en un mundo de señores

La vida burguesa que explica Pat no es muy idílica. Fue una niña permanentemente abandonada en manos de niñeras y sirvientas; para garantizar la realización de sus progenitores, nunca dispuso de calor humano. Y, cuando empezó a resultar molesta, la encerraron en un tétrico internado. Su familia no quiso que estudiara periodismo, para evitar que saliera de Barcelona y escapara a su control, y la enviaron a hacer un curso de secretariado, ya que tenían muy claro su futuro: un buen matrimonio y que hiciera de ama de casa. Esperaban que cumpliera el papel que le correspondía dentro de su esquema. En realidad, fue su propia familia quien acabó delatándola al marido cuando cometió adulterio, aunque sabían perfectamente que su matrimonio era desdichado. A partir de este momento su futuro se complicó mucho: o volvía con su marido, algo que ella rechazaba firmemente, o podía incluso ir a la prisión. Al fin, perdió el contacto con sus hijas durante más de 15 años. Se le dio la tutela al padre que se apresuró a ponerlas en manos de una niñera.

Una odisea en clave femenina

Pat Millet explica abiertamente que "En mi vida he enamorado a muchos hombres y he correspondido a muy pocos". En realidad, se movió continuamente en un mundo de hombres ociosos que tenían mucho tiempo para vivir aventuras amorosas y para los que la atractiva, rica, joven e ingenua Pat era un cebo codiciado. Por las páginas del libro pasan muchos famosos que hicieron la corte a la Pat, a menudo de forma torpe, agresiva y poco delicada. Y si el primer matrimonio de la pequeña de los Millet fue problemático, tuvo experiencias mucho más duras. El segundo matrimonio fue realmente traumático. Su joven marido la amenazó, le robó, le extorsionó y le hizo chantaje. Era un chico de familia bien que se dedicaba a hacer de gigoló, que tenía negocios familiares extremadamente turbios y que se convirtió en un auténtico delincuente. Pat Millet dejó muchos millones en sus manos. Todavía tuvo suerte. Su marido no sólo la amenazó con una pistola, sino que incluso llegó a encargar su asesinato.

Un mundo incómodo

Parece ser que a la familia Millet no le gustaba mucho que Pat estuviera preparando este libro, fieles a la máxima burguesa de que "la ropa sucia se limpia en casa". La vida amarga de les flors es un libro interesante, por la visión que aporta de Fèlix Millet y su mundo. Saca a la luz aquello que rara vez se puede saber sobre los intramundos de las familias adineradas. Pero también la obra escrita por Pat Millet y Jordi Panyella explica la historia extraordinaria de una persona que, como mujer, fue víctima del machismo de su tiempo, en múltiples aspectos: fue discriminada en el seno de su familia por el hecho de ser mujer, perdió el contacto con sus hijas por un comportamiento que en un hombre no hubiera sido considerado delictivo, fue amenazada, agredida... Una vida sin duda amarga, que pone de relieve los aspectos más podridos de la más selecta sociedad catalana y española.