La compañía teatral La Salamandra, residente esta temporada en la sala Versus Glòries, nos presenta la obra L’habitació tancada. Un montaje que bajo la dirección y dramaturgia de Loredana Volpe nos conduce a una estancia poco visitada en la escena catalana como es la del género fantástico y de suspense. Una empresa nada fácil en la que la compañía ha tomado un riesgo considerable y muy loable.

Pero vamos por partes. El espectáculo está basado en tres cuentos del género: The monkeys paw (La pata de mono), de Williams Jacobs; Blind spot (Punto ciego), de Barry Perowne y The hounds of Tindalos (Los perros de Tíndalos), de Frank Belknap Long. Tres relatos entrelazados y narrados fragmentadamente que convergen en L’habitació tancada, argumento de Blind spot, y que da nombre al espectáculo: una habitación cerrada por dentro sin ventana donde tiene lugar un crimen abominable. ¿Cómo ha podido huir el asesino? Un dramaturgo encuentra la solución al enigma, pero desgraciadamente lo olvida.

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Aunque el eje central del espectáculo toma como referencia esta habitación cerrada, el montaje se inicia con el relato The monkeys paw; el clásico cuento de los tres deseos y de sus consecuencias a pesar de las mejores intenciones. Cuando entramos en el teatro podemos ver a dos personajes jugando un movimiento de ajedrez. Un momento retenido en el espacio y el tiempo que se repite eternamente hasta que empieza la acción. Un recurso estilístico que promete, pero que desgraciadamente no vuelve a repetirse en el resto del montaje. A cambio la función toma un aire realista lleno de oscuros entre escena y escena que no ayuda mucho al ritmo del espectáculo ni a su recepción. Tampoco la duplicidad de personajes interpretados por el mismo actor que pueden llevar a más de una confusión. Ni el uso expansivo de todo el teatro en la acción que no permite concentrarnos en aquello que es importante; aquello que es desconocido.

Por otra parte, la solvencia y la veracidad con la cual está interpretada la obra, como la vehemencia cerca de la locura de Marc Pujol, el magnetismo que destila Patrícia Mendoza o la solvencia de Anna Casas afrontando cada uno de sus personajes, contrastan con las notas de humor introducidas en el montaje. Una comicidad que nos acerca a la serie B del género, pero que distancia a un público más incrédulo.

La vida es incontrolable

Es bien sabido que el terror funciona gracias a lo que se imagina más que a lo que se ve. Y quizás en el montaje se ha hecho más inciso en las tres fábulas que en la atmósfera; en todo aquello que pueden ocultar los personajes y la acción. El miedo es una sospecha constante. Hace estar alerta al espectador porque lo lleva a todo aquello que es incontrolable e inexplicable de la vida humana. Y si la vida es un gran misterio; el teatro también lo es. Misterio sobre misterio es difícil de resolver.

LHABITACIÓ CERRADA

Para acabar, si me lo permitís os explico una nota autobiográfica en lo referente al montaje. Si os fijáis bien en el cartel de la obra hay una pequeña figura en el fondo; es la actriz Anna Casas. No se la reconoce. La oscuridad es el aliado mayor del misterio y el suspense. Al llegar al teatro vi su nombre imprimido en la foto y es entonces que la adiviné. Hacía muchos años me había cruzado un par de veces con ella. Teníamos una amiga en común: Anna. Sí, otra Anna. Desdichadamente, nuestra amiga había muerto de repente el día anterior y la enterraban al día siguiente. Enseguida pensé que quizás no lo sabía y tenía que decírselo. Al acabar la función decidí esperarla. Me presenté. No sabía quién era. Menos con mascarilla. Y cuando le dije el nombre que nos unía me dio un abrazo. Ya le había llegado la mala noticia... ¿Fue el destino que me condujo aquel día hasta allí? Había un estreno en el Lliure de Gracia, pero el corazón me dijo que fuera al Versus Glorias. ¿Casualidades? Quizás nuestra amiga nos quería conectar... Todo es tan extraño... e irresoluble. Estamos en una habitación cerrada.

Un beso muy grande, Annika, allí donde estés.