Hendaia (País Vasco francés), 23 de octubre de 1940. 15.30 horas. Empezaba la cumbre hispano-alemana que reuniría a los personajes más poderosos de los regímenes franquista y nazi para decidir los términos en que España se incorporaba al Eje del Mal (Berlín-Roma-Tokio). Casi simultáneamente, hacia las 8.00 de la mañana, Heinrich Himmler, máxima autoridad policial del régimen nazi, aterrizaba en el aeródromo de El Prat, para iniciar una visita oficial de dos días a Catalunya. La prensa de la época lo cataloga como viaje protocolario y a la vez turístico. Pero, en cambio, sus movimientos desmienten la versión oficial. ¿Qué buscaba Himmler en Catalunya?

Cumbre hispano alemana en Hendaia. Fuente Narodowe Archiwum. Foto Heinrich HoffmannCumbre hispano-alemana en Hendaia / Fuente: Narodowe Archiwum. Foto: Heinrich Hoffmann

El sospechoso viaje de Himmler

La sospechosa coincidencia entre la cumbre de Hendaia y la visita de Himmler a Barcelona es muy reveladora. Himmler venía de Madrid. Había formado parte del avance diplomático nazi que tenía que allanar el camino hacia la cumbre de Hendaia. Este término, allanar, no es gratuito. En el consejo de ministros de Franco y en el alto estado mayor del ejército español (el que se había rebelado contra la legalidad republicana), había una fuerte oposición al proyecto de Berlín, que, posteriormente, la investigación historiográfica ha revelado que no era por motivos ideológicos, sino que obedecía a intereses personales: el Foreign Office británico había sobornado a altos cargos militares de Madrid para dinamitar el acuerdo.

La cumbre de la desconfianza

Hitler y Franco desconfiaban mutuamente el uno del otro. Los documentos gráficos de la cumbre de Hendaia muestran a un Franco incómodo, tenso y a la defensiva; y a un Hitler con el ademán del patrón que quiere poner en su lugar al jornalero. Desde el inicio de la II Guerra Mundial (septiembre, 1939), en Berlín había crecido la percepción de que Franco no tenía ningún interés en pagar la ayuda nazi que había recibido durante la Guerra Civil española (1936-1939). Incluso, otra vez la investigación historiográfica revela que Berlín habría previsto un golpe de estado para situar a Serrano Suñer (muy bien considerado por la cancillería de Hitler) en la silla de Franco. Extremo que, muy probablemente, Franco conocía.

Reunión policial nazi-franquista

Por lo tanto, es importante destacar que Himmler llegó a Barcelona en un contexto —interior y exterior— marcado por las intrigas, el espionaje y la desconfianza. Y eso refuerza la idea de que el propósito de aquella visita iba mucho más allá de un interés puramente protocolario o incluso turístico. Himmler, en su calidad de jefe supremo de las SS, se entrevistó con elementos clave del aparato represivo franquista en Barcelona: el capitán general Orgaz Yoldi (que le hizo de anfitrión), el gobernador civil González Oliveros, el jefe de la policía Reparaz Araujo, el jefe de los servicios secretos del régimen Ungría Jiménez y el presidente de la Audiencia Provincial Sánchez Cañete.

Gonzalez Oliveros, Mateu Pla, y Simarro Puig. Fuente Universidad Carlos III, Museo de Perelada, y Diputación de Barcelona

González Oliveros, Mateu Pla y Simarro Puig / Fuente: Universidad Carlos III, Museo de Perelada y Diputación de Barcelona

Himmler y los catalanes de Franco

Pero también se entrevistó con los representantes políticos del régimen franquista, la segunda corona del poder formada por elementos civiles autóctonos, como el alcalde Mateu i Pla o el presidente de la Diputación Simarro y Puig. Y, reveladoramente, con los representantes del poder económico catalán (en aquella Catalunya destruida durante el conflicto civil por los bombardeos nazis): el Foment del Treball había sido intervenido por el régimen y puesto bajo la tutela de la delegación provincial del Sindicato Vertical, dirigido por Trias ertran; y la Cambra de Comerç había sido depurada y el aparato represor del régimen había nombrado a Caralt Sala para dirigir una institución convertida, a propósito, en un zombi.

Himmler en Montserrat

El día siguiente, 24 de octubre de 1940, Himmler y su tétrica comitiva hicieron una "excursión" a Montserrat con el ridículo pretexto de localizar el santo Grial. Pero la verdadera razón de aquella visita no tenía ninguna relación con la búsqueda de aquella mítica reliquia religiosa. Reveladoramente, el día anterior, Himmler no había tenido ningún contacto con Díaz Gomara, obispo de Barcelona y máxima autoridad eclesiástica de Catalunya por el exilio de Vidal i Barraquer, arzobispo de Tarragona, y los hechos revelan que el verdadero propósito del gran policía del régimen nazi era entrevistarse con el abad Marcet i Poal. La calculada negativa del abad a recibirlo y a entrevistarse confirma este extremo.

Himmler a Montserrat, en el altar de la Moreneta. Fuente Archivo Fotográfico de Barcelona. Foto Pérez de Rozas

Himmler en Montserrat, en el altar de la Moreneta / Fuente: Arxiu Fotogràfic de Barcelona. Foto: Pérez de Rozas

La fecha de la visita

Otro hecho importante que desenmascara la versión oficial es la fecha de la visita de Himmler a Barcelona. Cuando el cabecilla nazi puso los pies sobre el aeródromo del Prat, hacía justo ocho días que el régimen franquista había fusilado al president Companys. No hace falta decir que la captura del president legítimo de Catalunya (entonces en el exilio) había sido el objetivo prioritario del Ministerio español de Asuntos Exteriores, liderado por Serrano Suñer; y que su detención y deportación no habría sido posible sin la colaboración del aparato represivo nazi en la Francia ocupada. Himmler fue a Madrid y a Barcelona a avisar de que, acabado aquel "trabajo", Hitler se quería sentir recompensado.

La anécdota de la cartera y el escándalo de la cena

Himmler fue alojado en el Hotel Ritz. Según algunas fuentes, le robaron una cartera que contenía documentos secretos. Queda la duda de si fue obra de simples ladrones o de espías británicos. En cualquier caso, cuesta creerlo, porque es difícil entender que Himmler —involuntariamente— dejara aquellos "secretos" sin vigilancia. En cambio, lo que sí que está probado es que el Ayuntamiento franquista de Barcelona obsequió al cabecilla nazi y su tétrico séquito con un festín en el restaurante del Ritz que costó 14.000 pesetas de la época (el equivalente a unos 70.000 euros). Días antes, el Ayuntamiento había declarado públicamente que no tenía recursos para hacer frente a una epidemia de tuberculosis que asolaba la ciudad.

Himmler en Barcelona, al lado del alcalde Mateu Pla. Recepción oficial en el Hotel Ritz. Fuente Archivo Histórico de la Ciudad de Barcelona

Himmler en Barcelona, al lado del alcalde Mateu Pla, en la recepción oficial en el Hotel Ritz / Fuente: Arxiu Històric de la Ciutat de Barcelona

La recompensa

Por una parte es cierto que, a partir de la visita de Himmler, se observa una importante presencia de elementos del régimen nazi en Catalunya, que llegaban en la supuesta calidad de instructores para sofisticar las técnicas represivas del aparato policial-judicial franquista. Para poner sólo dos ejemplos, las conferencias del químico Ernst Baader, el principal inspirador de las cámaras de gas en los campos de exterminación, o "el obsequio" de los "camiones de la muerte" (seis Henschel de 4,5 toneladas) para "optimizar" el transporte de presos políticos condenados a muerte, desde las prisiones a los campos de ejecución. Era el resultado de las entrevistas entre Himmler y el aparato represivo franquista en Barcelona.

El fracaso de Hendaia

Pero también eran ciertas las escasas expectativas de éxito que, en Berlín, despertaba la cumbre de Hendaia. Como se ha dicho antes, Hitler y Von Ribbentrop (su ministro de Exteriores) tenían un plan B. Si Franco no se avenía a pagar la factura de la Guerra Civil española, promoverían su sustitución por Serrano Suñer. Sin embargo, para conducir esta maniobra sin correr el riesgo de encender un segundo conflicto civil, necesitaban el apoyo de los poderes económicos español y catalán (los que habían financiado el ejército que se había rebelado contra la legalidad republicana). Y a ser posible, la connivencia de la jerarquía eclesiástica. La española y la catalana.

Colas de racionamiento en Barcelona. Font The Spanish Civil War

Colas de racionamiento en Barcelona / Fuente: The Spanish Civil War

Franco y Hitler

Hitler sabía que el poder del régimen franquista era una olla de grillos: monárquicos alfonsinos, monárquicos carlistas, falangistas de convicción, falangistas de conversión, oligarcas reaccionarios caciquiles u oligarcas reaccionarios oportunistas. Y el plan B pasaba por convencer a aquellas "familias" de la necesidad de prescindir de Franco (presentarlo como una piedra que obstaculizaba la proyección del régimen) y de sumar España al Eje del Mal. Himmler fue a Catalunya, de la cual sabía que era el territorio con menos sentimiento de españolidad, con el propósito de contemplar, de la forma más diáfana posible, esta —en el caso catalán— minoritaria y exótica diversidad.

El fracaso de Himmler

Lo que pasó es que, a nivel general, estas "familias", que habrían podido tener cierto interés en los planes de Hitler, con sus diferencias irreconciliables y con su codicia de poder, paradójicamente, conseguirían lo contrario. El fracaso de Hendaia marcaría el inicio del progresivo aislamiento personal de Franco, sin embargo, también, la percepción de que su figura era la clave de bóveda del arco que sostenía un edificio construido a sangre y fuego y, exclusivamente, para el interés de las atávicas oligarquías dominantes. Franco, consciente de su soledad política pero de la necesidad que el poder tenía de su figura, se atrincheraría en la esperpéntica máxima "haga como yo, no se meta en política".

 

Imagen principal: Himmler en el paseo de Gràcia de Barcelona con el capitán general Orgaz Yoldi pasando revista al ejército español / Fuente: Memorial Democràtic