Siento ser yo quien revele el secreto, pero el arco de transformación de los personajes visto como una sucesión de pruebas edulcoradas que nos hacen mejores personas durante el trayecto es una invención de Hollywood. En el mundo real, la vida no avanza por un camino adornado con señales luminosas ni flechas en tecnicolor que nos indiquen atajos para llegar antes a nuestro destino. La vida cotidiana está llena de carreteras secundarias, peajes mal señalizados, mapas al revés y brújulas que no funcionan correctamente. Las dudas, los miedos y el aprendizaje forman parte de la experiencia. Estas premisas las tenía muy claras Nino Bulling cuando empezó a dibujar el cómic La Flama, que acaba de publicar en catalán la Editorial Finestres y que ha sido nombrado uno de los mejores cómics de 2024 según The New York Times. Una historia de amor y autodescubrimiento que nos sitúa en medio de las dudas que siente la protagonista respecto a su identidad de género y los miedos de emprender la transición. Un viaje personal con ingredientes autobiográficos que adquiere proporciones épicas con el trasfondo de la sequía y el cambio climático.

Entrevista Nino Bulling, dibujante / Foto: Carlos Baglietto
Entrevistamos a Nino Bulling / Foto: Carlos Baglietto

Después de leer el cómic, surge una pregunta inevitable: ¿debemos quemarlo todo para redefinirnos?
Este libro es mi intento de confrontar esa pregunta. De algún modo, su ritmo tentativo y muy lento es mi respuesta a esa cuestión. Quizá no soy una persona de movimientos radicales o drásticos, pero soy consciente de que esa respuesta puede ser distinta para cada quien. Por eso, los dos personajes del libro se presentan como ejemplos de estrategias opuestas. Una es mucho más decidida y está dispuesta a afrontar grandes cambios y lanzarse de lleno. Mientras que la otra, la protagonista, es mucho más indecisa.

Estudiaste cerámica y diseño gráfico, pero luego te enamoraste del cómic y empezaste a contar historias. ¿Fue una evolución autodidacta?
En el departamento de diseño gráfico de la escuela de arte tuve un profesor que era autor de cómics. Atak, uno de los grandes nombres del cómic alemán de los años noventa y principios de los dos mil. Aun así, diría que soy autodidacta. En ese momento, yo era la única estudiante del departamento interesada en los cómics, así que no había mucha comunidad. Empecé dibujando mi vida en cuadernos de bocetos, desde una práctica muy vinculada al diario personal. Esas pequeñas tiras sobre mis amigos y sobre mí misma acabaron evolucionando en historias más largas. Pero La Flama fue la primera vez que, realmente, dibujé una historia de ficción.

¿Cómo nació la idea de La Flama y qué motivaciones personales o políticas te llevaron a desarrollarla?
En cierto modo, era un libro que yo misma quería leer. Y en eso hay una dimensión política. Cuando empecé la transición, buscaba literatura que hablara del tema y no encontraba casi nada. Desde entonces, eso ha cambiado mucho. Me siento muy agradecido de formar parte de este momento en el que muchos autores trans están publicando sus obras, tanto en el mundo del cómic como en el de la literatura. Creo que es una historia política porque respondía a una necesidad personal de leer este tipo de historias, de poder contarlas y de dar voz a relatos diversos sobre la transición que no la entiendan como una trayectoria lineal que va de un punto A a un punto B sin matices.

Entrevista Nino Bulling, dibujante / Foto: Carlos Baglietto
Entrevistamos a Nino Bulling, dibujante / Foto: Carlos Baglietto

Me siento muy agradecido de formar parte de este momento en el que muchos autores trans están publicando sus obras, tanto en el mundo del cómic como en el de la literatura

El estilo gráfico de esta obra es muy particular, casi etéreo en algunos momentos. ¿Qué decisiones estéticas tomaste y por qué?
Dediqué tres meses solo a dibujar y a encontrar ese trazo y ese estilo con mucho espacio en blanco. El espacio negativo juega un papel muy importante. Siempre hay momentos indefinidos tanto en la manera de dibujar los cuerpos como en los fondos. Entonces no lo pensaba desde un punto de vista conceptual, pero ahora, que dibujo de forma bastante distinta, creo que todo tiene sentido. Este recurso deja mucho espacio para la interpretación y trata de no cerrar demasiado las cosas. En este sentido, es como un fragmento de vida porque muestra cómo dos personas interactúan e intentan quererse en un momento concreto. Pero también hace un zoom hacia atrás, se aleja, y no sabes qué hacen mientras tú no las miras. Y cuando vuelves a encontrarlas, piensas: “Ostras, han cambiado cosas entre ellas”.

¿Qué papel juega el fuego más allá de su significado literal? ¿Tiene un valor simbólico relacionado con la purificación o el cambio, igual que el agua en la religión?
Es interesante que menciones el agua porque intenté dibujar una escena que incluyera agua y un lago. Pero no logré representarla de una manera que me satisficiera y no entró en el libro. Mientras escribía esta historia, era una época marcada por los incendios forestales en Australia, Argentina y Brasil, que tuvieron mucho eco mediático. Aparecían cada día en las noticias y parecía que, literalmente, el planeta entero se estaba quemando. Mi pareja en aquel momento era de Argentina y me hablaba constantemente de cómo, incluso después de que la atención mediática se hubiera desvanecido, los incendios seguían activos. Pero ya no eran noticia. Lo que me interesaba era ese zumbido de fondo, ese ruido constante y persistente de noticias que generan ansiedad, y cómo ese ruido se corresponde (o no) con la realidad que percibimos.

Entrevista Nino Bulling, dibujante / Foto: Carlos Baglietto
Entrevistamos a Nino Bulling / Foto: Carlos Baglietto

Una de las frases que más me ha impactado del cómic es cuando Ingken le dice a Lily: "Siempre he sentido que tenía que amar mi cuerpo, si no, eso era de mala feminista". ¿Cuestionar las creencias más arraigadas es un acto de rebeldía?
Lo que ella expresa es uno de los dilemas del movimiento feminista, donde hay una división entre la parte del movimiento que ha abrazado el feminismo trans y la parte que no lo ha hecho. Si eres de la misma generación que Ingken... bueno, hablaré por mí misma. Fui socializada con la idea de que el empoderamiento viene a través de esa aceptación de la feminidad. Y si no lo consigues, hay algo mal en ti. El rechazo de la feminidad es una traición al movimiento feminista cuando lo miras a través del prisma de ese feminismo de segunda ola, que no ha sido capaz de dar el paso y entender la identidad trans como parte de la comprensión dialéctica de la sociedad. Esto crea una capa adicional de fricción en el proceso que Ingken está viviendo, donde intenta orientarse y entender dónde se encuentra realmente.

La obra parece alimentarse tanto de vivencias propias como de ficciones especulativas. ¿Cómo negocias contigo mismo esa frontera en el proceso creativo?
Hubo mucha participación de mis amigos porque les pedí que posaran para mí, especialmente en las escenas de sexo. Simplemente que hicieran de modelos, no que practicaran sexo real, porque las partes más difíciles de dibujar eran cuando dos cuerpos interactúan. Después teníamos conversaciones muy largas que giraban en torno a preguntas similares a las que planteo en el libro. Por eso hay una página de créditos tan larga al final, porque siento que esta comunidad de amigos impregnó el libro con su inteligencia y sus bromas, y eso acabó formando parte de los diálogos. Algunas escenas están basadas en experiencias de la vida real con distintas personas. Por supuesto, todo se ha cambiado y adaptado a la historia, pero lo enseñé a todos quienes aparecían de algún modo antes de publicarlo.

Autores como Lee Lai y Tommi Parrish han elogiado tu obra. ¿Sientes que hay una ola de artistas queer que están cambiando el panorama del cómic?
Sus obras fueron muy importantes para mí porque las leí dos o tres años antes de empezar a escribir La Flama. Fue un impacto leer historias de autores de mi edad y que también son transmasculinos. Fue un momento muy bonito, como de cierre de un círculo, cuando escribieron esas reseñas para la edición norteamericana de mi libro. Después nos hemos conocido y Tommi y yo hemos trabajado juntos. Es muy tierno. Creo que la escena del cómic en general es muy solidaria y agradable, aunque no hay muchos autores trans. Por lo tanto, las editoriales son extremadamente importantes para nosotros como autores para sentir que tenemos un hogar artístico.

Entrevista Nino Bulling, dibujante / Foto: Carlos Baglietto
Entrevistamos a Nino Bulling / Foto: Carlos Baglietto

El libro fue escrito con la intención de que cualquiera que lo necesite pueda leerlo y quizás ver una parte de sí mismo o de su propio proceso reflejado en él

¿Cómo te gustaría que los lectores, tanto queer como no queer, se relacionen con La Flama? ¿Qué emociones o reflexiones esperas despertar?
Espero que no envejezca muy rápido porque siempre habrá personas que necesiten este tipo de historia. Siempre habrá personas, independientemente de la edad, que se encuentren en ese momento de duda e introspección. El libro fue escrito con la intención de que cualquiera que lo necesite pueda leerlo y quizás ver una parte de sí mismo o de su propio proceso reflejado en él. También espero que las historias de transición de las personas sean un poco menos accidentadas que la de Ingken. Es un libro que trata, simplemente, de una dinámica de relación que muchas personas conocen, tanto si son queer como si no. Son dos personas que intentan estar juntas, pero una necesita mucha atención y mucho cuidado de la otra. Y en un momento dado, Lily, la parte de la pareja que da mucho, pierde la paciencia.

Tu carrera como dibujante incluye varios cómics, colaboraciones con autores y exposiciones. ¿En qué proyectos estás trabajando actualmente?
Empecé a escribir un nuevo cómic y una parte de él formará parte de una exposición. Es una especie de regreso a mis inicios porque el proyecto surge de mi diario dibujado. Podríamos decir que es un diario en forma de cómic que trata sobre la Edad Media y el fin de la servidumbre. Trata sobre el mismo pueblo donde transcurre buena parte de La Flama. De alguna manera, estoy trazando paralelismos entre la política de privatización de la tierra de mediados del siglo XIX y la situación que estamos viviendo hoy.