En 1919 se produjeron dos hechos de una extraordinaria importancia: la Huelga de la Canadiense, que hizo de Catalunya el primer país de Europa en aplicar la jornada de las ocho horas; y la tramitación del Estatuto inédito de la Mancomunidad; el primer intento serio de restauración del autogobierno catalán desde la ocupación borbónica de 1714. Las clases más conservadoras de la sociedad catalana y el poder español reaccionaron con la creación de un sindicato que pretendía neutralizar este movimiento de progreso, pero que sería rápidamente superado por sus integrantes más radicales, los que se convertirían en los líderes de los primeros grupúsculos de la violenta ultraderecha españolista en Catalunya.