Xavier Dolan tiene un estilo muy propio que siempre ha sorprendido por su capacidad de hablar de los viejos temas con una frescura y una profundidad desarmantes. La suya es una mirada a los abismos y su cine siempre ha parecido que se precipitaba, pero nunca ha caído del todo. Por eso títulos como Mommy tienen este don para fascinar e irritar a la vez: va a los extremos, pero es justamente el trayecto que lleva lo que da un verdadero sentido a su discurso. Buena parte de sus inquietudes recurrentes se vuelven a dar cita en La noche que Logan despertó, su primera serie. Estrenada en Filmin, es la historia de unos hermanos separados por un incidente ocurrido años atrás que marcó irreversiblemente la relación con su madre. Pero cuando la mujer muere, se ven asomados a un reencuentro que reabre viejas heridas, hace reaparecer los demonios interiores y reanudar los debates aplazados. La gran novedad de la serie con respecto a los anteriores trabajos de Dolan reside en el género. Es, en esencia, un melodrama familiar, pero su autor lo aborda desde el terror psicológico, que se manifiesta tanto en el tratamiento de los personajes como en la construcción de una atmósfera incluso irrespirable.

Es, en esencia, un melodrama familiar, pero su autor lo aborda desde el terror psicológico, que se manifiesta tanto en el tratamiento de los personajes como en la construcción de una atmósfera irrespirable

Foto Logan 2
La noche que Logan despertó: secretos de familia

Un dolor que no se acaba de explicar

La noche que Logan despertó brilla, de entrada, por su apuesta estructural. En lugar de empezar por el trauma e ir desgranando sus consecuencias, lo que hace es mostrarte una realidad rota, angustiante y a ratos perturbadora, que hace el camino inverso hasta el fatídico día que lo cambió todo. Dolan nos atrapa en una telaraña en una pulsión, una certeza que flota en el ambiente, pero que tarda cinco episodios a manifestarse. Cada plano y cada secuencia apuntan a un dolor que no se acaba de explicar, y es por eso que la serie consigue atraparte desde la primera escena. Haciendo gala de su maestría, Dolan crea una textura propia para cada personaje y muy a menudo es en su costumbrismo donde está la resolución de los enigmas.

Cada plano y cada secuencia apuntan a un dolor que no se acaba de explicar, y es por eso que la serie consigue atraparte desde la primera escena

Tiene momentos desconcertantes, paródicos y exagerados marca de la casa, pero a la vez es su obra más controlada y obsesiva, un viaje a los rincones más íntimos en que nunca puedes dar nada por sobreentendido. Una buena prueba es que algunos de los protagonistas, empezando por la madre, generan sensaciones al principio que se van matizando a medida que la trama se desenreda, de la misma manera que a veces el terror emana de cosas con las cuales nos podemos identificar sin problemas. Al final, esta es una historia sobre madres e hijos, sobre la identidad sexual, sobre las herencias envenenadas y sobre los secretos familiares. Es una historia de violencia, de sufrimiento y de decrepitudes que también habla del absurdo de nuestra cotidianidad. Dolan sabe que todos estos conceptos son compatibles y los convierte en motores de la narración. Una mención aparte merece su banda sonora, obra del gran Hans Zimmer y David Fleming, que es la perfecta síntesis de los tonos que adopta la serie.