Y entonces se abre la pantalla y aparece Ken Follett.

Todo había empezado un par o tres de días antes, cuando recibí un correo electrónico de su editorial invitándome a unirme a una exclusiva conferencia de prensa internacional en la que el popular autor británico iba a presentar su nueva novela. Un libro que, aunque estamos en abril, no se publicará hasta el próximo mes de noviembre. Definitivamente, de entre todos los escritores que han alcanzado un estatus parecido al de estrella del pop, Ken Follett es uno de los más seguidos, aclamados y admirados por su infinita legión de seguidores.

50 millones de fans no pueden estar equivocados


A mí, Ken Follett nunca me ha llamado especialmente la atención ni me ha interesado mucho. Es un tema, lo reconozco, de elitismo rancio y prejuicios infundados hacia los bestsellers (porque como rezaba el título de aquel álbum de Rey: '50,000,000 Elvis Fans Can't Be Wrong') y de pura vagancia: leyendo siempre en el tramo de tren que me lleva de casa, en el pueblo, a la oficina, en Barcelona, y lo mismo a la inversa, siempre me ha dado mucha pereza cargar con esos libros-tochos que bien podrían ser usados como los pilares de la Tierra (¿lo habéis cogido?).

El hecho es que me invitaban a unirme a una exclusiva rueda de prensa internacional por Zoom con Ken Follett y unos pocos centenares (el evento en realidad no era tan exclusivo) de periodistas más de todo el mundo. Y decidí apuntarme, por pura curiosidad cuando no chafarderismo. Así que respondo que sí, que me apunto. Minutos después recibo un nuevo correo: la cita es el jueves 15 a las 15:00 h. Mail en el que se adjunta un enlace de Zoom al que debo conectarme a la hora señalada.

Despatx Ken Follett

Antes, en la vieja normalidad, las entrevistas y las conferencias de prensa eran en persona. Los autores venían a tu ciudad o, si había un poco de suerte (porque no dejaban de ser, reconozcámoslo, unas minivacaciones pagadas) y presupuesto el periodista, viajaba a la ciudad del autor. En la nueva normalidad, no solo las familias y grupos de amigos se reúnen por Zoom y cuelgan capturas de pantalla en sus perfiles de redes sociales, sino que también plumillas y artistas se citan para intercambiar opiniones telemáticamente. Es lo que hay. Peor es cuando te proponen enviar directamente las respuestas por mail, cuestionario que, no nos engañemos, acabará respondiendo el responsable de prensa de turno (un eufemismo, claro, porque quien en realidad contesta es el pobre becario de turno).

Y ya son las tres del mediodía del jueves 15. Y estoy acabando un artículo que tengo que publicar YA. Y me tengo que conectar YA. Y, peor aún, tengo que comer YA. Vayamos por partes: publico el artículo, cojo el tupper que esconde la ensalada rancia que me he hecho esta mañana con todo lo que corría peligro de pudrirse en mi nevera y me conecto al Zoom. O lo intento. Porque... en mi ordenador de la oficina... no tengo instalado el Zoom. Lo instalo. Son las 15:06. He instalado el Zoom. Me conecto. Hay cientos de periodistas de todo el mundo conectados. Y de repente me doy cuenta de que todos ellos están viendo cómo me estoy zapando muy ensalada pachucha. Apago la cámara. La conferencia aún no ha empezado y me dedico a chafardear las casas y oficinas desde donde se han enchufado mis colegas. Predominan, con cierta lógica (la gran mayoría deben ser críticos literarios), los despachos repletos de libros. Una chica está comiendo. O no tiene tanta vergüenza como yo o no se ha dado cuenta de que tiene la cámara encendida. Otra está conduciendo. Tres o cuatro, como yo, tienen la cámara apagada.

Margarita se pone a llorar.


Y entonces empieza el acto. Pero no aparece Ken Follett, sino que empieza una especie de película mala en el que se nos narra la historia contemporánea de la humanidad a través de sus guerras y actos terroristas. Y entre medio, sí, planos del autor en lo que debe ser su despacho. El film está a medio camino entre un documental chapucero de Discovery Channel y un gag de Monty Python. Son cinco minutos muuuuuuuy largos en los que se nos descubre que el próximo libro de Follett se publicará el 9 de noviembre de 2021 y se titulará 'Never'. Una novela sobre el estallido de la Tercera Guerra Mundial en el que el personaje principal es una agente de la CIA destinada en el norte de África. Más tarde el autor, en lo que parece una obviedad, dirá que es su personaje favorito porque es "sexy e inteligente". Por un momento no sé si estoy en la presentación de una novela o de una copia de Serie B de 'Homeland'.

Dircted by Ken Follett

Termina el cortometraje, que los créditos descubren que ha sido dirigido por el propio Ken Follett (y el cineasta británico Jon Carey), y entonces sí, el autor aparece en directo desde el despacho de su casa, que como la de la mayoría de periodistas, está repleta de libros. Nos da las gracias a los centenares de críticos que nos hemos conectado, citando por su nombre y apellidos a unos pocos de nosotros. Evidentemente, yo no estoy entre esa selecta minoría. Follett asegura que este es un momento clave en su carrera. Que 'Never' es su mejor novela. Que ha hecho algo que nunca había hecho antes. Que no tenía previsto publicar nada nuevo hasta 2023 pero que esta nueva historia le ha salido tan bien y tan rápido que sus editores le insistieron para publicarla ya y él no se ha podido negar. Todo eso y que hasta un consejero de Barack Obama le ha dicho que es tan real lo que cuenta que podría pasar de verdad.

Una voz en off nos avisa que si queremos hacer preguntas al autor tenemos que darle a la mano amarilla. Y de repente todas las pantallitas de mis colegas aparecen adornadas con una pequeña mano amarilla. Todas menos la mía. No tengo ni idea de donde está la mano. Y una pregunta. Y no encuentro la mano. Y otra y no encuentro la mano. Y una más y no encuentro la mano. Y cuando la encuentro ya me he perdido tanto que no sé qué preguntar. Y entonces le toca a Margarita, que empieza a hablar, pero no se la oye. Y todo se acaba. Y Margarita se lleva la mano al pecho y por unos momentos parece que se va a poner a llorar.