Las mujeres son mayoría, como estudiantes, a todos los niveles de la universidad: grado, máster y doctorado. Y, además, aprueban más que los hombres a todas las disciplinas y tienen un menor índice de abandono. Y, a pesar de todo, están en clara minoría entre los puestos de responsabilidad, tanto de carácter docente e investigador como administrativo. Eso figura en el informe El biaix de gènere en el reclutament, la promoció i la retenció del personal a les universitats, realizado por la Red Vives de Universidades. La publicación analiza las diferencias entre hombres y mujeres en la carrera profesional y académica del estudiantado, el personal docente e investigador (PDI) y el personal de administración y servicios (PASO) de las universidades de la Red Vives. El informe, coordinado por Inma Pastor (directora del Observatorio de la Igualdad de la Universitat Rovira i Virgili) y Anna Pérez-Quintana (directora de la Unidad de Igualdad de la Universitat de Vic - Universitat Central de Catalunya) tiene por objetivos informar de la situación de las mujeres en las universidades y contribuir al diseño de políticas para corregir los desequilibrios existentes.

Las mujeres, mejores estudiantes

Las estudiantes son mayoría en la universidad: 54% en los grados, 54% en los másters y 51% en los doctorados. Sin embargo, su presencia es todavía minoritaria en áreas como la Ingeniería y Arquitectura, donde sólo una de cada cuatro matrículas es de una mujer. La proporción de mujeres es mayor en las áreas de Ciencias de la Salud (68%), Artes y Humanidades (64%) y Ciencias Sociales y Jurídicas (59%). En Ciencias Experimentales, se mantiene el equilibrio con respecto a los hombres.

Por titulaciones, aquellas carreras vinculadas al cuidado y atención de otros son las más feminizadas, como es el caso de Educación infantil y Enfermería, donde las mujeres están más del 75% del estudiantado. Así, según el informe, "la elección de estudios universitarios reafirma la tradicional segregación en las carreras académicas y responde a los roles y estereotipos de género adquiridos en el procés de socialización".

Las mujeres aprueban en mayor proporción (85%) que los hombres (80%) en todas las disciplinas. Además, la tasa de abandono es mayor entre los hombres (20%) que entre las mujeres (17%), tanto en los estudios de grado como en los de máster y doctorado. Esta tendencia se mantiene también en las ramas más masculinizadas, como es el caso de Ingeniería y Arquitectura.

El ascenso de las mujeres, bloqueado

Las mujeres profesoras e investigadoras son minoría en la universidad (42%). La diferencia se reproduce en todos los campos de especialización, y se acentúa en los ámbitos de Ingeniería y Arquitectura y Ciencias Experimentales, que ocurren los más masculinizados, con un 76% y un 64% de hombres profesores e investigadores, respectivamente.

La evolución de la mujer en la carrera profesional académica no es más optimista. Si bien en las categorías laborales iniciales de entrada en la universidad no hay prácticamente diferencias entre sexos, a medida que se progresa y aumenta el rango académico las desigualdades se acentúan, y la presencia femenina se reduce en las categorías superiores de la trayectoria académica. Así, entre el profesorado titular de universidad y el profesorado de escuela universitaria, la proporción de hombres es de 6 de cada 10. En el caso de catedráticos de universidad, aumenta hasta 8 de cada 10. Para las coordinadoras del informe, esta diferencia marca el techo de cristal en la promoción femenina y demuestra que "no se respeta el principio de presencia equilibrada establecido a la Ley de Igualdad 3/2007", porque "las categorías superiores están dominadas por los hombres, mientras que las mujeres se concentran en la base de la pirámide jerárquica."

Los órganos de gobierno universitarios tampoco escapan al techo de cristal, donde las mujeres están menos presentes en la mayoría de altos cargos (38%) y ocupan puestos con menos poder de decisión. Un ejemplo es el hecho de que, de las 22 universidades de la Red Vives, sólo a cuatro hay una mujer rectora en la actualidad (Universitat Autónoma de Barcelona, Jaume I, Rovira i Virgili, y de València). Sólo en la categoría de secretaría general hay más presencia de mujeres (67%) que de hombres (33%). Así, la desigualdad de género se muestra casi transversal y se manifiesta tanto entre cargos electos como entre cargos de libre designación, un hecho que denota, según el informe, que nuevamente, la paridad exigida por la actual normativa universitaria no se cumple.

Administración y servicios: mujeres mandadas por hombres

Entre el personal de administración y servicios (PAS) de las universidades existe una mayor concentración femenina, que supone el 63% del colectivo y se extiende a la mayoría de cargos. En casos como el de administración de centro, las mujeres son el 70% de la plantilla. Sin embargo, las proporciones se invierten en llegar al extremo superior de la escala jerárquica del funcionariado, donde 7 de cada 10 hombres ocupan el cargo de más alta dirección, la gerencia. Entre el PAS laboral (no funcionario), la proporción de mujeres (53%) y hombres (47%) está más equilibrada.

Propuestas

El informe se cierra con una serie de propuestas y reivindicaciones dirigidas a corregir las desigualdades de género identificadas. Por una parte, se apunta en la necesidad de evaluar la incidencia en que tienen en las políticas universitarias los indicadores que diagnostican la desigualdad de género a las universidades. En este sentido, se recomienda también estudiar la relación que puede haber entre la desigualdad de género y la calidad de las universidades. De otra, se reivindica la urgencia de llevar a cabo investigaciones que cuantifican las necesidades del personal universitario en materia de conciliación y corresponsabilidad. El informe recuerda, por último, que garantizar la igualdad formal en razón de género a la universidad no garantiza una igualdad real de oportunidades en la práctica; y por eso también reivindica la necesidad "de ir más allá de la regulación jurídica y revisar la estructura, dinámica y sistema de evaluación imperantes en cada momento en las universidades, así como los procesos de selección, promoción y retención, para garantizar instituciones científicas no sesgadas en razón de género".