El 2 de junio es día de celebración nacional en Italia, la Fiesta de la República. El país conmemora el referéndum popular de 1946, que supuso el fin de la monarquía y el inicio de una nueva era, con la aplicación del recién aprobado sufragio universal que permitía que las mujeres votaran por primera vez. Un 89% de las italianas, diez millones, llenaron los colegios electorales. "Nos aferramos a nuestras papeletas a como cartas de amor", escribiría la periodista Anna Garofalo, y esta significativa, muy relevante, cita cierra la película que nos ocupa. Y es que el contexto histórico es fundamental en la peripecia de la protagonista de Siempre nos quedará mañana, el bestial fenómeno de taquilla de la cinematografía italiana reciente.

Dirigida, escrita y protagonizada por Paola Cortellesi, la película ha pasado por el BCN Film Fest y llega a los cines este viernes. Nos explica la cineasta que cuando trataba de vender su proyecto y encontrar la financiación necesaria, los productores la miraban boquiabiertos y ojipláticos: “Reconozco que yo llegaba con una criatura extraña bajo el brazo. Una historia sobre el patriarcado y la violencia machista, rodada en blanco y negro, con escenas de danzas extravagantes, con canciones de otra época, y con humor... Y, al mismo tiempo, tenía clarísimo que quería hacer una película popular, y de gran alcance”, nos cuenta. Y sabe de qué va el asunto, porque lleva veinte años de carrera en televisión y teatro, cantando y haciendo imitaciones y, también, en películas como Maravilloso Bocaccio (2015) o Como pez fuera del agua (2017).

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Paola Cortellesi ha dirigido el gran fenómeno cinematográfico del año a Italia / Foto: Miquel Muñoz

El arranque de Siempre nos quedará mañana activa en el espectador el desconcierto que nos anunciaban las palabras de la cineasta: estamos en Roma, en 1946, y entramos en el dormitorio de una casa humilde de un barrio humilde. Un matrimonio abre los ojos. Ella da los buenos días, él responde con una bofetada en la cara. Ella se levanta como si nada, al fin y al cabo aquello forma parte de una invariable rutina matinal que no se detiene: ¡niños, a desayunar! La hija adolescente y dos chiquillos alborotados. Los deja engullendo y entra en la habitación del suegro, le vacía el orinal y se traga su desprecio. Su cara lo dice todo, pero es lo que hay. Sale de casa, camino de mil trabajos mal pagados, y un travelling eterno acompaña los andares de la protagonista, al ritmo de un temazo de The John Spencer Blues Explosion. Música anacrónica y decorados de cartón piedra.

A partir de aquí acompañaremos a Delia, esta madre coraje aparentemente resignada a una realidad que destruye cualquier brizna de independencia femenina. Ciudadanas de tercera, la mayor parte de las mujeres, no importa cuál sea su clase social, necesitan el permiso de los hombres por casi todo, y conviven con la violencia, física y/o verbal, del patriarcado. En caso de que nos ocupa, nuestra protagonista tiene un marido (interpretado por Valerio Mastandrea) al que ser veterano de dos guerras le da carta blanca, los matones no necesitan excusas, para casi todo.

Humor inesperado

La insólita propuesta de Cortellesi disfraza de cuento el horror cotidiano y, como hacían los grandes de la commedia all'italiana, se alimenta de la tragedia para encontrar el humor y la ligereza. “Luigi Comecini, Ettore Scola, Mario Monicelli, Dino Risi, todos estos grandes maestros nos han enseñado que, sin dejar de ser críticos, la realidad que nos rodea, por terrible que sea, se podía explicar con humor, con sátira, con cinismo. De hecho, es necesario, y hace que todo sea mucho más realista, porque la vida no sólo tiene un color. Incluso en un mismo día, las cosas más dramáticas pueden cambiar de color en algunos momentos”, sostiene la directora.

En Siempre nos quedará mañana también hay guiños al neorrealismo e, incluso, al cine mudo, el eterno espíritu de Chaplin

En Siempre nos quedará mañana también hay guiños al neorealismo e, incluso, al cine mudo, el eterno espíritu de Chaplin. Un flashback musical se le emparenta, y acaba siendo una de las secuencias más inspiradas de la película. Como lo es también una paliza machista reconvertida en una singular danza macabra. Paola Cortellesi sonríe cuando le preguntamos de dónde han salido todas estas insólitas ideas visuales y narrativas: “Puro instinto. La escena del baile, por ejemplo, simboliza un sufrimiento que se repite en el tiempo, que hace mucho que ocurre y que seguirá pasando. Es una especie de pesadilla recurrente. O la bofetada del principio, el acercamiento que hacemos busca ridiculizar todo el entorno de los personajes, y mostrar cómo de estúpida llega a ser su violencia. Creo que utilizando este tono más bien humorístico, podemos navegar sobre temas indigestos y derribar ciertos muros levantados por los espectadores. Y si me preguntas por el uso de la música, aunque mi trabajo es escribir diálogos, nada puede hablar mejor de un estado de ánimo que una canción”, razona nuestra entrevistada, pasando lista de algunas de las arriesgadas, pero tremendamente eficaces, decisiones formales de la película.

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Entrevistamos a Paola Cortellesi a su paso por el BCN Film Fest / Foto: Miquel Muñoz

Democracia contra las palizas

Sobre el extraordinario éxito que Siempre nos quedará mañana ha tenido en Italia, superando las recaudaciones de Barbie u Oppenheimer, Cortellesi reconoce que “fue una enorme sorpresa... Era mi ópera prima, y no me esperaba nada, y la respuesta ha sido increíble. Hablamos de un tema urgente, y supongo que, al igual que lo era para mí, también lo era y lo es para los millones de espectadores italianos o de otros países”. Y reflexionamos entonces sobre uno de los mensajes de la película: cómo la democracia y el activismo abren una puerta de esperanza a cambiar la realidad y vencer a las violencias. “Sí, sería una forma de decirlo. Una mujer que no tiene ningún derecho, cuando le dan la posibilidad de contar, de tener voz, de ejercer el derecho a voto... esto es una gota en medio del océano, pero también es un motor de autodeterminación muy potente. Desde ese referéndum de 1946 han cambiado muchas cosas. La democracia dio la posibilidad de que las mujeres luchadoras de aquella época formaran un gobierno democrático y que combatieran. Y ahora tenemos una cantidad de derechos que antes eran impensables”, sostiene.

Siempre nos quedará mañana ha tenido un éxito extraordinario en Italia, superando las recaudaciones de Barbie u Oppenheimer

Y la cineasta sigue: “Más lenta es, tal vez, la mentalidad imperante, que anda como un mamut, y no sigue el ritmo de las nuevas leyes, protecciones, derechos. Hacen falta generaciones para cambiar la mentalidad de la gente. Y es por eso que elegí hacer una película contemporánea ambientada en el pasado, para ver qué sucedió y qué ha cambiado, por suerte y gracias al trabajo de muchas mujeres. Pero también para reconocer qué hemos heredado y qué se mantiene vivo. Y un ejemplo es entender a la mujer como una posesión”, afirma contundente, y, como hace su película, sin perder la sonrisa. Y cerramos nuestra charla con Paola Cortellesi preguntándole si, tras crear semejante fenómeno con su primera película, nota la presión por lo que se pueda sacarse del sombrero en un futuro inmediato. “Creo que tendré que concentrarme y poner todos los esfuerzos en la tercera, porque la segunda película no estará a la altura. ¡Lo mejor que podría hacer es saltármela!”, remata con mucha gracia y soltando una carcajada.