Uno de los caminos más agradecidos para conocer a alguien, es descubrir su espacio seguro. Adentrarse paulatinamente en aquellos entornos físicos y mentales donde una persona puede sentir que, no solo está fuera de peligro, sino que también encuentra confort y seguridad, aunque se nos niegue ante la hostilidad del mundo que habitamos. Por eso mismo, la mejor manera de conocer a Meritxell De Soto, dj, performer y creautora de la pieza Espai Segur, era trasladarnos hasta el suyo.

Así que allí estaba yo, una mañana soleada de un jueves que anunciaba la primavera, picando a su timbre. A pesar de habernos encontrado en alguno de sus actuaciones, siempre genera respeto entrar en los espacios privados de alguien. Pero cuando me abrió la puerta de su casa, vestida con ropa cómoda, sin maquillar y con su larga melena en una trenza relajada, fue como reencontrarse con una amiga. Me hizo un pequeño tour por su casa, disculpándose por el desorden: hacía un mes que se acababa de mudar con dos djs más. Y después de ofrecerme un té, me enseñó su habitación, donde acostumbra a trabajar. Con un orden impecable, la habitación emanaba un silencio y una tranquilidad que te hacía olvidar que estábamos a pocos metros de una ruidosa intersección de Barcelona. En su estantería estaba La locura que viene de las ninfas, de Roberto Calasso, La Cabellera femenina de Erika Bomay, los diarios completos de Sylvia Plath de tapa dura o un libro de exposición de Marina Abramović. Si me preguntáis, una manera bastante eficaz de empezar a entenderla.

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Foto: Marc Font

Como todo en la vida, ella también está en Internet, concretamente definida como performer, actriz, bailarina, dj y recientemente como programadora cultural después de hacer el comisariado de la fiesta de los 30 años del CCCB. Pero mejor que hable ella. "Ahora mismo me defino como dj y performer, pero en realidad lo he sido todo. Vengo del teatro, mi formación universitaria es de actriz y después todo se ha ido entrelazando. Poco a poco voy abandonado el rol de actriz más normativo, y me fui acercando más a la performance en la creación escénica. Hice una residencia en La Piconera de Sol Picó, donde hacía una performance sobre Britney Spears y el Ternero de oro de la Biblia, para hablar de la figura del ídolo, y en esta había una fuerte presencia musical. Para poder hacerlo, trabajé con un dj en el directo. Pero hubo un momento que pensé 'y por qué no lo hago yo misma?' Y entonces decidí que iba a estudiar para ser dj, porque quería pinchar en mis performance. La necesidad venía del cuerpo, no tanto del club".

Aprender a pinchar desde la intimidad de mi casa me salvó la vida

Eso pasó justo en 2020, a las puertas del confinamiento. "En aquel momento el cuerpo no tenía lugar, así que me apunté a la escuela Sin Sync, y aprender a pinchar desde la intimidad de mi casa me salvó la vida. Descubrí que conectaba con cosas que nunca me hubiera imaginado a pesar de venir de diez años de conservatorio". Llegados a este punto, podría parecer que estamos ante otra hija de padres artistas o contactos aburguesados, así que se lo dejo caer. "Qué va, mis padres son de clase trabajadora. Ninguno de los dos tienen estudios universitarios, aunque mi padre ha acabado teniendo un buen trabajo de funcionario, y mi madre ha currado muchísimo para sacar a la familia adelante y que nunca nos faltara de nada. No he tenido la vida más difícil de todas, soy blanca y normativa. Pero es verdad que, comparado con otro gente que se dedica también a disciplinas artísticas, no lo he tenido tan fácil, aunque lo podría haber tenido mucho más difícil. Supongo que, en cierta manera, que acabaran llevándome al conservatorio era porque de pequeño mi padre quería aprender, pero eran otros tiempos y no lo dejaron. Al final lo más importante es que en todos este años nunca han cuestionado ninguna de mis decisiones. Somos una familia muy emocional, en lo bueno y en lo malo, y siempre me he sentido abrazada en todo lo que he hecho. Lo que más me han enseñado es a sacarme yo sola las castañas del fuego. Que si tomaba una decisión, me tenía que comprometer y seguir hasta el final, currármelo lo yo sola y luchar por lo que quería".

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Foto: Marc Font

Esta dedicación la llevó a convertirse en residente de Razzmatazz, además de programar en Vibora, y actuar en salas como Apolo o en fiestas autogestionadas. Además de trabajar en su primera performance, donde ella misma pincharía. "A nivel conceptual, Espai Segur nació después de ver como cada noche que pinchaba presenciaba faltas de respeto y agresiones de menor o mayor medida, que se dan, desgraciadamente, en clubs grandes. Y paralelamente, también empezaba a pinchar en fiestas autogestionadas, que aunque la música puede ser similar, el ambiente es completamente diferente. Me di cuenta de que había muchísima libertad y muchas cosas que se podían aprender de este espacio y lo trasladé de alguna manera. Además, toda la idea de espacio seguro me ha venido desde casa de una manera prácticamente educacional, y creo que en parte también ha sido siempre una obsesión."

Esta actuación, se pudo ver en directo por última vez en Casa Montjuïc, donde ella pinchaba ya fuera con las manos, con la pierna, con el abdomen, haciendo el puente, sentada o estirón. La libertad de movimiento y de expresión lo rodeaba todo. Con la ayuda de una cuidada iluminación y los movimientos delicados de la escenografía, al sonido de una especie de club deconstruído, creaba una misticismo futuro, casi de hada de nervios eléctricos, que invita al público a pensar de una manera más abierta las posibilidades de lo que puede ser alguien trabajando con unos CDJs. "La música siempre va ligada a contextos y, por lo tanto, a sus discursos. Por eso cada vez me parece más relevante que la música esté al servicio de un discurso y no al revés. Para mí no se trata de buscar una música por placer, sino que pueda acompañar este movimientos. Y creo que eso es extrapolable a las fiestas en general. Por ejemplo, un colectivo puede estar programando house, que es una músico vinculada a una idea heteronormativa, como lo puede hacer Me Siento Extraña, que es un colectivo FLINTA, pero al hacerlo en este espacio, revierte de manera crítica este género".

[A la escena electrónica] se busca de manera inconsciente la masculinización de la figura de la mujer para encontrarla a una persona legitima

Su presentación encima del escenario podría ser tildada de hipersexualizada bajo miradas cerradas, así que le pregunto si este hecho le presenta algún tipo de conflicto o miedo de ser tomada menos en serio. "Hay una parte muy intuitiva en mi proyecto y por lo tanto, presentarme de esta manera femenina, con el cabello largo, me parecía lo más natural. Pero sí que hay una mirada pureta dentro de la escena electrónica, sobre todo dentro de una sonoridad más cruda, que busca de manera inconsciente la masculinización de la figura de la mujer para encontrarla una persona legitima. Y en Espai Segur no me quise negar esta parte más sexual, muy femme. También es reivindicar el hecho de que por mucho que me curre un outfit no quiere decir que haga un set de mierda. Todo lo contrario, no solo te haré un set increíble, que te podría dar mil vueltas, si no que encima lo haré con un lookazo y haciendo el pino puente. Para mí, mantener esta estética y ser fiel a querer dar espacio a todo tipo de formas de expresión es también un statement para decir que no me moverán de aquí".

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Foto: Marc Font

"Creo que a la larga la identidad es lo único que acaba siendo interesante. No soy tan inteligente como para performar algo que no soy. Por mucho que sienta que me cierra puertas, sé que al final también se acabarán abriendo porque soy una persona muy disciplinada que curra muchísimo. Si no valoras eso porque me he puesto un corsé, pues quizás soy yo la que no quiere trabajar contigo, porque no compartimos unos mismos valores de base. Creo que te tienes que ganar a la gente trabajando, y creo que con Espai Segur me he ganado a mucha". Y tanto es así que fue la encargada de la programación de la fiesta de los 30 años del CCCB. No solo consiguió que se formaran colas de más de hora y media para acceder, y que el hall superara la estética de cualquier Boiler Room, si no que abrió las puertas a colectivos que hasta ahora habían estado en los márgenes. "De alguna manera siento que se me percibe como una figura enlace entre los espacios más autogestionados y los más institucionales. Me sentía con la obligación y la oportunidad de programar a gente que estuviera auténticamente comprometida con la sociedad, y que enriquezca su tejido cultural. También me parecía significativo entender el tejido cultural de Barcelona como un tejido rico, y que esta riqueza y diversidad se reflejara en el line-up. Obviamente se pierde una cierta libertad que te da la autogestión, pero si las podíamos traer de una manera no precarizada, todas estas personas tenían tanto a aportar al CCCB y a su público que valía la pena hacerlo".

Siento que se me percibe como una figura enlace entre los espacios más autogestionados y los más institucionales

Ahora, habiendo cerrado la etapa de Espai Segur, su mente no descansa. "Pinchar no me durará toda la vida, pero de momento creo que todavía me puede dar mucho. Veo el espacio club como un espacio de cultura. Puedes generar que personas que no se acercarán a estas ideas de forma natural, a través de la música, que es algo muy democratizado, y de ver personas queer en el escenario, hace que al menos entre en su retina y que de alguna manera su visión se amplíe". Además ha empezado a trabajar en el Conplacer Tour que la llevará a escenarios como los del Sónar 2024. "En este proyecto está el proceso más personal, porque yo siempre he adoptado un rol muy servicial en mis relaciones, ser complaciente, y creo que eso nos pasa a muchas mujeres porque nos educan en este discurso. Pero empecé a sentir mucho rechazo hacia estas dinámicas y hacia mí misma, porque sentía que la gente se aprovechaba y que no era una energía fuerte. Y ahora he entrado en una tercera fase, donde he visto que este complacer, esta servidumbre, en realidad es una herramienta para luchar contra dinámicas neoliberales. Ya se ha dicho mucho, pero es volver a poner los cuidados en el centro. Al final es la única arma que tenemos delante de un mundo hostil. Siento que este servir es también generar comunidad y para mí eso no es débil ni negativo, sino que es poderoso. La fortaleza no está en decir que soy la puta ama, sino en generar espacios seguros para los demás y para ti".

Con la mirada puesta en el futuro, Meritxell de Soto presenta este proyecto con una estética próxima a la oscuridad medieval. "Este imaginario está estructurado por una parte en la figura de Juana de Arco y por el otro en el concepto de la armadura. Es también la evolución de Espai Segur. Al final la armadura te protege, pero te la pones para ir a la guerra. Es un poco la idea de que tenemos que poder salir, si queremos, pero al mismo tiempo nos tenemos que "proteger" entre nosotros. Y el símbolo de Juana de Arco encarna este sentimiento de compromiso con una causa. Y la idea de estar al servicio viene un poco de Grotowski, que él propone que el actor sea el vehículo de aquello espiritual, y pensé que la figura del dj es un poco eso: no se trata de la individualidad del dj y de cómo de bueno puede ser, sino de trasladar este discurso y estas ideas a través de la música".
 

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Foto: Marc Font
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