El alzamiento fascista iniciado el 18 de julio de 1936 partió las Islas Baleares, con Menorca fiel al régimen republicano mientras que en el resto del archipiélago triunfó la sublevación. Así las cosas muy pronto las autoridades republicanas en Catalunya, es decir el Govern de la Generalitat y el recientemente creado Comité Central de Milicias Antifascistas de Catalunya, empezaron a dar vueltas al proyecto de organizar una expedición militar con el objetivo de recuperar Mallorca y el resto de las islas –Eivissa, Formentera y Cabrera– a la causa republicana.

Rápidamente tomó cuerpo esta expedición militar, que fue comandada por el capitán del ejército Alberto Bayo, un oficial que unos años antes había combatido bajo las órdenes de Franco en el Marruecos español. El 2 de agosto, al frente de una columna de milicianos desembarcó en Menorca, la isla que tenía que servir de base logística para el intento de recuperar las Baleares.

Un proyecto catalán

Militarmente, la misión de 'reconquista' fue un proyecto catalán, integrado por milicianos y auspiciado por el Comité de Milicias Antifascistas con el visto bueno de la Generalitat y sin mucha implicación del gobierno de la República, que según algunas fuentes desconocía completamente los planes de invasión. En todo caso sí que se contó con la ayuda de una expedición valenciana que bajo el mando del capitán de la Guardia Civil Manuel Uribarri liberó el 7 de agosto la isla de Formentera. El 8 de agosto, Bayo desembarca en Eivissa y domina la isla al poco tiempo, con la colaboración de Uribarri.

Los rápidos éxitos en las Pitiüses permiten que la expedición gire la vista hacia la pieza grande, la isla de Mallorca, que todavía permanece en manos de los sublevados. A partir de aquí sin embargo, las cosas se tuercen cuando Bayo y Uribarri no se ponen de acuerdo en los pasos a seguir –y en quién manda más de los dos– y el valenciano pega la vuelta y vuelve a la península.

Llegan los anarquistas

Para acabarlo de arreglar, una columna de 400 milicianos de la FAI llegados por libre desembarcan y ocupan Cabrera. Allí Bayo les pide que desembarquen en la isla de Dragonera (en el oeste de Mallorca) como distracción del ataque principal, que tendrá lugar en el otro lado, en Porto Cristo. Los anarquistas se niegan y deciden unilateralmente desembarcar en Cala Mandia y Cala Anguila, en el sur de Punta Amer, el sitio designado por Bayo para el desembarco.

Finalmente, la madrugada del 16 de agosto, tal día como hoy de hace 80 años, Bayo desembarca unos 8.000 hombres –milicianos catalanes reforzados con la guarnición militar de Menorca y milicianos ibicencos– entre Punta Amer y Porto Cristo, ocupando una franja costera de unos siete kilómetros. El desembarco cuenta con el apoyo y la cobertura de la Armada, mayoritariamente fiel a la República.

La fuerza expedicionaria evoluciona hacia el interior sin encontrar, en un primer momento, mucha resistencia. Así las cosas penetran unos doce kilómetros en dirección a Manacor, el primer objetivo de envergadura. Ahora bien, los sublevados empiezan a organizar la defensa y a finales de agosto, dos semanas después del desembarco, la ofensiva se estanca.

Contraofensiva italiana

Los sublevados cuentan con la ayuda de los italianos, que ya hacen planes para cobrarse la isla de Mallorca por los servicios prestados al levantamiento militar. Mussolini envía a la isla a Arconovaldo Bonaccorsi, también conocido como Aldo Rossi y que al poco tiempo se hará el dueño de la isla por encima incluso de las autoridades franquistas. Con él llegan aviones de combate y bastante armamento como para dar la vuelta a la tortilla y pasar a la contraofensiva a partir del 1 de septiembre.

A partir de este momento, la iniciativa corre del campo fascista, que poco a poco hace recular a los milicianos republicanos. Ante el ataque y la falta de refuerzos, la expedición catalana decide reembarcar el 4 de septiembre y poner rumbo a Menorca. Abandonada la isla de Mallorca, los fascistas recuperarán pronto Cabrera –abandonada por los anarquistas–, Formentera e Eivissa. La expedición, finalmente, no habrá servido para nada.

Con la derrota, la represión

El fracaso de la expedición republicana abrirá la puerta a una etapa de dura represión en Mallorca, donde se sucederán las detenciones y ejecuciones de sospechosos de connivencia con el republicanismo, así como de todos los milicianos que no estuvieron a tiempo de reembarcar. Por su parte, los italianos convertirán la isla en casi un dominio propio, con Aldo Rossi haciendo de amo y señor de la isla y sus aeródromos servirán para bombardear Catalunya.