Hoy ha muerto, después de una larga enfermedad, a los 86 años, el escritor húngaro Imre Kertész, premio Nobel de literatura el año 2002. Kertész, judío, sufrió los campos de concentración nazis en su adolescencia. Años más tarde se dedicó a la literatura e hizo profundas reflexiones sobre su estancia en Auschwitz y Buchenwald, que le merecieron el premio Nobel.

Un hombre 'Sin destino'

Cuando Kertész salió de los campos de concentración, acabó sus estudios y empezó a trabajar como traductor, como letrista en un cabaré, como obrero en una fábrica, como publicista y como periodista. No lo tuvo fácil: para el régimen estalinista, él era un decadente burgués. Tampoco lo ayudó el legado psicológico que le dejaron los campos nazis: hasta 30 años más tarde no fue capaz de poner en forma de libro las reflexiones sobre su pasado (dicen que tardó 13 años para escribir su primera obra). La publicación de Sin destino, en 1975, no despertó mucho entusiasmo en su país, porque denunciaba el antisemitismo de la sociedad húngara. La obra era una mezcla de novela y de memorias, como buena parte de los trabajos de Kertész: sus mejores obras giran en torno a su vida, aunque no volvió a tocar el genocidio en su narrativa (pero tiene ensayos geniales sobre el tema). La censura estalinista bloqueó la difusión de sus libros. Hasta los años ochenta él estaba convencido de que nunca llegaría a ser conocido como escritor.

El paso a la fama

Kertész llegó a ser famoso gracias a las traducciones de sus obras al alemán. En los años noventa fue acumulando distinciones internacionales, hasta que en el 2002 obtuvo el Nobel: era el primer húngaro en obtenerlo. A partir de aquel momento sus obras empezarían a traducirse a muchas lenguas. En el 2005 su obra Sin destino sería llevada al cine.

 

Leer a Kertész en nuestra casa

Buena parte de la obra de Kertész ha sido publicada, en el Estado español, por Jaume Vallcorba i Plana, en castellano en Acantilado y en catalán en Cuadernos Crema. Da la casualidad de que la semana próxima El Acantilado publicará La última posada, su testamento literario. En esta obra reflexiona, con absoluta sinceridad, sobre sus experiencias y sobre la lucha del ser humano por su dignidad. 

La literatura de los supervivientes

Las obras de Kertész suponen una reflexión, no sólo sobre el genocidio, sino sobre la misma condición humana. Porque para Kértesz, el Holocausto fue mucho más que una ofensiva de los nazis contra los judíos: fue el fruto de la crisis moral y espiritual de Occidente, y por lo tanto, cuestionaba los mismos fundamentos de la civilización europea. Muchos otros supervivientes de los campos de concentración dejaron escrito su testimonio, acompañado de reflexiones sobre los crímenes de la humanidad. En el caso catalán, hay que resaltar la obra K.L.Reich, de Joaquim Amat-Piniella. El español Jorge Semprún publicó Le mort qu'il faut, en francés. En Rumania, el más destacado de los escritores que pasaron por los campos es Elia Wiesel, y en Bulgaria, Elias Canetti (ambos galardonados con un Nobel). Y en Italia, Primo Levi, autor del célebre Si eso es un hombre.