La Maleta de Portbou, la revista de humanidades y economía, dedica el dossier central a "Cataluña, una crisis europea", en su nº 27, correspondiente a los meses de enero y febrero. Es, probablemente, la primera publicación de ciencias sociales que dedica un monográfico a la cuestión de la independencia catalana, tras la aplicación del artículo 155, intentando ir más allá del análisis periodístico y aspirando a una mirada más profunda.

Más allá del momento

La aceleración política de los últimos tiempos ha dificultado el proceso de reflexión. En el editorial de la revista, Josep Ramoneda reclama la necesidad de ir más allá del proceso "de especularización" de la política. Ramoneda denuncia el "pensamiento ilusorio" los de los que afirmaban que la independencia estaba a punto, pero también de los que aseguran que se ha derrotado por completo al independentismo. El filósofo denuncia que las críticas al independentismo a menudo critican el nacionalismo catalán, pero son muy tolerantes con el nacionalismo español. Ramoneda alega que el destino de Catalunya parece ser el de una "potencia nacional que no llega nunca a su cumplimiento como acto". Pero se muestra muy escéptico hacia las demandas de "normalización", afirmando que la "normalidad" con frecuencia encubre el proyecto de Rajoy, que no sería sino una "restauración conservadora".

Desde Galicia

El dossier se inicia con un artículo del historiador gallego Xosé Manuel Núñez Seixas, que da un repaso a todo el proceso que ha conducido hasta la crisis catalana de 2017. Núñez Seixas considera que el cierre del gobierno español ha conducido a la aceleración del independentismo. Pero este historiador, especialista en historia del nacionalismo, también constata las debilidades del nacionalismo catalán, que ha pecado de optimista en la valoración de las fuerzas en juego, incluso dentro de la propia Catalunya. El historiador acaba concluyendo que pese a todos los discursos sobre la superación de las entidades nacionales, el nacionalismo es más fuerte que nunca, y no sólo en Catalunya.

¿Imposible?

Marina Subirats, socióloga próxima a los comunes (y que había estado en el Ayuntamiento dentro de las listas socialistas) califica el movimiento independentista de "desafío imposible" a corto plazo, porque el Estado tiene todos los medios coercitivos y está dispuestos a usarlos. Subirats apunta que este fue un movimiento surgido de una "estrategia de CiU, acosada por los recortes y las revelaciones del caso Pujol" y por el peligro del 15-M. Subirats reconoce, a pesar de todo la amplitud que tomó el movimiento, y apunta que, pese a las deserciones, es posible que mantenga su fuerza.

Visión desde España

El filósofo Santiago Alba Rico interpreta el proceso desde la perspectiva más española. Constata que la crisis catalana ha ido paralela a una derechización del Estado, que pone en peligro todos los intentos de reforma del sistema del régimen del 78. Alba Rico apunta que el independentismo puede dejar más resquicios para una reforma política que el nacionalismo español, pero que no supone una ruptura radical en el modelo socio-económico actual. Para Alba Rico, el movimiento independentista está "errado en su estrategia" y "lastrado desde dentro por el régimen que dice combatir" (aunque le reconoce el intento de combatir por vías pacíficas y democráticas). De hecho, Alba Rico argumenta que "Catalunya no puede separarse de un país que todavía no existe. Para poder independizarse de España tiene que ayudar primero en construirla". Y argumenta que el proceso lo que ha hecho ha sido fortalecer a lo más reaccionario de España. Ahora bien, reconoce que "Si la democracia es incapaz de cambiar las leyes y hacer historia", esta "segunda transición" llevará a "menos y peor Constitución, menos libertad, menos política y más identidad".

A la contra

En cambio el politólogo Josep Maria Vallès no se muestra convencido con la teoría de las "élites manipuladoras". Y apunta a que es posible una "sustitución futura del vigente modelo territorial", ahora bien, no cree que esta sustitución se adapte ni a una hoja de ruta independentista ni a una voluntad inmovilista del gobierno, ya que apunta que un proceso de este tipo es "continuamente creado y recreado por un gran número de actores, con intereses divergentes, compromisos normativos diversos, poderes diferentes y conocimiento limitado". Vallès, a pesar de todo, advierte que cualquier solución no será "unánimemente aclamada" ni "de duración indefinida". Y advierte que "la realidad reclama imperativamente un nuevo "modus vivendi".

El corpus literario del proceso

El escritor Jordi Amat presenta la reflexión del proceso y de sus derivaciones europeas a partir de algunos autores catalanes clásicos: Josep Pla, Joaquim Amat-Piniella, Mercè Rodoreda, Josep Maria de Sagarra, Aurora Bertrana... A través de la visión de las posguerras (española y europea), Amat apunta la necesidad de crear una "nueva esperanza". Este escritor hace una reivindicación del europeísmo de Vicens Vices, pero también de la visión barcelonesa de Oriol Bohigas para acabar con un elogio de la figura de Pasqual Maragall como "la gran aportación catalana para pensar Europa". A partir de aquí, Amat reivindica no tanto una nueva Catalunya, como "una nueva Europa que no ha sabido encontrar el rumbo y que no sabemos donde nos llevará".

Imposibilidades

En estos momentos es obvio que una parte importante del independentismo subvaloró las dificultades del camino hacia la independencia. Pero de la misma manera, parece aventurado concluir, en estos momentos, la "imposibilidad" de la ruptura del Estado o de concluir que una hipotética ruptura tiene que ser precedido por una reforma y consolidación de España. Las instituciones tienen tendencia a vender la idea de su inmutabilidad, pero al fin, nunca son eternas. Es obvio que el mundo académico tenía que reaccionar a la crisis catalana, que es, obviamente, también una crisis que cuestiona las bases de la democracia española y de la democracia europea. Es de agradecer que las humanidades salgan de vez en cuando de su torre de marfil y se paseen por las aguas turbulentas de los problemas sociales. Ahora bien, sobre esta primera piedra hacia la reflexión en profundidad del proceso haría falta colocar muchas más. Porque todavía queda partida para jugar.