Barcelona, 17 de enero de 1641. Hace 379 años. Pau Claris —94è presidente de la Generalitat— proclamaba, oficialmente, la República catalana. Un día antes, se había hecho público lo que el presidente y los diputados (el equivalente a consellers) habían mantenido en riguroso secreto: el Pacto de Ceret (07/09/1640) entre la Generalitat y la monarquía francesa que, básicamente, decía: “Admètrela de baix de sa protecció [referido a Catalunya] ab  (...) son govern a forma de república ab los pactes y condicions que entre la província y a sa magestat christianíssima [referit a Lluís XIII de França] se ajustaran”.

Retrato moderno de Pau Claris (1854), obra de Avel·lí Pi y Arimon. Fuente Revista Barcelona Antigua y Moderna

Retrato moderno de Pau Claris (1854), obra de Avel·lí Pi Arimon / Fuente: Revista Barcelona Antiga i Moderna

Claris había mantenido aquella carta relativamente oculta, en una espera calculada que tenía que inclinar, definitivamente, buena parte de las clases dirigentes del país hacia su proyecto. El debate y la aceptación del Pacto de Ceret se produciría en el transcurso de una larga sesión el día 16 de enero (avanzada la noche), y se formalizaría el 17 de enero (a primera hora de la mañana), mientras los ejércitos hispánicos —que habían iniciado la ocupación de Catalunya cinco meses antes—, acampaban en la antigua villa de Sants. En aquel acto, Catalunya proclamaba —oficialmente— que abandonaba el edificio político hispánico.

Aquella República tendría una duración efímera: seis días. Las circunstancias que obligaron a Claris a virar eran el producto de la suma de la amenaza hispánica y del chantaje francés. El marqués de Los Vélez, el comandante de las tropas hispánicas de Felipe IV, había convertido el camino hasta las puertas de Barcelona en una brutal masacre contra la población civil que contenía un único mensaje: la Revolución de los Segadors se paga con sangre. Y con aquella horda de carniceros en las puertas de Barcelona, se produciría la catarsis que explica la decisión de Claris.

Efectivamente, el gobierno de Catalunya consideraba de vital importancia parar Los Vélez (y sus veinticinco mil efectivos) en Martorell. El Dietari de la Generalitat revela que Francesc de Tamarit (el diputado militar, equivalente a conseller de interior) y Rafel Antich (el oyente militar, es decir el segundo de Tamarit) dejaron todo lo que tenían entre manos para dirigir a las tropas catalanas atrincheradas en el Llobregat, y las que se añadían. El mismo Dietari relata que el día 20  “partiren de la present ciutat [referido a Barcelona] en la matinada, mil y sinch-cents moscaters per a anar a socòrrer als de nostre exèrcit".

Durante dos días se mantuvo la incertidumbre, y el Dietari relata que, a pesar de la gran diferencia de efectivos, los catalanes  “estavan peleant ab lo enemich a la vila de Martorell. Hisqué la bandera de Sant Ramon y altres banderas de altres convents, ab molts frares molt ben armats y gent de valor, que se amostrà molt bé a la occasió de la peleà (...) en la tarda, vingué nova que nostre exèrcit peleava ab lo del enemich, y los deputats enviaren recaudo a totas las iglésias (...), per a que nostres armes tinguen bona victòria, que tant importa al beneffici de la província Y axí se feu ab molta puntualitat”.

Grabado francés de Barcelona (1645). Fuente Cartoteca de Catalunya

Grabado francés de Barcelona (1645) / Fuente: Cartoteca de Catalunya

Pero el mismo Dietari relata que el día 21: “en la tarda, vingué nova com lo exèrcit del enemich havia romput lo pas de Corbera y havia cortat nostre exèrcit, de tal manera que se havia hagut de retirar sens orde ni consell. Moriren-ne molts dels nostres, però també del enemich". Pero aquella dramática anotación, lejos de ser un llamamiento a la confianza, no era más que el anuncio de un resultado decepcionante que tenía que tener una gran trascendencia: “En aquest mateix die, entre las vuit y nou de la nit, entrà en la present ciutat lo senyor deputat militar, qui venia de la pèrdua de Martorell”.

El día 23, “que ja·s vèya manifestament que lo enemich venia a sitiar-la” [referido en Barcelona], el presidente Claris reunía los Braços Generals con la sospechosa presencia de “lo senyor de Plesis Bisançon”, el negociador francés en Ceret y el representante del cardenal Richelieu —el ministro plenipotenciario de la monarquía francesa— en la proclamación de la República. Du Plessis-Besançon se convertiría, repentina y paradójicamente, en el otro extremo de la tenaza sobre Claris. Hecho que explica el porqué los Braços Estamentals, a propuesta del presidente, dejaban en suspenso la República.

"Y avuy esta provincia y ciudad, estando tanto exaustas que·s imposible poder sustentar larch tiempo los gastos de la guerra, que tenemos ya en laso portas de esta ciudad, y está ella y toda la provincia en notable peligro de perderse, sino es ab un gran y pronto socorro de caballería y infantería pagada, lo qual no podemos esperar sino de su magestat christianíssima [referido a Luis XIII] y segons las notícias tenim no se exposarà a tant gran gasto ab la promptitut y fervor que la necessitat demana sinó és que la província se posse a la obediència com ja en temps de Carlo Magno ho feren nostres antepassats”.

Luis XIII y Richelieu. Font The Royal Collection y The Queen Gallery. Londres

Luis XIII y Richelieu / Fuente: The Royal Collection y The Queen Gallery. Londres

Un chantaje con todas las letras de la palabra, que explicaba la inexplicable actitud del barón de Espenan —la máxima autoridad militar francesa en Catalunya desde la firma del Tratado de Ceret—, que, el 23 de diciembre de 1640, había entregado Tarragona a Los Vélez sin disparar ni un tiro y que el 20 de enero de 1641 no se había presentado en Martorell. Tres días más tarde, el 26 de enero de 1641, el ejército catalano-francés infringía una monumental derrota a las tropas hispánicas, que reforzaría la posición de Du Plessis en detrimento de la de Claris.

Y si bien se cierto que, en aquel nuevo escenario, Catalunya quedaba vinculada a Francia únicamente a través de la figura del rey (que se comprometía a gobernar el país “ab pacte de que·ns jure y observe nostres usatges, constitucions, capítols y actes de Cort, privilegis, usos, styls, consuetuts, libertats, honors, preheminències y perrogatives, axí de aquesta ciutat com de las demés ciutats, vilas y lochs” también lo es que, el proyecto republicano quedaría indefinidamente aparcado; y progresivamente, marginado y olvidado. Sobre todo, después del asesinato del presidente Pau Claris, el 27 de febrero de 1641.

 

Imagen principal: Grabado de Versalles (1672) / Fuente: Bibliothèque Nationale de France