El Museu Frederic Marès, que cumple este año 70 años, en el marco de esta celebración, ha querido resignificar la figura de su fundador, Frederic Marès. Y lo ha hecho mediante una remodelación del Estudio-biblioteca del museo, el espacio donde trabajaba el propio Marès, que se ha mejorado con una nueva presentación museográfica. Las piezas del espacio se han recolocado para darles mayor coherencia, y también se han puesto cartelas para explicar mejor los objetos expuestos. Paralelamente muchas salas se han decorado con carteles con la fotografía del fundador entre sus colecciones. Este fin de semana, TV3 también recuperará la figura del escultor con un documental sobre él de Dolors Genovès, de los años ochenta, que nunca se había estrenado y que aparecerá a un nuevo programa, Inèdits.

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Mujer echada con una flor en la mano. Modelo de la figura del monumento a Francesc Soler i Rovirosa, 1928. Museu Marès. Foto: Guillem F-H.

El espacio que él quiso

El estudio-biblioteca es un espacio muy especial dentro del Museu, que también fue vivienda del coleccionista y escultor Frederic Marès. Fue diseñado por él en 1964, y era donde recibía a sus visitas y planificaba sus proyectos. No se abrió al público hasta 1996, cinco años después de su muerte. Con la nueva presentación museográfica se quiere mantener la calidez del espacio en que Marès recibía a sus visitas: incluso se ha mantenido parte del mobiliario original. El estudio Jolonch ha querido crear "un espacio mágico, para estar en él", y añaden que para estar completo sólo faltaría "un mueble bar para poder tomarse una copa de vino". El Museu tiene previsto usar este espacio, también, para organizar ciertos actos.

Frederic Marès. Ayuntamiento de Barcelona

Los marès del Museo Marès

En el estudio-biblioteca se concentra la obra de Marès que está depositada en el Museu (la mayor parte de las piezas del centro proceden de la faceta de Marès como coleccionista). Se mezclan algunas piezas acabadas con terracotas y yesos que le sirvieron de modelo para hacer grandes obras en espacios públicos. Gracias a la presentación de obras en varias fases de realización, se puede visualizar el proceso creador del artista. En un primer espacio se concentran las obras anteriores a la guerra civil, cuando Marès mostró más su faceta creativa, oscilando de un estilo al otro, pero haciendo obras tanto relevantes como Rodio (con una influencia obvia de Rodin, a quien conoció en París, cuando estudiaba), el retrato de Jaume Pahissa o el Busto femenino (Serenidad).

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La nueva presentación del estudio biblioteca del Museo Frederic Marès. Foto: Guilem F-H.

El escultor de los encargos

Antes de 1936, Marès ya había hecho algunas esculturas monumentales, como el monumento a Layret de Barcelona. Después de la guerra, Marès sólo trabajó por encargo: no volvió a esculpir temas por decisión propia. Y trabajó mucho. En el estudio-biblioteca se presentan algunas muestras de los diferentes tipos de arte en que se vio involucrado. Al acabar el conflicto trabajó en la reconstrucción de obras destruidas por los anarquistas: el monumento al esclavista Antonio López, el de su pariente Joan Güell y el del general Prim. Pero también hizo numerosas obras para el espacio público, como la Mujer tendida con una flor en la mano, que forma parte del monumento a Francesc Soler i Rovirosa que se encuentra en la Gran Vía, cerca del monumento a Joan Güell. También recibió el encargo de restaurar (o en su defecto recrear) las tumbas reales del monasterio de Poblet, que había sido saqueado en el siglo XIX. Esta obra le dio mucho prestigio, y a partir de aquí recibió numerosos encargos de este tipo. En este periodo, tras la guerra civil, también se le encargaron numerosas figuras de carácter religioso, para sustituir a las destruidas durante la guerra. Pero nunca dejó de dedicarse a otros encargos, como lápidas y esculturas de temática funeraria, para panteones y nichos de la burguesía catalana, o medallas.

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Marès trabajando en el monumento a Francesc Layret. Foto: Emili Godes Hurtado.

70 años de un original Museo

La inauguración de la remodelación del estudio-biblioteca es sólo el primer acto de la celebración, que se alargará hasta el otoño de 2019. En marzo se espera una gran fiesta de la primavera, para dar a conocer a la gente un museo que tiene una clara vocación popular. Y el próximo otoño se convocará un gran acto académico para debatir sobre Frederic Marès, su obra y el arte público. De esta forma el Ayuntamiento quiere que el Museo Marès se convierta, en Barcelona, en un punto de referencia para los debates sobre el arte público, la gran especialidad de Frederic Marès. También se ha previsto, durante este año de celebración, colgar en la red 4.000 documentos del archivo personal de Marès, con una parte importante de su correspondencia.

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Todo un personaje

En los últimos tiempos del franquismo, Frederic Marès (Portbou, 1893 - Barcelona, 1991) era conocido por los chicos del barrio Gótico como "el Hippy". Con ochenta años, Frederic Marès lucía una larga cabellera, muy atípica para la gente de su edad. Marès era descendiente de un librero anticuario, y llevaba el coleccionismo a la sangre. Como era escultor, coleccionaba esculturas, pero también gafas, juguetes, abanicos, cromos, tinteros, objetos sobre Montserrat, navajas, relojes... Dicen que incluso había comprado una carroza antigua de una funeraria. Tenía una gran colección de puntas de almohada, que cedió al Museo de Arenys de Mar, y una gran biblioteca, que entregó a la Biblioteca de Catalunya. Como artista, se había formado en el taller del modernista Eusebi Arnau, pero más bien se inclinó por el novecentismo. Siempre fue un personaje atípico, que se movió entre el conformismo con el sistema político y un inmenso amor por el arte y por el coleccionismo.