El año 1945, con la liberación de los campos de exterminación nazis, Neus Català volvía a Francia. Empezaba entonces su lucha por no olvidar, convirtiéndose en un referente de la memoria histórica después de haber conseguido salir viva del campo de Ravensbrück, primero, y de Holleischen, después, donde formó parte del conocido Comando de las Gandulas. Ella, con otras compañeras prisioneras de los alemanes, fue destinada a una fábrica de munición. Y decidieron seguir resistiendo, saboteando tanto como podían las balas que salían de la factoría.

En la piel de un icono como Català, Nausicaa Bonnín se reencuentra con las sensaciones que suponen estrenar una película, después de una trayectoria marcada, fundamentalmente, por una frenética y muy reconocida actividad teatral y por diversas de series

Estos hechos históricos formaban parte de la novela de Carme Martí Cenizas en el cielo, que ahora llega a las salas en su versión cinematográfica, después de pasar por el BCN Film Fest. Dirigida por el novel Miquel Romans, la película cuenta con Nausicaa Bonnín como protagonista. En la piel de un icono como Català, la actriz barcelonesa se reencuentra con las sensaciones que suponen estrenar una película, después de una trayectoria marcada, fundamentalmente, por una frenética y muy reconocida actividad teatral y por diversas de series. "Sí, es verdad que el cine se me ha resistido bastante, y no te sé decir a qué es debido. Quizás porque no me he trasladado a Madrid a ver qué pasaba, como otros compañeros. No sé... Pero siempre me he explicado mucho más en los escenarios, supongo que porque vengo de un legado familiar teatral", nos explica, haciendo referencia a la genética: su padre era el traspasado director y actor Hermann Bonnín, y su madre, la dramaturga y traductora Sabine Dufrenoy.

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Nausicaa Bonnín da vida a Neus Català en Cenizas en el cielo / Foto: Eva Parey

Supongo que interpretar a Neus Català supone una responsabilidad añadida.
Para mí fue un peso durante toda la preparación, pero decidí sacármelo de encima a la hora de rodar, porque no ayudaba. Era un peso por la responsabilidad, y también por conseguir que, cuando la gente que la conoció viera la película, oyera que en el filme había alguna cosa de ella. No he pretendido nunca hacer una imitación, ni intentar ser ella. Eso me hacía perder energía. Pero sí que quería encontrar su mensaje y la esencia de su carácter, y hacerlos míos. Creo que los hijos de Neus han visto la película y que salieron bastante contentos, y eso me quita un pequeño peso de encima. El trabajo previo fue documentarme a un nivel más visual, como era, como se movía, qué carácter transmitía, y durante el rodaje ya fuimos hacia una vertiente más íntima: qué queríamos explicar, qué mensaje queríamos enviar, como lo habría explicado Neus...

No he pretendido nunca hacer una imitación de Neus Català, ni intentar ser ella. Eso me hacía perder energía. Pero sí que quería encontrar su mensaje y la esencia de su carácter

Me fijé en cómo come tu Neus, en cómo coge la cuchara. Es un elemento a la hora de construir, supongo, en un trabajo físico que entiendo que ha sido importante...
Sí, absolutamente, es uno de aquellos detalles a que te agarras para componer al personaje. Cómo te comes una sopa bien hecha después de tanto tiempo de no comer en condiciones. Aquella cosa más instintiva, más animal, más desde las entrañas. Es un elemento que ayuda... Trabajamos estos aspectos en los ensayos, a un nivel grupal, con una coach, Clara Manyós. Hicimos ejercicios para localizar de forma corporal sensaciones como el frío, el hambre, la pérdida, la debilidad, la tristeza... Cerramos los ojos, recordamos el cuerpo en este lugar, de esta manera... Hablamos mucho del no ser, del no existir, la desaparición de la identidad. Con este trabajo desde el cuerpo salieron muchas cosas.

Cenizas en el cielo se vehicula en tres grandes ejes: la supervivencia, la memoria y la sororidad.
Totalmente. La sororidad, porque unas sin las otras no habrían podido subsistir. Es verdad que muchas se quedaron por el camino, pero también es cierto que el grupo estaba por encima de las individualidades, porque, de hecho, no existían de forma individual. Eran mano de obra, una masa que trabajaba. Se les robó la identidad. La supervivencia, obviamente. De hecho, al campo de trabajo de Holleischen llegaron solo las más fuertes, destinadas a fabricar balas para la guerra, y decidieron sabotear el trabajo. Para mí es muy interesante la culpa que generó la supervivencia: por qué yo sí y ellas no. Y a Neus, incluso la familia, le cuestionó si no había tenido que pasar por encima de las compañeras para sobrevivir, cuando justamente era la sororidad, la que las hacía sobrevivir. Y la memoria es el tema clave de Neus, es el estandarte que lleva ella: cuando estaba en el campo, como todas, empezó mirando al suelo, intentando olvidar todo lo que estaba pasando, todos los horrores, pero en un momento dado decide subir la vista y guardar en su retina todas aquellas imágenes para que después no se perdieran. Fue su gran lucha, la memoria histórica.

La película llega en un momento en que el auge de la extrema derecha hace pensar que la memoria histórica es más necesaria que nunca.
Vivimos un momento que da mucho pánico. Rodando me pasó que no sabía si estaba en la Segunda Guerra Mundial o en cualquier guerra actual, en Ucrania por ejemplo. Seguimos perpetuando los mismos roles de poder, las mismas torturas... Y el rol de las mujeres, que siguen siendo las grandes víctimas. La cultura, bastante menospreciada en este país, el cine o el teatro, son muy importantes como altavoces, justamente para ser un canal de comunicación social.

La cultura, bastante menospreciada en este país, el cine o el teatro, son muy importantes como altavoces, justamente para ser un canal de comunicación social

Este año has representado en el teatro Hedda Gabler y has hecho de Neus Català en el cine...
Dos personajes muy potentes, sí. Ha sido un año muy heavy. Supongo que llega un momento de madurez que lo propicia. Hedda Gabler es de aquellos pocos personajes de nivel para una actriz. Grandes protagonistas masculinos hay muchísimos en la historia del teatro, pero femeninos no hay tantos. Y que te llegue uno, es fantástico. Eso también hace un poco de respeto, dársete cuenta de que estás en un momento en que ya puedes interpretar este tipo de historias y personajes.

Suponen también un reconocimiento profesional importante.
Me cuesta reconocer eso, lo veo mucho en los compañeros, a mí me cuesta más. Pero me provoca mucha satisfacción, claro está. Y cuando me lo dicen desde fuera, pienso: "¡Pues es verdad!" (ríe). Desde dentro todavía siento aquella inseguridad, aquel síndrome de la impostora constante con el que convivo.

Lo sientes, eh...
¡Sí, cien por cien! Siempre pienso que ahora se darán cuenta de que no sirvo... (ríe) Me sigue pasando muy fuerte. Pero si me lo dices desde fuera, lo valoro. Y qué gusto, qué placer haber llegado hasta aquí.

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Nausicaa Bonnín ha vuelto al cine con una historia de supervivencia, memoria y sororidad / Foto: Eva Parey

Decías que probablemente el cine se te ha resistido por no haber marchado a Madrid. ¿Por qué no lo hiciste?
La predisposición estaba, pero yo siempre he dicho que se marcharía a fuera, a Madrid o allí donde fuera, cuando tuviera trabajo. De hecho, he estado viviendo en Madrid durante tres años, porque estaba haciendo una serie (Servir y proteger) y porque hacía teatro. Pero ir allí a probar suerte... Es que Barcelona me gusta mucho y estoy muy bien en mi casa.

Una de tus apariciones televisivas más recordadas es en Cites, donde formabas una pareja icónica con Laia Costa, y volvéis en la nueva temporada de la serie. Es divertido porque| el otro día coincidisteis haciendo entrevistas en el BCN Film Fest con ella y con Laia Manzanares, que en el cine ha hecho La desconocida, un personaje que tú representaste en el teatro en la obra Grooming.
¡Sí, íbamos interrumpiendo entrevistas para abrazarnos! ¡Qué casualidad tan bonita! Hace 11 años que hicimos Grooming en el teatro, en Madrid, y de golpe es muy chulo ver que han hecho una película. No la he visto y tengo muchas ganas, ver cómo se explica esta historia, con perspectivas que han cambiado. Que la haga Laia Manzanares me da mucha seguridad, lo habrá hecho muy bien, seguro. Y con la Costa... mucha ilusión. Creo que tienes razón, que la historia que interpretábamos se recuerda mucho, y quizás tiene que ver con que marcó un antes y un después a cómo se explicaban las historias lésbicas en la ficción. Había necesidad de normalizarlas. Y el reencuentro siete años más tarde ha estado muy guay. Es que es uno de aquellos personajes que te acompañan a lo largo de la vida... un poco como Ethan Hawke y la Julie Delpy a Antes del amanecer. Es bonito ver cómo crecemos nosotros, como crecen los personajes y los equipos.

Hablando de reencuentros, apareces en Això no és Suecia, la serie creada por Aina Clotet que dirige Mar Coll, con a quien hiciste aquellos Tres días con la familia (2009), que supongo que fue un punto de inflexión para ti.
Lo fue, sí. La película llegó lejos y de golpe me di a conocer con un personaje precioso. Ir a festivales, a los Goya... Fue fantástico, aunque no fuera sinónimo de tener una carrera cinematográfica extensa. Pero sí por el hecho de debutar como protagonista en el cine con una película de referencia, que de alguna manera inauguró el boom de directoras mujeres y de un tipo de cine en Catalunya.

¿Y la serie de Aina? Creo que habla de la crianza y tú fuiste madre no hace mucho...
Ha sido muy especial por muchas razones, aunque yo hago una colaboración breve. Los protagonistas son Aina y Marcel Borràs, y sus niños. Ella es una de mis mejores amigas, y le dije que quería estar en la serie como fuera. Y reencontrarme con Mar Coll, y rodar en Vallvidrera, mi barrio, a un minuto de casa, que es maravilloso. Y los guiones son fantásticos, muy divertidos y muy bien escritos. Hablan de la maternidad, de este ideal a que queremos llegar, de la crianza respetuosa... Al final, lo hacemos lo mejor que podemos, que no siempre es estupendamente. Está muy bien hablar de eso. Y con un equipo liderado casi al cien por cien por mujeres.