José Saramago caminaba descalzo. Esta es una metáfora que explica muy bien su estima por la sencillez, de las palabras y las vidas comunes. Pero también una verdad literal. Nacido en una familia del campo portugués, este Nobel particular pisó la tierra de su pueblo sin zapatos hasta los 14 años. Como el protagonista de su Evangelio según Jesucristo, el escritor es el artífice de una trayectoria poco convencional. Cuando tenía 60 años era todavía un desconocido literario, casi sin obra en los hombros. En los 74, menos de dos décadas después, recibía el Nobel de Literatura de manos de la academia sueca. En medio, obras como Ensayo sobre la ceguera o El hombre duplicado y una trayectoria de marcado compromiso social.

Un origen rural

Saramago lo educaron los paisajes del Ribatejo, una provincia agrícola en el centro de Portugal. Y entre el río Tajo y el Almonda, que bañaba el pueblo natal, la sabiduría analfabeta y popular de su abuelo, que le explicaba historias de noche, mientras dormían bajo una gran higuera cerca de la casa solariega los meses de calor. En Azinhaga, Saramago nació y creció, antes de que la familia se trasladara a Lisboa, buscando escalar en la vida urbana de la capital. Hijo de una familia muy humilde, que criaba ganado "sin la promesa que al día siguiente tendrían la comida suficiente para subsistir", los veranos siempre volvería en su pueblo.

El universo rural de su infancia y el origen humilde educaron el escritor

El universo rural de su infancia y el origen humilde educaron el escritor. Sin estos, es imposible entender su mundo literario, el interés por las vidas anónimas y la predilección por la palabra pausada. Con las raíces en el campo llegaron también el famoso 'sentido común', que siempre se le atribuiría, el compromiso político y la lucha por la justicia. Afloraban en los márgenes de sus libros, entre líneas y palabras, a menudo de la mano de la lucidez con que se miraba los hechos cotidianos. Y también se presentaban en su trayectoria, su militancia comunista e incluso su reacción el día que se enteró de que le daban el Nobel. "Yo no nací para esto", exclamó.

Nada en el origen de Saramago lo destinaba a ser escritor. Y sin embargo así fue

Nada en el origen de Saramago lo destinaba a ser escritor. Y sin embargo así fue. "El río nos lleva", decía, "pero a veces pasa que uno puede llegar alguna cosa sin haberlo pensado". Creció sin libros en casa y los primeros los compró cuando tenía 19 años en Lisboa, con el dinero que le había prestado un amigo. Leía en las bibliotecas públicas, de noche, y así fue creando un pozo particular de lecturas, desordenado y autodidacta, pero extenso. Tuvo que abandonar el instituto para formarse como cerrajero mecánico en la escuela industrial de Lisboa, donde ejercería el oficio, enfundado con el mono azul y las manos sucias. Un Nobel inverosímil.

Jose Saramago - Premio Nobel Literatura
La editorial Narbona celebra el centenario de José Saramago publicando su obra en catalán. Foto - Europa Press

Sin nada que decir

Saramago publicó su primera novela en 1947, cuando sólo tenía 25 años. Había descubierto la literatura bajo la estela de uno de los otros escritores portugueses por antonomasia, Fernando Pessoa. Pero después del estreno, cuando la editorial mostró indiferencia por su siguiente libro, decidió callar, en un silencio literario que duraría más de dos décadas. "Llegué a una conclusión quizás no muy propia de un joven de 24 o 25 años: no tenía nada que decir que valiera la pena", explicaba.

Llegué a una conclusión quizás no muy propia de un joven de 24 o 25 años: no tenía nada que decir que valiera la pena

Su voz recorrió entonces otros caminos. En 1966 reanudó la actividad literaria con un libro de poesía, a la que sumaría poco después una recopilación de crónicas. Entonces combinaba la escritura con el trabajo en la editorial portuguesa Estúdios Cor, donde había aterrizado una década antes, y se empezaba a hacer conocido en el ambiente literario del Café de Chiado, en el corazón del barrio lisboeta que lleva el mismo nombre. Pasaba tardes y vísperas acompañado de la poetisa Isabel de Nobrega, su mujer, entre calles estrechas y los tranvías que rodeaban el local; los paisajes de la ciudad "donde acaba el mar y empieza la tierra", como el escritor había bautizado Lisboa.

La revolución le permite esquivar una prisión que la dictadura ya le había programado, pero eso no le hará perder el espíritu crítico con la nueva situación política

No olvidaba, sin embargo, la militancia política. Fue a través de esta que los acontecimientos históricos del Portugal del s.XX contaminaron su vida. Cuando estalla la Revolución de los Claveles el año 74, derribando la dictadura militar portuguesa, oirá que le llega por primera vez "la posibilidad de ser un autor libre". La revolución le permite esquivar una prisión que la dictadura ya le había programado, pero eso no le hará perder el espíritu crítico con la nueva situación política: "la revuelta está hecha, la revolución está todavía para hacer", escribirá, "no me gusta nada decir 'revolución de los claveles', porque las revoluciones no se hacen con claveles".

Saramago mezcla la capacidad intelectual de intuir la trascendencia escondida en las circunstancias más cotidianas y el compromiso grandilocuente tanto con su país como con todo el planeta

Saramago mezcla la capacidad intelectual de intuir la trascendencia escondida en las circunstancias más cotidianas y el compromiso grandilocuente tanto con su país como con todo el planeta. Para él la humildad o la atención en aquello común no quiere decir indiferencia, sino lo contrario. "Sabio es aquel que se contenta con el espectáculo del mundo", rezaba una de las odas de Pessoa y para el escritor será el contrario. ¿Cómo puede ser eso sabiduría, contentarse con sentarse en el patio de butacas y mirar lo que pasa en el escenario? Todos somos actores", contestaba.

Con la reescritura de la vida de Jesús, llegó la polémica, en la cual incluso se sumaria el Vaticano, incómodo por la visión sencilla y humana que Saramago ofrecía del hijo de Dios

Actuar, la preocupación ética de la vida en común y la soledad serán algunos de los temas de su gran literatura. Se dedicará de lleno a partir del año 1975, después de ser despedido del Diário de Notícias por motivos políticos. Estos impregnarán obras como Memorial del convento (1982), su primer libro de fama mundial y que le valió también el premio del Pen Club portugués, Historia del cerco de Lisboa (1989) o El evangelio según Jesucristo (1991). Con esta última, una reescritura de la vida de Jesús, llegó la polémica, en la cual incluso se sumaria el Vaticano, incómodo por la visión sencilla y humana que Saramago ofrecía del hijo de Dios.

Saramago recibió el Nobel en 1998 ya instalado en la isla de Lanzarote y preocupado por la evolución política de Europa y el triunfo del neoliberalismo

Y el debate ético será también mucho presente a Ensayo sobre la ceguera, publicada en 1995, otra obra clave en la trayectoria del autor, en que imaginaba un planeta donde los humanos, o prácticamente todos ellos, han perdido la visión. Sería quizás el último impulso que le faltaba para recibir el Nobel, que le concederían en 1998, con el autor ya instalado en la isla de Lanzarote y preocupado por la evolución política de Europa y el triunfo del neoliberalismo. "Triunfar es hacerse famoso y rico, tener poder y vivir como si estuvieras dentro de una especie de esfera de cristal. Esta también es una forma de ceguera", escribiría Saramago después.

Nuevas ediciones de su obra

Con la intención de reivindicar el legado del escritor, se han reeditado en catalán diversas de sus obras. El editorial Navona ya ha publicado  L’evangeli segons Jesucrist y L’home duplicat este 2022. Y no serán los únicos que llegarán. En octubre, llegará también en catalán Assaig sobre la ceguera y al principio de 2023, L’any de la mort de Ricardo Reis, otra de las novelas claves en la trayectoria de Saramago. Son obras que habían sido descatalogadas y que con la efeméride del centenario del autor, cobran nueva vida. El objetivo, tal como explica Ernest Folch, director editorial de Navona, es "que no quede ni una sola obra del autor en que no se haya puesto en valor".

Con la intención de reivindicar el legado del escritor, se han reeditado en catalán diversas de sus obras

Se suman a otros libros, que también quieren rememorar el legado del escritor. Es un ejemplo Saramago, un álbum biográfico, que Alfaguara ha publicado en castellano, en colaboración con la fundación Saramago, y que rememora lugares y nombres importantes en su vida. Alfaguara también ha publicado recientemente a La viuda, la primera novela del autor, que hasta ahora no se había traducido al castellano. Todas, a pesar de atravesar varios géneros y momentos biográficos, recogen la invitación de este Nobel obrero: "tomemos, pues, nosotros a los ciudadanos comunes, la palabra".