El incesto, a pesar de ser uno de los tabúes más férreos de nuestras sociedades, ha sido un tema explorado durante miles de años por la literatura. Examinado y reescrito, triturado y vuelto a reconstruir. Desde la familia Buendía, protagonista de Cien años de soledad a la archiconocida historia de Edipo rey de Sófocles, pasando por los cuentos de Cortázar, autores y autoras han querido sumergirse en las profundidades espinosas de la peor de las atracciones. Y también lo hace el escritor, cuentista y dramaturgo Marc Artigau (Barcelona 1984), ganador del premio Josep Pla 2019, que ahora acaba de publicar Aurora (Destino). Con un lenguaje depurado y poético y una narración impregnada de los secretos opresivos y las historias de los pueblos pequeños, Aurora juega con el lector, cogiéndolo de la mano y proponiéndole un paseo por las fronteras y los límites de las leyes humanas, provocándolo. Una provocación que, para el autor, concentra lo que tendría que ser la tarea de la literatura. "No me gustan las novelas de los convencidos", afirma. Artigau es el dramaturgo detrás de éxitos como el musical deEl petit príncepLes tres germanes de Txèkhov o Pares normals, una comedia musical que ha creado con Els Amics de les Arts y que se puede ver ahora en el Poliorama.

El incesto es quizás el mayor tabú en nuestras sociedades. ¿Ha sido complicado hacer una novela?
Es un tema muy tratado en la historia de la literatura, un lugar común. Me interesaba, sin embargo, volver a explorarlo desde mi prisma. Cuando hago clubs de lectura me encuentro lectores con prejuicios morales, que si las decisiones que toma moralmente el personaje no las comparten, la lectura les repele. Por ejemplo, un asesinato en una novela negra no lo cuestionamos, pero un acto de violencia contra un animal sí que crea mucho rechazo. Por otra parte, mi madre viene de un pueblo lleno de historias y rumores que se magnifican y se cambian. Y así me apareció esta.

Entrevista Marc Artigau, escritor / Foto: Pau de la Calle
Marc Artigau acaba de publicar su nueva novela, Aurora / Foto: Pau de la Calle

¿Has tenido en cuenta la literatura previa sobre el tema para construir Aurora?
Yo he estudiado formación escénica y dramaturgia. A mí el teatro griego me interesa mucho y desde la mitología hasta Esquilo, Sófocles están presentes. Cuando empezaba a escribir me lo hago hojear, pero no quise entrar mucho. Tenía clara y la idea y creía que podía seguir explicándolo desde mi perspectiva.

La diferencia entre el drama y la tragedia es que el primero es un hecho que podemos solucionar entre humanos y la tragedia es una cosa que nos pasa por encima

¿En estas historias de la Grecia Antigua, qué explica el incesto? Una atracción trágica, una lección moral...?
La diferencia entre el drama y la tragedia es que el primero es un hecho que podemos solucionar entre humanos y la tragedia es una cosa que nos pasa por encima. Que una pareja se rompa es un drama, porque lo podemos solucionar, pero la muerte de un hijo es una tragedia porque nos pasa por encima. El incesto creo que está en la tragedia, porque es un tabú enorme. De hecho, antropológicamente diría que no está aceptado en ninguna sociedad. Eso es lo que le pasa a Ángel, que a partir de esta relación abusiva ya está incapacitado para la vida. Una de las premisas a las cuales me interesaba era la idea tan sencilla que amar mucho no quiere decir amar bien. La Aurora ama mucho a su hijo, pero la ama de la peor manera posible. Las madres castradoras son un buen tema literario, también.

Una de las premisas a las cuales me interesaba era la idea tan sencilla que amar mucho no quiere decir amar bien

¿Los padres castradores lo son porque no son capaces de dejar espacio a sus hijos?
Porque creo que cargamos los pecados de nuestros ancestros. No soy padre, pero entiendo cómo alguien intenta educar a su hijo con una transmisión porque le han inculcado así. Las relaciones paterno-filiales son un gran campo para la psicología y la literatura para investigar y escribir.

¿Y los corales rojos?
Se parecen. Los corales son esta cosa secreta, subterránea, donde no llega la luz del sol, que se tiene que cuidar mucho y donde, por lo tanto, hay esta cosa de fragilidad como en las relaciones humanas.

Amar mucho no es amar bien. Pero el incesto, a la vez que terrible, se narra como una cosa poética o dulce en Aurora.
Me basé en un cuento de Cortázar en el que una violación que está escrita de forma tan perversa que el lector puede llegar a pensar que en realidad hay una historia de amor. Yo había trabajado Aloma en los institutos y en una primera lectura los alumnos no ven lo que pasa como un abuso. Esta belleza en la escritura para explicar un hecho espantoso era una forma de hacer al lector cómplice. Lo más interesante de la literatura es cruzar límites, ir al tabú. Permitirnos este espacio de transgredir. Y yo no he inventado la sopa de ajo, este es un tema tratado desde hace miles de años. Simplemente, era jugar con el punto de vista del narrador.

Cada vez estamos más acostumbrados todos a leer aquello que nos da la razón. Es muy placentero, pero creo que tenemos que debatir con la gente que está muy en desacuerdo con nosotros

¿En literatura hay que apartar el juicio moral?
El juicio moral está bien que quede fuera. No me gustan las novelas de los convencidos. Cada vez estamos más acostumbrados todos a leer aquello que nos da la razón. Es muy placentero, pero creo que tenemos que debatir con la gente que está muy en desacuerdo con nosotros, es lo que nos enriquece. Y pienso que la literatura nos tiene que traer a lugares límites o fronterizos.

¿En qué te has basado para construir el pueblo escenario donde pasa todo?
En un pueblo de la Costa Brava, que está donde más se hacía la extracción de coral.

Porqué eso existía realmente durante años.
Conocí la historia una vez que fui a la radio y la periodista Anna Punsí la explicaba. Gente que se dedicaba a robar corales. En la novela narro, porque ella lo había explicado, cómo le queman la casa a un agente forestal o marino. Y por las redes, la persona a quien le habían hecho en la vida real se puso en contacto conmigo por si quería que se me explicara su versión de los hechos.

Una víctima es alguien que ha sufrido un perjuicio, una injusticia. Un héroe es otra cosa, alguien que sobresale en medio de la mediocridad para hacer un bien a todos

¿Todavía hay gente que se dedica, hoy?
Ahora la actividad está muy decaída. Al principio del 2000 tuvo su auge. Ahora ha pasado un poco de moda y hay más vigilancia. ¡Y es muy peligroso! Los que lo extraían mezclaban oxígeno con helio para poder estar más rato bajo el agua. Cuando subían el coral lo dejaban arriba y muchas veces los agentes estaban esperando para atraparlos. Pero el coral tiene una cosa muy bonita y es que durante muchos años se pensaban que era un mineral y es un animal. Y eso tiene que ver con lo que pasa entre Ángel y Aurora. Aquello que no tenía nombre, que pensábamos que podía ser amar mucho no era eso sino un abuso. Después, también quería colocar al personaje de Ángel como alguien que también toma malas decisiones, que hace daño a la gente. Hay que diferenciar entre héroe y víctima. Una víctima es alguien que ha sufrido un perjuicio, una injusticia. Un héroe es otra cosa, alguien que sobresale en medio de la mediocridad para hacer un bien a todos. Y muchas veces lo percibo, que las víctimas son héroes. Y no, las víctimas son víctimas.

Entrevista Marc Artigau, escritor / Foto: Pau de la Calle
Marc Artigau nos propone un paseo por las fronteras y los límites de las leyes humanas en su nueva novela, Aurora / Foto: Pau de la Calle

¿Estaba también la intención de construir el pueblo como una atmósfera cerrada y opresiva?
Sí, me gustan mucho los pueblos pequeños. Me gusta visitar los cementerios cuando voy. Me fijo en los apellidos y a veces veo que con cinco de ellos ya tengo hecho todo el pueblo. Esta consanguinidad, en la sociedad cerrada y pequeña me interesa mucho. Creo que antes comprenderemos cómo funciona el universo que no un núcleo familiar, que por sí solo tiene unas leyes completamente diferentes para cada familia.

Más allá de ser novelista tienes una larga carrera como dramaturgo. ¿Es muy diferente el proceso creativo entre una novela y un montaje teatral?
El de la novela es más solitario, aunque no estés completamente solo. El teatro sobre todo pide mucha generosidad como escritor. Tú escribes un texto y un director pone una mirada determinada sobre él y unos actores y una escenografía. Y eso hace que el proceso sea mucho más compartir, una comunión, cosa que te pide fortaleza y seguridad. Por otra parte, la recepción del teatro puede ser mucho más cruel y eufórica que la novela. La novela tiene unos canales más soterrados. A veces, al cabo de tres años de haber publicado una, recibes el mensaje de alguien a quien le ha encantado. En el teatro, los modelos de exhibición son mucho más inmediatos. Rápidamente ves si ha tenido éxito o no.

En mi caso, muchas ideas surgen desde el aburrimiento y la contemplación

Microrrelatos en la radio, montajes teatrales y novelas, entre otros. ¿Es difícil combinar procesos creativos en tantos campos a la vez?
A veces me dicen que soy muy prolífico. No sé qué hay detrás de este adjetivo (río). Intento ser muy organizado, aunque tengo días en que me encallo con las ideas y me viene una culpabilidad cristiana terrible. Y no es verdad porque, en mi caso, muchas ideas surgen desde el aburrimiento y la contemplación.