"Per mi és un any dels més feliços de la meva vida", confiesa Joan Margarit al poema Las dos nevadas, que sirve de pórtico a Animal de bosque, su libro inédito. Dedicado a su mujer, el arquitecto y poeta hace esta insólita confesión con plena conciencia de su final, trazando una parábola entre la nevada de 1962 –cuando conoció Mariona Ribalta, la Raquel de su poesía–, y las nieves del pasado invierno, "quan debilitat pel limfoma i la químio que no em cura, t'he tingut al costat amb el mateix somriure, ajudant-me a compondre aquests poemes".

El amor, el dolor, las ausencias, la desazón con uno mismo, la muerte, la vejez, la enfermedad –propia hermanada con el recuerdo de la vivida con su hija Joana- son el último legado del poeta, muerto el 16 de febrero de este año. También la suya propia biografia, acondicionada por la guerra y el franquismo, como una versión lírica de lo que explicó a las suyas memoria, Para tener casa hay que ganar la guerra (2018). O la música (Beethoven, Schubert, Bach, Mozart, César Frank, pero también Gershiwn, tan presente en su obra y que ha servido de hilo conductor al homenaje que se le ha tributado esta semana al Gran Teatro del Liceo, del cual había sido nombrado Poeta residente.

Un libro póstumo "ni patético, ni melodramático"

Como recordaba el editor Josep Lluch, Margarit trabajó en este Animal de bosque los últimos meses de la suya, "con conciencia que estaba escribiendo el último libro". Antes, el poeta había arreglado su obra con sus memorias, que según su editor "ilumina su poesía da los resortes para entender sus poemas", y Sense el dolor no hauríem estimat,, su antología personal, y Poética, sus textos sobre poesía. "Para un escritor prolífico, Joan Margarit, que en los últimos años le notabas una cierta urgencia por dejar escritas unas serie de cosas, este libro no está escrito a última hora, sino que hacía tiempo que lo trabajaba".

Para Lluch, "de animales de bosque, a ojos de Joan Margarit, debemos ser todos, pero me da la impresión que él se veía como un animal de bosque". "Todos lo somos de animales de bosque sí, pero como él, ninguno", remachaba otro cómplice, el profesor Jordi Gràcia, "es el título que mejor se autorretrata una especie de bestia en lucha constante contra las adversidades, pero igualmente tenaz en la capacidad de disfrutar de la propia existencia". Para Gracia, el rumor de muerte es, pero no es un libro ni patético, ni melodramático, ni llorón. "Es incluso una especie de canto vital, dedicado a la vida inteligente".

Para Gracia, en Animal de bosque –para él el mejor libro de Margarit– rezuma también uno de sus grandes afanes vital, como ha estado la ambición de comprender. "Comprender es lo único que ennoblece", asegura el poema que da título a la recopilación. Porque, para este "pesimista natural" como "el vitalista" Margarit, la única de vía de redención humana no son las ideologías ni las religiones consoladoras, sino la inteligencia.

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El poeta severo e hipercrítico rodeado de amigos

Escrito en plena conciencia de ser un libro póstumo, no sólo por|para el cáncer, sino porque en las puertas de la senectud, se acercaba al final. Por Gracia "Joan no quería acabar haciendo el papel patético del artista que prolonga agónicamente una energía que se agota". Quizás por la severidad hipercrítica con que siempre juzgó su propia obra, a medida que fue escribiendo este poemario fue haciéndoles leer a amigos, como lo mismo Gracia, Luis García Montero o Marcel Riera, uno de sus últimos y más íntimos cómplices poéticos, gracias al cual pudimos publicar el Sant Jordi de la pandemia, el poema inédito se hace de día.

A pesar de confesarse "deshauciat pels metges" a Una mañana de invierno, a Viejo enfermo Margarit escribía que "encara poderós, gairebé violent,/el que em domina és el desig de viure". Un Margarit que se define como solitario, pero que no se priva de invocar permanente a los muertos (los padres, los amigos, la hija) y de agradecer el amor de su compañera de vida, de quien se despide a lo largo del libro. "Tu jo estem més junts cada vegada/i, junts, ens allunyem. Com aquest centelleig de les estrelles".

Animal de bosque se presentó el pasado 18 de mayo en el Liceo en el homenaje público a Joan Margarit, en el cual van la Orquesta Sinfónica del teatro tocó Beethoven y  el Summertime de Gershiwn, con Carles Margarit, hijo del poeta, en el saxo. Nueve amigos, Joan Manuel Serrat, Pere Rovira, Josep Cuní, Lola Josa, Josep Lluch, Josep Maria Rodríguez, Marcel Riera, Irene Sáez y Paco Ibáñez leyeron un poema cadascún.