El Gobierno español ha iniciado los trámites para declarar bien de interés cultural (BIC) el gran mural cerámico de Joan Miró que se encuentra en la fachada de la Terminal 2B. La declaración del mural como BIC no impide, sin embargo, que en un futuro esta pieza monumental pueda ser trasladada. De hecho, en el marco de las obras de ampliación que hay proyectadas para los próximos años, Aena prevé -según las últimas informaciones expresadas públicamente- cambiar el mural de ubicación, una idea que se ha encontrado opiniones contrarias. Según fuentes del Aeropuerto de El Prat consultadas por ElNacional.cat, la declaración del mural como BIC no tiene por qué implicar que no se pueda mover y recuerdan que simplemente, en caso de que se deba cambiar su ubicación, "será preceptivo el informe de los órganos competentes del Ministerio de Cultura", citando una resolución del 5 de noviembre de la Dirección General de Patrimonio Cultural y Bellas Artes.
En el imaginario de cualquier persona que visite la ciudad de Barcelona, y Cataluña en general, resuenan los nombres de artistas catalanes que han dejado una huella enorme, no tan solo en el patrimonio local, sino también en el de todo el mundo. El nombre de Joan Miró hace resonar el nombre de Cataluña internacionalmente. Su relevancia internacional y vínculo con Barcelona hizo que en 1968 recibiera un encargo del Ayuntamiento para hacer un mural cerámico en la nueva terminal del aeropuerto (actual T2) y dotarla así de un aire de modernidad. La obra la hizo el pintor con la ayuda de su amigo y maestro ceramista Josep Llorens Artigas, con quien ya había colaborado para hacer los murales El Sol y La Luna de la sede de la Unesco en París.
Un proyecto particular de Joan Miró
El mural se inauguró en 1971 bajo el título de la "Gran Ofrena" y, junto con el mosaico del Pla de l'Os en la Rambla, es parte de una idea del artista para hacer un conjunto que sirviera para acoger los viajeros que llegaran a la ciudad por diferentes rutas. El del Prat daba la bienvenida a los viajeros llegados por aire, mientras que el del Pla de l'Os a los que llegan por mar. Una tercera escultura monumental estaba prevista en el Parc de Cervantes (en la entrada de la Diagonal), pero nunca llegó a concretarse. El mural mide 50 metros de ancho por 10 metros de alto y está integrado por 4.865 placas de gres esmaltado. Inicialmente, se pensó que el mural fuera interior, pero Miró y Artigas pidieron que se pusiera en el exterior para maximizar el impacto visual y adaptarlo al entorno.
La obra es un ejemplo de la voluntad de Miró de hacer presente el arte en el espacio público. La propuesta de trasladarlo ha generado polémica entre expertos y entidades como el Col·legi d'Arquitectes de Catalunya, que destacan la complejidad técnica de moverlo, además del hecho de que representaría sacarlo del lugar para el que fue ideado. Los defensores del traslado, en cambio, sostienen que el mural ha perdido su impacto al quedarse en una terminal que desde 2009 solo recibe vuelos de bajo coste.