Dentro de unos años, lo que el mundo del cine recordará de la gala de los Oscar 2022 es la bofetada que Will Smith le propinó a Chris Rock en un arrebato de masculinidad tóxica por haber humillado a su mujer. Quizás los cinéfilos más entregados recuerden a los galardonados de todas las categorías. Pero solo con un poco de suerte o azar el ciudadano de a pie adivinará cuál fue la película ganadora. Y esa condena al olvido es una pena, porque CODA consiguió la estatuilla concienciando sobre la comunidad sorda por primera vez en la historia. Nunca antes un largometraje había puesto la diversidad sensorial encima de la mesa obteniendo el máximo reconocimiento de la Academia, sumando además a su palmarés el primer Oscar a un actor sordo, Troy Kotsur. Sin embargo, no fue este hito el que llenó titulares y debates de sobremesa.

Lo que pasó en la 94ª edición de los Oscar es solo una muestra a pequeña escala de lo que las comunidades sorda y ciega viven en su disfrute cultural y ocioso del día a día: el estigma frente al resto de los miembros de la población, el menosprecio de las políticas públicas y la espera de una agenda funcional de las que solo llegan unas pocas migas. Hay intentonas, pero la accesibilidad utilizada tampoco es suficiente. La normativa estatal para televisión y cine, reflejada en la Ley 7/2010 General de la Comunicación Audiovisual, establece que los canales públicos deben contar con un 90% de contenidos subtitulados, mientras que los comerciales lo deben contemplar en un 75%. Las obligaciones con respecto a la audiodescripción son mucho más raquíticas: los servicios de comunicación audiovisual televisiva autonómica, públicos o privados, deben contar con un mínimo de dos horas audiodescritas diarias (más todos los programas informativos) y dos horas semanales interpretadas en lengua de signos. Para teatros u otros espectáculos del mundo cultural, directamente, no existe ninguna normativa: son los propios teatros o centros los que lo implementan (o no) por voluntad propia.
 

silenci hamelin baixa
La obra El silenci d'Hamelin, de Farrés Brothers & Cia, ganó el premio Feten 2018 a la mejor propuesta de Teatro e Inclusión. / Teatre Bartrina

La problemática tiene un doble raso: a las pocas horas invertidas en facilitar la experiencia de las personas con discapacidad sensorial con el contenido cultural se une la poca coordinación existente entre la accesibilidad de los recursos y las producciones. Tradicionalmente, los profesionales de la accesibilidad adaptan el producto final una vez terminado, preparando un guion de audiodescripción con la narración de los elementos visuales, que se locuta y se insiere posteriormente en los espacios de silencio. Pero la dificultad llega cuando la ejecución de la obra – ya sea de teatro, audiovisual, espectáculo, etc. – no tiene en cuenta las necesidades de los usuarios con discapacidad sensorial y la comprensión queda limitada. “Lo que hay es totalmente insuficiente; necesitamos espacios sin diálogo, efectos sonoros, música o silencios intencionados para poder dar toda la información de la carga visual de la obra, porque a menudo tenemos que escoger qué ponemos y qué no, y no es escoger información relevante de la no relevante, sino que la mayoría de veces es escoger dentro de un abanico de informaciones totalmente necesarias para la comprensión de la obra”, explica Èlia Sala, doctora en accesibilidad y tutora del curso de especialización de la EMAV (Escola de Mitjans Audiovisuals), la única escuela en Catalunya donde los realizadores y productores audiovisuales se pueden formar en accesibilidad. En el resto del estado, solamente se imparte en 6 ciudades más; el curso 2021-2022 es el primero en el que se ha impartido esta formación en escuelas públicas.

La importancia de la accesibilidad

Para Èlia, “la accesibilidad es el arte de hacer de nuestra sociedad la sociedad de todo el mundo”. Su visión romántica de la profesión y del cometido casa perfectamente con la meta social que debe conseguirse en la esfera pública para no excluir a ningún segmento de la población: si en el plano físico se ha naturalizado que debe haber aceras más anchas y rampas para las sillas de ruedas, la accesibilidad para las discapacidades menos visibles - como la pérdida auditiva o visual - debe recorrer el mismo camino. Esa es la razón de ser de su trabajo. “Incluir la accesibilidad desde la creación de la obra reduciría mucho el riesgo que supone no incluir toda la información visual relevante para su comprensión o seguimiento”, explica. Las peticiones de mejora remarcan que la información visual esté explícita en los diálogos o que, en la subtitulación, se identifique quién habla en todo momento, además de facilitar información por escrito sobre aquellos efectos sonoros encargados de aportar realidad o emocionalidad a la escena. “Sin olvidar que hay que tener en cuenta los parámetros de velocidad de lectura, ya que la información escrita se procesa a un ritmo más lento que la información que escuchamos”, añade.

La EMAV, en Barcelona, es la única escuela en Catalunya donde los realizadores y productores audiovisuales se pueden formar en accesibilidad

Intervenir desde el inicio del proceso de creación del producto audiovisual permite visibilizar efectos sonoros y evitar las descripciones forzosas, como el volumen o la entonación de los diálogos. También es imprescindible para elegir la léxica de los diálogos o para calcular la velocidad de la interpretación y tener en cuenta la buena sincronización entre lo que se oye y lo que se lee. Para la doctora en accesibilidad, “esto permite cocrear nuevos lenguajes con las personas iniciadoras de la obra, basadas en la creatividad, para que hagan match con el estilo y el mensaje de la obra construyendo un todo que comunique más allá de los sentidos de la vista y del oído”.
 

maria teneva M4b usCBIWw unsplashNinguna normativa obliga a que los espectáculos culturales ofrezcan un porcentaje concreto de contenido con accesibilidad. /  Maria Teneva

La televisión pública versus plataformas en streaming

El subtitulado para personas sordas (SPS), la interpretación en lengua de signos y la audiodescripción son los servicios base que prevé la programación de la TDT en el estado para garantizar la accesibilidad de las personas con discapacidad sensorial a cualquier contenido audiovisual. Los porcentajes y las horas semanales destinadas a la accesibilidad – y reguladas por la ley general de la comunicación audiovisual – no han sufrido ningún cambio desde 2013. Pero ¿se cumplen? Según un estudio del 2018 que analizaba la accesibilidad en las televisiones catalanas, “las cifras ponen de manifiesto que hay un claro incumplimiento de la ley; solo en el caso de la Televisió de Catalunya el porcentaje de subtitulación se acercaba, o incluso superaba, el marcado por la ley”. En el caso de la interpretación en lengua de signos y de audiodescripción, exponía que “no se llega al número de horas marcado por ley, pero supera con creces el del resto de emisoras”. La Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals (CCMA) conforme el Reial Decret 1112/ 2018, tiene en cuenta todas estas características en una declaración de intenciones publicada en su web.

Èlia Sala, doctora en accesibilidad: “TV3 está intentando facilitar al máximo el contenido accesible, pero aún queda mucho trabajo por hacer”

Èlia Sala ve con muy buenos ojos la predisposición que tiene la tele pública catalana a la hora de ofrecer servicios de accesibilidad para los usuarios con alguna disfunción sensorial, pero avisa que todavía queda mucho trabajo por hacer. “TV3 está intentando facilitar al máximo el contenido accesible, sobre todo el que se cuelga en la web, como series de producción propia; sin embargo, los cortes  de programas o noticias que ponen no suelen tener esa opción”. No pasa lo mismo con plataformas como Netflix o HBO, que tienen sus propias normas y ven la accesibilidad como un complemento más que como una necesidad real. “Muchas veces los subtítulos no contienen más información que los propios diálogos, pero eso no permite identificar personajes ni facilita los elementos auditivos”.

"Según la visión de Netflix, la inclusión y la diversidad son esenciales", confirman desde la plataforma. La compañía cree firmemente que todos los miembros deben poder disfrutar de sus historias sin distinción de idioma, dispositivo, conectividad o habilidad. En este sentido, también entienden la importancia que tiene la representación en pantalla i la accesibilidad de su servicio, però saben que aún hay mucho que mejorar. "Estamos trabajando con grupos que abogan por la accesibilidad y la discapacidad, i con frecuencia pedimos opinión a nuestros miembros", explican. 
 

llengua signes tv3TV3 hace un buen trabajo con la accesibilidad para personas con discapacidad sensorial. / TV3

La que sí parece producir contenido accesible es Apple TV, pero todo el resto de plataformas están en un vacío que perjudica la inclusión de las personas con diversidad sensorial a los factores del día a día. Netflix, por ejemplo, no respeta ni la velocidad de lectura, ni el número de caracteres permitidos en la pantalla –en el estado español son máximo 37 caracteres, según regula la Norma UNE– e incluye la audiodescripción en contadas ocasiones, focalizando el servicio solo para la versión original y olvidando las demás versiones idiomáticas. Estas acciones olvidadizas no tienen en cuenta al tercio de la población mundial que padece discapacidad visual y al más del 5% que padece discapacidad auditiva, según la OMS. La travesía es larga pero no imposible y, sobretodo, positiva para todo el mundo. “A las personas con discapacidad sensorial les falta alguno de los sentidos, pero no todos; la accesibilidad es una buena vía para explorar una transmisión que más que verse o escucharse, se pueda sentir”.