En los tebeos de héroes y hadas encontró Eloísa Martínez Santos su primera llamada a la lectura y, desde entonces, ha leído novela, ensayo, poesía, historia y cuánto ha caído en sus manos. Comenzó a interesarle la escritura de la mano de su primera maestra, doña Vicenta, y sus diarios ejercicios de redacción. La autora asegura que necesita escribir tanto como respirar: crear historias y vivirlas a través de sus personajes le ayuda a conocer los sentimientos ajenos y también los propios, y escribir alegra su vida tanto como abrazar a los nietos, viajar o bailar flamenco. Después de publicar relatos y un cuento infantil, ahora, Martínez Santos debuta con Mujeres de hojalata, su primera novela, convirtiendo en realidad su máxima aspiración personal.

Es esta una historia de mujeres y valentía, un retrato generacional que surca una época determinada de la historia de España. La protagonista, Carmen, que regresa a España desde Boston para hacerse cargo de la herencia de su tía Alicia, a partir de unas cartas irá descubriendo a todas las mujeres de hojalata de su familia que ella siempre ha considerado perdedoras, sin ambición y sin carácter. Mujeres que, según su parecer, ejercían de víctimas y cuya existencia se resumía en resignación y llanto. Instalada en esa casa en la que vivió durante su infancia y que ahora quiere vender, la transformación de Carmen comienza al descubrir que su pasado familiar esconde muertes, fracasos y celos, pero también amores prohibidos y otros maravillosos, e incluso actos de valentía por parte de sus antepasadas.

MUJERES DE HOJALATA alta resolucion
Portada de la primera novela de Eloísa Martínez Santos. / Avant histórica

Una carrera prematura

La vocación de la autora por escribir empezó muy pronto. Con tan solo nueve años, Eloísa Martínez Santos estrenó su primera obra en el colegio para festejar el cumpleaños de la madre superiora. Después llegaron los relatos y los premios entre los que destaca el conseguido en el certamen Max Aub de relato corto, en Ciudad de Bilbao, modalidad relato erótico, y el más entrañable, un segundo premio a su narración Mi hijo en Silla (Valencia). Años después vio publicado un cuento infantil Güika, mi amiga invisible. Al publicar en 2007 No valgo para vender, logró el reconocimiento a su tarea comercial y de preparadora de ventas con miles de ejemplares vendidos. Sin acabar Filología Hispánica, inició su andadura empresarial, y pese a sus múltiples ocupaciones laborales, supo compaginarla con su vocación de escritora hasta conseguir, una vez jubilada, publicar su primera novela, Mujeres de hojalata, su meta deseada.