Caspe (reino de Aragón), 24 de junio de 1412. Hace 510 años. Los nueve compromisarios reunidos para votar al sucesor de Martín I (muerte sin sucesión legítima, 1410), proclamaban que el candidato elegido había sido el castellano Fernando de Trastámara, sobrino materno del difunto rey. Fernando se había impuesto a sus rivales con el inestimable apoyo político de las potentes clases mercantiles de Barcelona y de Valencia; que no podían concebir que un hombre apolillado como Jaime de Urgell, que despreciaba profundamente "las artes y los oficios", pasara a ocupar el trono. Y se impuso, también, con el imprescindible apoyo económico de su esposa, Leonor de Alburquerque, que en Castilla era llamada "la Ricahembra" por su inmensa fortuna. Leonor jugó un papel decisivo en aquella elección, y en el gobierno de los primeros años de la estirpe de los Trastámara.

Representación contemporánea del Compromiso de Caspe
Representación contemporánea del Compromiso de Caspe. Fuente: Congreso de los Diputados.

¿De dónde venía Leonor?

Leonor había nacido el año 1374 (muy probablemente en Medina del Campo) y era uno de los hijos del matrimonio formado por Sancho (hijo ilegítimo del rey Alfonso XI de Castilla) y Beatriz (hija ilegítima del rey Pedro I de Portugal). Por lo tanto era primastra de los reyes Juan I de Castilla y Juan I de Portugal y de su futuro marido Fernando de Trastámara (primastro, también, del monarca castellano). Precisamente la naturaleza ilegítima de Sancho y de Beatriz explica su formidable patrimonio familiar. Marginados de los títulos y honores familiares por su condición ilegítima, fueron beneficiados con una estratégica alianza y una cuantiosa herencia. Leonor heredera única de la potente familia Alburquerque, se convertiría en la mujer más rica de la Corona castellano-leonesa.

¿Por qué se casaron Fernando y Leonor?

Fernando era el hijo segundón de los reyes castellano-leoneses Juan I y Leonor de Aragón. Por lo tanto, no estaba predestinado a poner las nalgas en el trono de Toledo. Pero las fuentes documentales de la época lo describen como un personaje más capacitado que su hermano mayor, el que sería rey Enrique III, nombrado el Doliente (el enfermizo). A todo eso, los acontecimientos en Barcelona habían creado ciertas expectativas: los hermanos mayores de su madre, Juan I y Martín I, parecían incapaces de proyectar la estirpe bellónida al futuro. Y en aquel contexto de oportunidades, los reyes castellano-leoneses Juan y Leonor no dudaron en casarlo con la fortuna que lo podía impulsar al poder: en 1394, con tan solo catorce años, se enlazaba (mejor dicho, lo enlazaban) con la "Ricahembra", que en aquel momento tenía veinte años.

Alfonso XI de Castilla y Pedro I de Portugal. Fuente Biblioteca Real de los Paisos Baixos i Universitat de Coimbra
Alfonso XI de Castilla y Pedro I de Portugal. Fuente: Biblioteca Real de los Paisos Baixos i Universitat de Coimbra

La Ricahembra y el Ricomacho

Cuando se inician las deliberaciones de Caspe (17 de abril de 1412), ya hacía casi dos años que el trono de Barcelona estaba vacío (31 de mayo de 1410). Y hacía, también, casi dos años que los diversos candidatos a ocupar el trono (Jaime de Urgell, Fernando de Trastámara, Luis de Provenza, Alfonso de Ribagorza, y Federico de Aragó-Rizzari) y todos los estamentos del poder catalano-aragonés, estaban inmersos en un particular "mercado de Calaf" para decidir apoyos y pactar alianzas. Y en este punto, la fortuna patrimonial de Leonor (que después de la boda había pasado a ser, también, de Fernando) jugó un papel fundamental. No olvidemos que los castellanos siempre se han casado con el régimen de sociedad de bienes (lo que aportan los dos consortes pasa a ser de la sociedad conyugal). Y, si Leonor ya era la "Ricahembra", podríamos decir que Fernando se convirtió en el "Ricomacho".

¿Qué papel jugó Leonor en el Compromiso de Caspe?

No obstante, es importante destacar que, en aquella carrera por el trono, Fernando no era el candidato económicamente más potente. Jaime de Urgell, considerado el hombre más rico de la Corona catalano-aragonesa, lo superaba claramente. Pero había una notable diferencia entre los planes de inversión de uno y del otro. En aquel paisaje de crisis que, todavía, no había superado los efectos de la Peste Negra (1348-1351) y de los Pogromos (1391) el programa económico de los candidatos era decisivo para construir pactos y consolidar alianzas. Jaume de Urgell pretendía refeudalizar la sociedad catalana; es decir, recuperar los modelos del año 1000 y adaptarlos a una pretendida modernidad postmedieval. I Fernando de Trastámara estaba dispuesto a invertir toda la fortuna de los Alburquerque en la restauración del poder marítimo y comercial catalán en el Mediterráneo.

Los ultims Bel·lònides. Martín I y Martí el Jove
Los últimos bellónidas. Martín I y Martín el Joven. Fuente: MNAC.

Leonor, reina

Tampoco el destino de Leonor pasaba por convertirse en reina, pero la inmensa fortuna que heredó (por la prematura muerte de su único hermano Fernando) y el matrimonio que le concertaron (con el ambicioso y capacitado Fernando) la convertiría en una pieza fundamental de la política ibérica. En Caspe, el bolsillo de una bastarda decidió el futuro de los reinos peninsulares. Leonor fue coronada soberana consorte del conglomerado catalano-aragonés (1412) y ejerció como tal hasta la misteriosa muerte de Fernando (1416) —algunos investigadores apuntan que fue envenenado por agentes urgellistas—. Entonces dejó paso a su hijo Alfonso y a su nuera y sobrina María. Pero la estirpe quedó instalada en el trono de Barcelona durante generaciones hasta la muerte de su nieto Fernando el Católico (1516, cien años después de que el veneno hubiera acabado con el primer Trastámara).

Imagen principal: Representación de Leonor. Fuente: British Library.