Hemos quedado en una plaza del barrio de Gràcia. Martí Maymó llega a la entrevista en moto. Roger Padilla lo hace en bicicleta. Guillem Gisbert y Arnau Vallvé, juntos, andando. Si tuviera un poco de talento, de esta estampa podría hacer una canción, una de aquellas de cuando te encuentras uno de los grupos más relevante de nuestra escena musical.      

Manel se presentaron en sociedad en el 2008 con Els millors professors europeus, título con que se reivindicaban como los mejores discípulos de prohombres de nuestro folk setentero como Sisa y Riba (sin obviar las similitudes que se podían encontrar con referentes contemporáneos como Herman Dune, Beirut o Sufjan Stevens). Un álbum, rebosante de nuevos clásicos nuestros como "En la que el Bernat se't troba", "Al mar!" o "Nit freda per ser abril", que los situó, al lado de los Mishima y Antònia Font, al frente del nuevo pop catalán.      

Podrían haber seguido tocando el ukelele, pero, a pesar de su aspecto de buenos chicos, no nos engañamos, Manel siempre han competido. Compitieron cuando en el 2011 publicaron 10 milles per veure una bona armadura. Segundo disco que, si bien estilísticamente no rompía del todo con su predecesor, cuidadosamente sobreproducido, atractivamente excesivo, sí que evidenciaba un grupo con una ilimitada ambición creativa. Y compitieron cuando en el 2013 abandonaron las resonancias acústicas para enchufarse con el tercero, Atletes, baixin de l'escenari (otro punto a favor suyo: pocos grupos escogen mejores títulos para sus discos que Manel).     

Fieles a este inalterable ritmo productivo suyo que los lleva a manufacturar un disco nuevo cada poco más de dos años; Manel nos entregan ahora su cuarto álbum. Con Jo competeixo los barceloneses prosiguen con su constante evolución y firman once temas nuevos que, en su diversidad sonora, en aquel estado por sorpresa que te provoca pasar de un tema de la épica de "Les cosines" al tropicalisme de "Sabotatje" o el pop con flirteos electrónicos y aires ochenta de "L'espectre de Maria Antonieta", son tan difíciles de describir como fáciles de disfrutar. Sí, evidentemente, Manel han vuelto a competir, han vuelto a sorprendernos y han vuelto a vencer.      

Martí Maymó aparca la moto, Roger Padilla ata la bicicleta, Arnau Vallvé hace las ultimas chupadas a su cigarrillo y Guillem Gisbert me saluda. Parecen ignorar que han firmado lo que muy probablemente será uno de los mejores discos publicados en nuestra casa (y quizás en la de muchos otros) este 2016. Quizás, como son buenos chicos, disimulan. Al fin y al cabo, son competidores natos.