Moisés Naím (Trípoli, 1952) es el liberal más aplaudido por los progres. No es un mérito menor, considerando que en su último libro ("Repensar el mundo", 2016) les dedica un capítulo titulado "Necrofilia Ideológica" donde, entre otros, les pinta la cara por su afición a promover ideas zombis que fracasan una y otra vez. Además, su tesis central, desarrollada en su anterior libro (El Fin del Poder, 2013), es que el poder hoy es más fácil de obtener, más difícil de gestionar y más fácil de perder. Tocaba acuñarla a algún orgánico o periférico del mundo indignado. Irónicamente, lo ha hecho un intelectual del 1%. Un resumen en cinco puntos de qué ha dicho el analista venezolano este viernes en La Pedrera de Barcelona:

1. El poder no es lo que era

Naím ha recordado que la semana pasada se reunió la OPEP, la organización de países productores y exportadores de petróleo, reforzada con Rusia, que no es miembro. Hasta hace poco, este encuentro hacía temblar al mundo entero. Este domingo, sin embargo, "sólo ha provocado algún bostezo", ha dicho socarrón Naím, que conoce bien la cosa porque ha sido ministro de Venezuela, país principal del lobby petrolero.

El analista ha mirado también hacia Brasil para señalar el proceso de destitución de la presidenta Dilma Roussef. Hace tres o cuatro años era impensable que una presidenta del Partido de los Trabajadores se viera en un aprieto como éste, pues "el PT hace diez años que está en el poder y es la mejor maquinaria política de América Latina".

2. Los nuevos competidores

En fin: en la economía, en la política, en la sociedad actuales, hay muchos más actores jóvenes con capacidad tecnológica, empuje y conocimientos para cerrar el paso a las élites y poderes tradicionales, de vetar su acción, su patronazgo, su control.

Ocurre en todos los órdenes. Podemos se come al PSOE; Netflix quita el pan del cesto a HBO; AirBNB ya ofrece más habitaciones que cualquier otra gran cadena hotelera; Donald Trump arrasa las élites del Partido Republicano, que lo rechazan, y Benedicto XVI dimite para dejar paso a Francisco, un papa improbable de un país improbable si hacemos caso a la historia de los cónclaves.

3. La crisis de la representación

Los partidos políticos, que tendrían que gestionar esta transición desde las instituciones públicas, están inmersos en una crisis de confianza colosal. "Vivimos en un mundo que desconfía", dice Naím. Los partidos políticos "son tóxicos". Antes, los idealistas, los rebeldes, tenían su lugar natural en los partidos. Ahora "nos parece que los partidos no son para los idealistas sino para los arribistas, los oportunistas. Que están gordos y son ineficientes, elitistas, corruptos".

Naím ha dejado entrever que desconfía de la alternativa activista o del estilo ONG que propone la Nueva Política. "No hay democracia sin partidos", ha dicho, partidos capaces de tener opinión documentada sobre todo y transformarla desde el gobierno en políticas públicas para la generalidad de los ciudadanos. La política no "se basa en movimientos y en sentimientos" ni puede arreglarse como hace una ONG, que tiene una sola causa y un solo público por los que luchar.

4. Los medios descolocados

Un factor clave de todo este proceso son los medios de comunicación, que sufren una severa crisis de modelo y de negocio.

Naím, sin embargo, tiene la impresión de que los problemas no son tanto industriales como de personalidad y de ejercicio profesional. Primero que nada, por la clandestinidad de la propiedad real de los medios. También porque los gobiernos y las élites amenazadas por la licuación del poder ya han aprendido a poner los nuevos media y las redes sociales a su servicio o a controlarlos como herramientas de propaganda, dominación o represión.

Sobre todo, sin embargo, han aprendido a aprovechar en favor suyo el escepticismo y las rutinas típicas de los periodistas. Naím llama "debates indecentes" a los que se generan artificialmente explotando el automatismo periodístico de que la información tiene que representar todos los puntos de vista.

Lo que hacen los manipuladores, explica Naím, es fabricar puntos de vista alternativos vía medios aparentemente independientes. De esta manera, desvían a los periodistas de la tarea de buscar y comprobar los hechos y los obligan a equilibrar interpretaciones diferentes para generar falsos debates ("él dice, el otro dice") hasta que convierten en noticia la interpretación y no los hechos.

Así pasa con el cambio climático, como antes con el tabaco: la industria pagó investigación que contrariara a la ciencia recta. O los medios oficiales rusos, que hicieron correr la versión que la OTAN había tumbado el vuelo MH17 sobre Ucrania. Era obviamente falsa, pero los medios, siguiendo su rutina, la equipararon a la real: lo tumbó la guerrilla pro-rusa.

5. Respetar la política

Naím ha razonado la necesidad de que la política recupere el respeto. Para empezar, entre los mismos políticos, que no tratan bien a su sector. En una conversación con el presidente de McDonald's, éste dijo a Naím que él nunca haría publicidad negativa de su gran adversario, Burger King, porque eso deterioraría también su propia categoría: restaurantes de comida rápida. "Este sentido común no ha llegado aún a la política", ha ironizado.

Los políticos tendrían que hacer lo mismo: si entre ellos no respetan su trabajo, que no esperen que los ciudadanos les devuelvan la confianza, según Naím.

El analista venezolano ha formulado también un pronóstico ("aunque me puedo equivocar del todo"): Trump será el candidato republicano pero no ganará las elecciones. Amén.